Un trabajador industrial, en una empresa grande donde abundan las maquinarias de todo tipo, sufre un accidente que lesiona gravemente a un compañero y la responsabilidad pesa entera sobre él. Trevor es un hombre solitario, extremadamente escuálido, esquelético, taciturno, y víctima inconsciente de su estado mental problemático, en el cual predomina el insomnio.

Brad Anderson, director de la película, construye una historia genial. Sus planos son hermosos, muy bien compuestos. Tienen un sello, un estilo, como toda la película con su narración. Los colores dan apoyo a esto, contribuyen, marcan. Los tonos grises, oscuros, opacos, de nulo brillo, o verdes apagados, son característica única.

El personaje principal tiene un arco perfecto. Aprendemos a entenderlo, a pensar, después de un largo rato, como él piensa. Sus actitudes, sus maneras, son especiales. Su figura física le da el toque magistral, superlativo. Posee aires de terror en ciertos momentos, genera miedo, con su mirada perdida, sin rumbo, con esas notorias ojeras. La interpretación de Christian Bale es espléndida. Desde las pocas palabras, con sus gestos, expresiones, demuestra el nivel actoral que lleva consigo. Ya partiendo desde el hecho del tremendo adelgazamiento en función de su personaje, lo cual es absolutamente plausible y admirable.

Los hilos narrativos y sus huecos de guión, que se presentan a lo largo de la historia sembrando dudas, incertidumbre, confusión, intriga, se unen y explican más adelante dejando boquiabierto al espectador, haciéndolo con maestría, con genialidad. Sorprende, y mantiene una tensión y suspenso desde el primer minuto, y nunca falla en esa dificultosa tarea de realización. Hay escenas brillantes, valga la redundancia en relación a sus colores, escalofriantes, brutales, crudísimas. Momentos que quedan para la historia. El argumento es arriesgado, más aún visualmente. La banda sonora, impecablemente inquietante.

Lo que se cuenta es muy triste, trágico, turbio, sin dudas lúgubre, y fascina. Obra extraordinaria, de las que lamentamos haber llegado hasta el final y ya habernos sorprendido, ante la imposibilidad irreversible de volver a experimentar esa sorpresa una vez más.

Calificación: 9