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6

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6
5,8
69.176
Ciencia ficción
Finales del siglo XXI. Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial de más de dos años en la nave Prometheus a un remoto planeta recién descubierto, donde su capacidad física y mental será puesta a prueba. El objetivo de la misión es encontrar respuesta al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra. (FILMAFFINITY)
6 de mayo de 2018
6 de mayo de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya fuera por falta de atrevimiento o de interés, las sucesivas secuelas de Alien nunca se aventuraron a explicar el origen de la nave donde se encontraban los huevos de xenomorfo en la película original, ni la identidad del famoso space jockey. Pasarían más de 30 años hasta que alguien intentara dar respuesta a dichos enigmas, y ese no sería otro que Ridley Scott, director de la cinta original. Prometheus aspira a mucho: es una precuela de una obra de culto, pero pretende funcionar de forma independiente al mismo tiempo; además, se envuelve de ciertos tintes filosóficos de carácter existencialista. Sin embargo, ya es de sobra conocido que el resultado decepcionó e incluso indignó a una gran cantidad de fans, que no vieron sus expectativas cumplidas en la cinta.
Lo primero que hay que tener claro es que, aunque forme parte del mismo universo, Prometheus no tiene como cometido explicar de dónde vienen los xenomorfos en concreto, así que aquí no hay que buscar una nueva película de Alien. La trama parte de un ambicioso viaje científico financiado por la archiconocida Weyland Yutani cuyo objetivo es descubrir el origen de la vida humana, que se piensa que fue creada por unos seres llamados Ingenieros. Si bien esto vuelve a implicar la clásica fórmula de un grupo de tripulantes que llegan con su nave a un planeta desconocido en el que terminan siendo de un modo u otro atacados por criaturas alienígenas, el enfoque que Prometheus da a la historia es completamente diferente. Por primera vez el propósito inicial esta en investigar y descubrir qué ocurrió en ese lugar, así que la intriga por entender las múltiples incógnitas que se plantean va en aumento. Finalmente las respuestas acaban llegando, y la explicación que da sentido a los hechos es sólida.
En consonancia con esa premisa, la protagonista Elizabeth Shaw representa casi todo lo contrario a Ellen Ripley. Si la teniente no tenía otro objetivo que el de destruir a los xenomorfos sin importarle lo más mínimo su procedencia, el personaje interpretado por Noomi Rapace desea conocer a sus creadores y los misterios que la rodean. Otro de los principales integrantes de la misión es David, un androide mucho más complejo que cualquiera de los presentes en la saga Alien cuya actuación a cargo de Michael Fassbender es impecable.
Y por desgracia, hasta aquí llegan los buenos personajes en Prometheus. El resto son aceptables en el mejor de los casos, insustanciales en la mayoría y un par de ellos directamente ridículos. Hay un montón de tripulantes de la nave que están ahí de relleno, mientras que los que sí reciben algo de atención tampoco destacan en exceso. Pero lo verdaderamente grave no es eso, sino las tan criticadas incoherencias y estupideces que cometen algunos de los personajes en determinadas situaciones. Si bien no destruyen la película, son lo suficientemente cuantiosas y graves como para erosionar la credibilidad del argumento, y cuesta entender cómo un director de la talla de Ridley Scott pudo dar el visto bueno ante semejantes sinsentidos. Y aunque menos numerosos, hay ciertos momentos en los que los personajes actúan como si esta no fuera una película seria y hubiera que meter chascarrillos o situaciones algo gamberras. Aunque no son errores en sí, estas situaciones están de más por completo.
Lo que sí está plasmado de forma bastante más seria en la película es su concepción existencialista. No es una faceta del film que dé para una profunda y extensa reflexión, pero sí que es cierto que Scott pone varios temas propios de la filosofía encima de la mesa. Hay un motivo muy claro por el cual se está realizando ese viaje, y no es otro que la necesidad del ser humano por buscarle un sentido a su existencia, de sentir que es producto de la mente de un ser superior y forma parte de un propósito mayor. Paradójicamente, es esa misma especie la que con el paso del tiempo ha acabado desarrollando un complejo de Dios, creyéndose igualmente digna de crear vida a su imagen y semejanza. Por último, también se plantea que esta relación entre el creador y su obra puede no ser idílica, y quien en un principio ha actuado como hacedor puede terminar destruyendo esa misma vida si considera que esta ha perdido el rumbo y no tiene derecho a seguir existiendo.
Ahora bien, todos estos factores que hacen a Prometheus tan diferente de Alien en muchos aspectos no significan que ya no haya alienígenas. Lógicamente el xenomorfo no está, pero sí un puñado de criaturas con muy buenos diseños y en alguna ocasión dotados de una cierta carga sexual que recuerdan a las obras de H.R Giger. Además, verlas en acción no tiene desperdicio, tanto por lo extremadamente letales que pueden llegar a ser como por el altísimo nivel de los efectos especiales. Respecto a esto último, es obvio que como superproducción la película no va falta de medios, y al igual que tantas otras en la filmografía de Scott, cuenta con una fotografía prodigiosa
En conclusión, Prometheus no es la gran precuela en la pudo haberse convertido ni una vuelta de Ridley por todo lo alto al universo Alien, pero tampoco ese desastre tan ferozmente criticado por muchos fans. Se trata de una película más sofisticada y valiosa que el blockbuster de turno, pero la torpeza de la que hace gala en lo que a coherencia argumental se refiere le hace perder bastante por el camino.
Lo primero que hay que tener claro es que, aunque forme parte del mismo universo, Prometheus no tiene como cometido explicar de dónde vienen los xenomorfos en concreto, así que aquí no hay que buscar una nueva película de Alien. La trama parte de un ambicioso viaje científico financiado por la archiconocida Weyland Yutani cuyo objetivo es descubrir el origen de la vida humana, que se piensa que fue creada por unos seres llamados Ingenieros. Si bien esto vuelve a implicar la clásica fórmula de un grupo de tripulantes que llegan con su nave a un planeta desconocido en el que terminan siendo de un modo u otro atacados por criaturas alienígenas, el enfoque que Prometheus da a la historia es completamente diferente. Por primera vez el propósito inicial esta en investigar y descubrir qué ocurrió en ese lugar, así que la intriga por entender las múltiples incógnitas que se plantean va en aumento. Finalmente las respuestas acaban llegando, y la explicación que da sentido a los hechos es sólida.
En consonancia con esa premisa, la protagonista Elizabeth Shaw representa casi todo lo contrario a Ellen Ripley. Si la teniente no tenía otro objetivo que el de destruir a los xenomorfos sin importarle lo más mínimo su procedencia, el personaje interpretado por Noomi Rapace desea conocer a sus creadores y los misterios que la rodean. Otro de los principales integrantes de la misión es David, un androide mucho más complejo que cualquiera de los presentes en la saga Alien cuya actuación a cargo de Michael Fassbender es impecable.
Y por desgracia, hasta aquí llegan los buenos personajes en Prometheus. El resto son aceptables en el mejor de los casos, insustanciales en la mayoría y un par de ellos directamente ridículos. Hay un montón de tripulantes de la nave que están ahí de relleno, mientras que los que sí reciben algo de atención tampoco destacan en exceso. Pero lo verdaderamente grave no es eso, sino las tan criticadas incoherencias y estupideces que cometen algunos de los personajes en determinadas situaciones. Si bien no destruyen la película, son lo suficientemente cuantiosas y graves como para erosionar la credibilidad del argumento, y cuesta entender cómo un director de la talla de Ridley Scott pudo dar el visto bueno ante semejantes sinsentidos. Y aunque menos numerosos, hay ciertos momentos en los que los personajes actúan como si esta no fuera una película seria y hubiera que meter chascarrillos o situaciones algo gamberras. Aunque no son errores en sí, estas situaciones están de más por completo.
Lo que sí está plasmado de forma bastante más seria en la película es su concepción existencialista. No es una faceta del film que dé para una profunda y extensa reflexión, pero sí que es cierto que Scott pone varios temas propios de la filosofía encima de la mesa. Hay un motivo muy claro por el cual se está realizando ese viaje, y no es otro que la necesidad del ser humano por buscarle un sentido a su existencia, de sentir que es producto de la mente de un ser superior y forma parte de un propósito mayor. Paradójicamente, es esa misma especie la que con el paso del tiempo ha acabado desarrollando un complejo de Dios, creyéndose igualmente digna de crear vida a su imagen y semejanza. Por último, también se plantea que esta relación entre el creador y su obra puede no ser idílica, y quien en un principio ha actuado como hacedor puede terminar destruyendo esa misma vida si considera que esta ha perdido el rumbo y no tiene derecho a seguir existiendo.
Ahora bien, todos estos factores que hacen a Prometheus tan diferente de Alien en muchos aspectos no significan que ya no haya alienígenas. Lógicamente el xenomorfo no está, pero sí un puñado de criaturas con muy buenos diseños y en alguna ocasión dotados de una cierta carga sexual que recuerdan a las obras de H.R Giger. Además, verlas en acción no tiene desperdicio, tanto por lo extremadamente letales que pueden llegar a ser como por el altísimo nivel de los efectos especiales. Respecto a esto último, es obvio que como superproducción la película no va falta de medios, y al igual que tantas otras en la filmografía de Scott, cuenta con una fotografía prodigiosa
En conclusión, Prometheus no es la gran precuela en la pudo haberse convertido ni una vuelta de Ridley por todo lo alto al universo Alien, pero tampoco ese desastre tan ferozmente criticado por muchos fans. Se trata de una película más sofisticada y valiosa que el blockbuster de turno, pero la torpeza de la que hace gala en lo que a coherencia argumental se refiere le hace perder bastante por el camino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En resumen, la reconstrucción de los hechos que se saca en claro a lo largo de la película es la siguiente: los Ingenieros construyeron en un planeta alejado varios almacenes de armas biológicas, para utilizarlos contra cualquiera de las razas que hubieran creado en caso de que estas fueran demasiado peligrosas o hubieran fracasado como especie. Hace 2000 años se dispusieron a atacar el planeta Tierra con una de esas naves, pero hubo un problema y las criaturas que ellos mismos estaban creando con el líquido se escaparon y mataron a todos los Ingenieros. A partir de aquí surgen varias cuestiones que han sido objeto de muchas críticas:
1. ¿Por qué los Ingenieros querían exterminar al ser humano? Nunca se dice de forma explícita, pero tampoco es difícil llegar a la respuesta por uno mismo. Cuando el único Ingeniero que queda vivo es despertado, en un primer momento se muestra ligeramente receptivo. Sin embargo, en ese corto espacio de tiempo ha de presenciar cómo un humano se presenta ante él considerándose digno de lograr el don de la inmortalidad, lo que para un creador como el Space Jockey puede suponer una grave muestra de soberbia por parte de una raza inferior (esto se entiende mucho mejor en la escena alternativa que no se incluyó en el metraje, donde el Ingeniero habla). De la misma forma, el que Weyland presuma de haber creado vida y se intente situar al mismo nivel de sus creadores probablemente suponga para los Ingenieros otro crimen imperdonable del ser humano. Y por último, aunque menos evidente, está el hecho de que uno de los hombres de Weyland golpee a Shaw con su arma y la apunte con ella para que deje de hacer preguntas y guarde silencio, lo que podría hacer ver al Space Jockey que los humanos son una especie conflictiva que reacciona violentamente ante cualquier conflicto de intereses. En definitiva, todo esto haría al Ingeniero llegar a la conclusión que nada ha cambiado después de tanto tiempo, y que esa especie tan problemática con la que pensaban acabar sigue sin merecer otra cosa que ser eliminada de la faz del universo.
2. El líquido negro y por qué actúa de forma aparentemente tan arbitraria. Si bien es cierto que produce efectos muy distintos en cada una de sus apariciones, no hay que estrujarse mucho el coco para darse cuenta de que nunca actúa dos veces en el mismo organismo de la misma forma. Si un Ingeniero ingiere un cuenco lleno de líquido, su cuerpo no es capaz de soportarlo más que unos pocos segundos y empieza a descomponerse. Cuando un humano toma una sola gota, el organismo aguanta bastantes horas y a partir de entonces empieza a mutar, transformando al portador en una versión violenta y deforme de sí mismo. Si un gusano autóctono del planeta se embadurna en la sustancia, termina transformado en una especie de serpiente alienígena. Si un óvulo es contaminado por el líquido, el sujeto sufre de un rápido proceso de embarazo y de él sale una criatura similar en apariencia a un pulpo. En resumidas cuentas, se trata de una sustancia que altera a cualquier organismo vivo, y en función de la especie, cantidad o forma en la que este entre en contacto con ella, las consecuencias pueden ser muy diferentes.
3. El diseño del Space Jockey. Es indudable que lo que se veía de ellos en la película de 1979 eran huesos de una criatura que parecía fosilizada y no la armadura de un humanoide albino, por lo que es comprensible el enfado de los fans. Sin embargo, hay que entender que por entonces Ridley Scott no tenía ningún plan de futuro respecto a esa parte de la historia, y después de 33 años lo que él ha querido hacer es muy diferente a algo que se veía en una única escena y carecía de mayores explicaciones. Por ello, aunque existe un contraste demasiado cantoso, me parece algo comprensible hasta cierto punto.
1. ¿Por qué los Ingenieros querían exterminar al ser humano? Nunca se dice de forma explícita, pero tampoco es difícil llegar a la respuesta por uno mismo. Cuando el único Ingeniero que queda vivo es despertado, en un primer momento se muestra ligeramente receptivo. Sin embargo, en ese corto espacio de tiempo ha de presenciar cómo un humano se presenta ante él considerándose digno de lograr el don de la inmortalidad, lo que para un creador como el Space Jockey puede suponer una grave muestra de soberbia por parte de una raza inferior (esto se entiende mucho mejor en la escena alternativa que no se incluyó en el metraje, donde el Ingeniero habla). De la misma forma, el que Weyland presuma de haber creado vida y se intente situar al mismo nivel de sus creadores probablemente suponga para los Ingenieros otro crimen imperdonable del ser humano. Y por último, aunque menos evidente, está el hecho de que uno de los hombres de Weyland golpee a Shaw con su arma y la apunte con ella para que deje de hacer preguntas y guarde silencio, lo que podría hacer ver al Space Jockey que los humanos son una especie conflictiva que reacciona violentamente ante cualquier conflicto de intereses. En definitiva, todo esto haría al Ingeniero llegar a la conclusión que nada ha cambiado después de tanto tiempo, y que esa especie tan problemática con la que pensaban acabar sigue sin merecer otra cosa que ser eliminada de la faz del universo.
2. El líquido negro y por qué actúa de forma aparentemente tan arbitraria. Si bien es cierto que produce efectos muy distintos en cada una de sus apariciones, no hay que estrujarse mucho el coco para darse cuenta de que nunca actúa dos veces en el mismo organismo de la misma forma. Si un Ingeniero ingiere un cuenco lleno de líquido, su cuerpo no es capaz de soportarlo más que unos pocos segundos y empieza a descomponerse. Cuando un humano toma una sola gota, el organismo aguanta bastantes horas y a partir de entonces empieza a mutar, transformando al portador en una versión violenta y deforme de sí mismo. Si un gusano autóctono del planeta se embadurna en la sustancia, termina transformado en una especie de serpiente alienígena. Si un óvulo es contaminado por el líquido, el sujeto sufre de un rápido proceso de embarazo y de él sale una criatura similar en apariencia a un pulpo. En resumidas cuentas, se trata de una sustancia que altera a cualquier organismo vivo, y en función de la especie, cantidad o forma en la que este entre en contacto con ella, las consecuencias pueden ser muy diferentes.
3. El diseño del Space Jockey. Es indudable que lo que se veía de ellos en la película de 1979 eran huesos de una criatura que parecía fosilizada y no la armadura de un humanoide albino, por lo que es comprensible el enfado de los fans. Sin embargo, hay que entender que por entonces Ridley Scott no tenía ningún plan de futuro respecto a esa parte de la historia, y después de 33 años lo que él ha querido hacer es muy diferente a algo que se veía en una única escena y carecía de mayores explicaciones. Por ello, aunque existe un contraste demasiado cantoso, me parece algo comprensible hasta cierto punto.