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Voto de Wolf:
9

Voto de Wolf:
9
6,9
13.120
Comedia. Drama. Romance
Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
9 de abril de 2025
9 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mundo saturado de ruido, Aki Kaurismäki susurra. Y en ese susurro cabe el universo entero. Fallen Leaves no es solo una película, es una plegaria laica, un gesto de ternura lanzado contra el absurdo de los días. Cine que no busca impresionar, sino acompañar. Que no ilumina con estruendo, sino con la luz tenue de una farola en mitad de la niebla.
En el centro de este milagro otoñal, dos almas caminan solas por la periferia del mundo. No están perdidas: están esperando. Se cruzan como quien tropieza con una melodía olvidada en una radio vieja, como quien halla refugio sin saber que lo necesitaba. Son seres anónimos, obreros del silencio, prisioneros de rutinas grises y soledades que no se gritan, sino que se viven con una dignidad devastadora.
La soledad aquí no es melodrama, es paisaje. Es parte del aire que se respira, de los vasos que se llenan sin brindar, de las miradas que no se atreven a pedir nada pero que lo dicen todo. Y sin embargo, en medio de esa aridez emocional, brota el milagro: el amor, tímido, torpe, humano. No como redención, sino como un acto de resistencia.
Kaurismäki filma lo cotidiano como si fuera sagrado. Cada plano está medido con el cuidado de quien sabe que no hay tiempo que perder. Hay algo profundamente ético en su mirada: respeta a sus personajes, los cuida, les da un espacio donde ser sin necesidad de explicarse.
Fallen Leaves es, para quien sabe mirar, una obra maestra callada. Cine que consuela, que acompaña, que abraza. Cine que se queda contigo mucho después de que las luces se enciendan.
Porque en un mundo que se cae a pedazos, encontrar a alguien con quien compartir el silencio… es una forma de esperanza.
En el centro de este milagro otoñal, dos almas caminan solas por la periferia del mundo. No están perdidas: están esperando. Se cruzan como quien tropieza con una melodía olvidada en una radio vieja, como quien halla refugio sin saber que lo necesitaba. Son seres anónimos, obreros del silencio, prisioneros de rutinas grises y soledades que no se gritan, sino que se viven con una dignidad devastadora.
La soledad aquí no es melodrama, es paisaje. Es parte del aire que se respira, de los vasos que se llenan sin brindar, de las miradas que no se atreven a pedir nada pero que lo dicen todo. Y sin embargo, en medio de esa aridez emocional, brota el milagro: el amor, tímido, torpe, humano. No como redención, sino como un acto de resistencia.
Kaurismäki filma lo cotidiano como si fuera sagrado. Cada plano está medido con el cuidado de quien sabe que no hay tiempo que perder. Hay algo profundamente ético en su mirada: respeta a sus personajes, los cuida, les da un espacio donde ser sin necesidad de explicarse.
Fallen Leaves es, para quien sabe mirar, una obra maestra callada. Cine que consuela, que acompaña, que abraza. Cine que se queda contigo mucho después de que las luces se enciendan.
Porque en un mundo que se cae a pedazos, encontrar a alguien con quien compartir el silencio… es una forma de esperanza.