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Voto de Lukas:
8

Voto de Lukas:
8
2015 

7,0
4.215
Documental
El documental autorizado del malogrado músico Kurt Cobain, desde su primera época en Aberdeen Washington hasta su éxito con la banda grunge Nirvana. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2024
6 de abril de 2024
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Tenía el DVD de esta cinta por ahí, no sé si con subtítulos en español o solo en inglés, la cosa es que —como tantos y tantos DVDs que guardo— nunca llegué a verlo, y ahí se quedó, guardando polvo. Así que ahora aproveché que la daban en Documentales por Movistar + para verlo por fin. Ante todo, hay que decir que es una cinta larga, de dos horas y cuarto de duración. Se presenta con varios audios: en general, está doblado, pero hay partes que están en el inglés original, y se han añadido los subtítulos en español. Esto es así en las animaciones y en otras partes, como cuando se presentan los numerosos cuadernos llenos de anotaciones y dibujos y garabatos de Cobain. Cuando se trata de entrevistas, se recurre al doblaje, y punto. Aquí no se trata de escuchar las voces originales, eso es lo de menos, sino de sumergirse en la mente del líder de Nirvana, su torturado líder, aquí queda más que claro. Leo que el director, Brett Morgen, empezó a preparar este documental en 2007, cuando contactó con la viuda, Courtney Love. Empezó a recopilar el material, que es el que da enjundia a esta obra, de veras exhaustiva. Al final del visionado, uno queda exhausto, como nunca. No sólo por la implacable y caústica música, sino por el exceso de información. Algunos materiales no son muy pertinentes, como esos dos largos vídeos caseros de la pareja, que aparecen un poco patéticos, pues no añaden nada al personaje, es sólo cotilleo del peor. Pero, en general, estamos ante una obra maestra del documental musical.
Aunque estructurada de forma un tanto caótica, como la mente que explora, la cinta nos lleva por orden cronológico, más o menos, desde el nacimiento de Kurt (antes, presentación del escenario, los padres, su breve relación, todo muy American Way of Life de los años 60) hasta su inevitable final. Aquí aparecen muchos vídeos caseros, y es el comienzo del peregrinar por este mundo de un niño hiperactivo, que con el tiempo se convertiría en el líder de una banda grunge, etc. Como digo, el material es abundante, de todo tipo: esos vídeos, diarios, dibujos, anotaciones de todo tipo, grabaciones musicales caseras, videos de conciertos, publicaciones de revistas, entrevistas con familiares y conocidos, etc. La cinta pasa de un formato a otro de manera inesperada, y es cuando aparecen las animaciones que la cosa alza el vuelo de una forma inusitada. Para ello, se animan dibujos del propio Cobain, con una técnica que creo que es la del rotoscopio, obra de Stefan Nadelman e Hisko Hulsing. Como corresponde a una mente agitada, el director hace de las suyas y, valiéndose de un montaje epiléptico casi, introduce una amalgama de imágenes del imaginario pop (monstruos, intestinos, imágenes de películas, de series de TV, dibujos y alucinaciones de una mente enferma, pura cultura pop que revienta de repente). Y vuelta a las entrevistas: los padres de KC dan paso a una novia que tuvo, a sus 19-20 años, y también aparece Krist Novoselic (quién te ha visto y quién te ve, chaval), y luego ya en la última parte la fatal Courtney Love, ya entrada en años y en carnes. La cinta avanza, como digo, hacia el final inevitable, el que todos sabemos, que no se muestra, por cierto. Los morbosos, a otra parte. Aquí también di alguna que otra cabezada, inevitable.
Ah, y algo que no he mencionado, pero que es parte importante de la historia-montaje. Aunque no se analizan las canciones (la parte meramente musical de la banda y del músico que fue KC) ni se habla del surgimiento del estilo grunge de Seattle, la película es estrictamente musical, aparte de ofrecernos un retrato muy completo del hombre llamado Kurt Cobain, un chico que llevaba mal camino desde muy joven. Digo esto, porque todo el tiempo, desde que empieza la fase de creación de la banda y primeros años, y años de gloria, luego, el director juega con los sonidos, más que con las canciones en sí. Es realmente un placer comprobar cómo, incluso en las animaciones, se juega con las melodías y estructura de algunas canciones que luego saldrían de su mente podrida. Y se recrean también canciones enteras, que son presentadas de manera distorsionada. Así, Brett Morgen lo que hace es un viaje alucinante al fondo de una mente atormentada, que dio voz a una generación de adolescentes y jóvenes sin muchos referentes, que no fueran la mediocre cultura pop. Para ellos, Kurt Cobain creó una banda sonora de sonidos sucios y repulsivos, llenos con los fantasmas de su propia existencia. Los dolores estomacales que sufría de manera crónica se convirtieron en espasmos en el escenario. La drogas, sobre todo el maldito caballo, hicieron el resto.
Como coda, decir que Nirvana era Kurt Cobain, básicamente. Muerto Kurt, se acabó lo que se daba. Esa nueva banda que se inventaron los dos supervivientes (Dave Grohl no sale) ya no era gran cosa, nunca la seguí. Aquel 5 de abril de 1994 Cobain se quitó la vida, y todo desapareció de golpe. Gustavo, ¿o fue otro? nos anunció la noticia, la fatal noticia, y nos fuimos a “celebrarlo” a la playa, a beber y comer chorizos de barbacoa y a lamentarnos, porque nuestro ídolo había muerto, y estábamos muy tristes, maldita sea. Y ahora qué. Yo me alejé de la música pop definitivamente, lo que vino después ya no me interesaba. En el fondo, me repateaba esa asociación música y drogas, con todas las consecuencias que traía. Y eso es lo que me pasa ahora, viendo la segunda parte del documental, que en realidad me da mucho asco, todo ese mundillo podrido de los fans, las críticas, el éxito, las camisetas y tanta tontería.
Aunque estructurada de forma un tanto caótica, como la mente que explora, la cinta nos lleva por orden cronológico, más o menos, desde el nacimiento de Kurt (antes, presentación del escenario, los padres, su breve relación, todo muy American Way of Life de los años 60) hasta su inevitable final. Aquí aparecen muchos vídeos caseros, y es el comienzo del peregrinar por este mundo de un niño hiperactivo, que con el tiempo se convertiría en el líder de una banda grunge, etc. Como digo, el material es abundante, de todo tipo: esos vídeos, diarios, dibujos, anotaciones de todo tipo, grabaciones musicales caseras, videos de conciertos, publicaciones de revistas, entrevistas con familiares y conocidos, etc. La cinta pasa de un formato a otro de manera inesperada, y es cuando aparecen las animaciones que la cosa alza el vuelo de una forma inusitada. Para ello, se animan dibujos del propio Cobain, con una técnica que creo que es la del rotoscopio, obra de Stefan Nadelman e Hisko Hulsing. Como corresponde a una mente agitada, el director hace de las suyas y, valiéndose de un montaje epiléptico casi, introduce una amalgama de imágenes del imaginario pop (monstruos, intestinos, imágenes de películas, de series de TV, dibujos y alucinaciones de una mente enferma, pura cultura pop que revienta de repente). Y vuelta a las entrevistas: los padres de KC dan paso a una novia que tuvo, a sus 19-20 años, y también aparece Krist Novoselic (quién te ha visto y quién te ve, chaval), y luego ya en la última parte la fatal Courtney Love, ya entrada en años y en carnes. La cinta avanza, como digo, hacia el final inevitable, el que todos sabemos, que no se muestra, por cierto. Los morbosos, a otra parte. Aquí también di alguna que otra cabezada, inevitable.
Ah, y algo que no he mencionado, pero que es parte importante de la historia-montaje. Aunque no se analizan las canciones (la parte meramente musical de la banda y del músico que fue KC) ni se habla del surgimiento del estilo grunge de Seattle, la película es estrictamente musical, aparte de ofrecernos un retrato muy completo del hombre llamado Kurt Cobain, un chico que llevaba mal camino desde muy joven. Digo esto, porque todo el tiempo, desde que empieza la fase de creación de la banda y primeros años, y años de gloria, luego, el director juega con los sonidos, más que con las canciones en sí. Es realmente un placer comprobar cómo, incluso en las animaciones, se juega con las melodías y estructura de algunas canciones que luego saldrían de su mente podrida. Y se recrean también canciones enteras, que son presentadas de manera distorsionada. Así, Brett Morgen lo que hace es un viaje alucinante al fondo de una mente atormentada, que dio voz a una generación de adolescentes y jóvenes sin muchos referentes, que no fueran la mediocre cultura pop. Para ellos, Kurt Cobain creó una banda sonora de sonidos sucios y repulsivos, llenos con los fantasmas de su propia existencia. Los dolores estomacales que sufría de manera crónica se convirtieron en espasmos en el escenario. La drogas, sobre todo el maldito caballo, hicieron el resto.
Como coda, decir que Nirvana era Kurt Cobain, básicamente. Muerto Kurt, se acabó lo que se daba. Esa nueva banda que se inventaron los dos supervivientes (Dave Grohl no sale) ya no era gran cosa, nunca la seguí. Aquel 5 de abril de 1994 Cobain se quitó la vida, y todo desapareció de golpe. Gustavo, ¿o fue otro? nos anunció la noticia, la fatal noticia, y nos fuimos a “celebrarlo” a la playa, a beber y comer chorizos de barbacoa y a lamentarnos, porque nuestro ídolo había muerto, y estábamos muy tristes, maldita sea. Y ahora qué. Yo me alejé de la música pop definitivamente, lo que vino después ya no me interesaba. En el fondo, me repateaba esa asociación música y drogas, con todas las consecuencias que traía. Y eso es lo que me pasa ahora, viendo la segunda parte del documental, que en realidad me da mucho asco, todo ese mundillo podrido de los fans, las críticas, el éxito, las camisetas y tanta tontería.