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8.495
Ciencia ficción
La vida transcurre plácidamente en una megalópolis del siglo XXIII. Sus habitantes dedican la mayor parte del tiempo a gozar de los placeres de la vida y frecuentan tiendas en las que pueden cambiar de personalidad y aspecto físico, gracias a la cirugía plástica instantánea. Sin embargo, al cumplir los 30 años, deben morir. Logan, un policía encargado de cazar a los que huyen de la muerte, decide también rebelarse y huir hacia el ... [+]
16 de junio de 2024
16 de junio de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una distopía futurista con decorados, vestuario y efectos especiales desfasados ya en su día, tirando a simples y chillones, cuyo fondo es algo superficial y con lagunas, pero no carece de interés por el retrato de esa sociedad totalmente alienada, criada en la mentira, la ocultación y la ignorancia, creada por mentes que ya desaparecieron pero dejaron sus máquinas y programas para perpetuar hasta lo posible un totalitarismo tecnificado sin el más mínimo resquicio al pensamiento, a la individualidad o a la libertad.
Recuerda un poco en algunos aspectos a clásicos como "La máquina del tiempo" de H.G. Wells o "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. También, implícitamente, a "Fahrenheit 451" o a los varios cuentos de distopías del gran Ray Bradbury, en los que retrataba un nuevo tipo de sociedad que ha conseguido un cierto nivel de confort en lo material pero a costa de perder su alma, sociedades habitadas por gente de electroencefalograma plano cuya máxima emoción es contemplar concursos televisivos. Y suelen ser sociedades que reprimen cualquier germen contestatario (en forma de pequeños grupúsculos o de algún sujeto con especial sensibilidad que se conciencia casi de repente) de manera lo más sorda posible pero tajante y brutal.
O incluso el modelo aquí expuesto podría ser un resultado final a largo plazo de lo descrito en "1984"; de hecho, Michael Anderson fue quien había dirigido ya en 1956 la primera adaptación de la gran novela de George Orwell.
Recuerda un poco en algunos aspectos a clásicos como "La máquina del tiempo" de H.G. Wells o "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. También, implícitamente, a "Fahrenheit 451" o a los varios cuentos de distopías del gran Ray Bradbury, en los que retrataba un nuevo tipo de sociedad que ha conseguido un cierto nivel de confort en lo material pero a costa de perder su alma, sociedades habitadas por gente de electroencefalograma plano cuya máxima emoción es contemplar concursos televisivos. Y suelen ser sociedades que reprimen cualquier germen contestatario (en forma de pequeños grupúsculos o de algún sujeto con especial sensibilidad que se conciencia casi de repente) de manera lo más sorda posible pero tajante y brutal.
O incluso el modelo aquí expuesto podría ser un resultado final a largo plazo de lo descrito en "1984"; de hecho, Michael Anderson fue quien había dirigido ya en 1956 la primera adaptación de la gran novela de George Orwell.