Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Johan Liebhart
Voto de Johan Liebhart:
7

Voto de Johan Liebhart:
7
6,8
113
Drama. Musical. Romance
Poética descripción de la vida de los gitanos moldavos bajo el Imperio Austro-Húngaro a principios del siglo XX, mediante la historia de un joven ladrón de caballos y una muchacha gitana. Zobar (Grigore Grigoriu) es buscado por el robo de caballos del ejército. Herido, es curado por una misteriosa gitana bruja llamada Rada (Svetlana Toma), quien desaparece igualmente de manera misteriosa; sin embargo Zobar no consigue olvidar el rostro ... [+]
31 de diciembre de 2021
31 de diciembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie sospecharía que una de las mejores películas sobre el espíritu del pueblo gitano surgiría durante la fría, friísima época de la URSS. Difícil de creer que el aséptico estudio Mosfilm financiara un romance apasionado con pasajes de canciones risueñas, de hermosos y coloridos bailes grupales que anticipan y presienten al mejor Kusturica. Una historia de amor entre dos gitanos cuyo libertinaje, cuya sublime anarquía fatalista disloca cualquier tendencia ideológica o propagandística típica de la época. Siendo así la película más popular de su año en Rusia y laureada en España con la Concha de Oro en el mismísimo festival de San Sebastián de 1976. ¿Cómo es posible?
La singularidad apunta a dos responsables.
El primero: Maksim Gorki, célebre literato ruso que, como Lorca, dedicó sus primeros escritos al pueblo gitano. En el caso del camarada del este, como pueblo simbólico para configurar una poética de la libertad dentro de un régimen en descomposición.
El segundo: Emil Loteanu, un director de cine moldavo, de origen rumano y sangre gitana, realizador de la película que nos ocupa. Loteanu se abrió camino en el férreo sistema de producción soviético combinando historias de granjas colectivas con historias de romances apasionados y fatídicos, temática central en toda su filmografía. Tras ganarse la confianza de Mosfilm con tres o cuatro films auspiciados por el estudio, se acercaba el cuarenta aniversario del fallecimiento de Gorki y a Loteanu no le costó conseguir la aprobación de uno de sus guiones tempranos que entrelazaban hábilmente dos relatos del literato al que había leído con fruición.
Así, acompañado de multitud de actores jóvenes de diferentes geografías: rusos, armenios, georgianos, moldavos, rumanos y muchos extras gitanos. Loteanu se embarcaría en el proyecto más importante de su carrera.
De tal modo, se gestaría "Los gitanos se van al cielo" (en otras latitudes "La reina de los gitanos") como una grata excepción dentro de un sistema que privilegiaba todo tipo de producciones patrióticas "por y para el pueblo" y ponía infinitas trabas burocráticas a cualquier disonancia autoral (véase Tarkovsky).
«Los gitanos se van al cielo» logra elevarse por encima de su época a pesar de los dejes setenteros gracias a sus actuaciones, su excelente fotografía y sus imponentes escenarios naturales. Para el recuerdo las bellísimas panorámicas sobre la estepa póntica, las escenas del baile de los velos, la niña risueña en el campamento y el trote a caballo de Zobar, el más carismático de los cuatreros. Pero sobre todo la actuación de Svetlana Toma como Rada, hipnótica y mística evolución de la gitana Carmen, que hechiza a todo el que osa mirarla con descaro.
La singularidad apunta a dos responsables.
El primero: Maksim Gorki, célebre literato ruso que, como Lorca, dedicó sus primeros escritos al pueblo gitano. En el caso del camarada del este, como pueblo simbólico para configurar una poética de la libertad dentro de un régimen en descomposición.
El segundo: Emil Loteanu, un director de cine moldavo, de origen rumano y sangre gitana, realizador de la película que nos ocupa. Loteanu se abrió camino en el férreo sistema de producción soviético combinando historias de granjas colectivas con historias de romances apasionados y fatídicos, temática central en toda su filmografía. Tras ganarse la confianza de Mosfilm con tres o cuatro films auspiciados por el estudio, se acercaba el cuarenta aniversario del fallecimiento de Gorki y a Loteanu no le costó conseguir la aprobación de uno de sus guiones tempranos que entrelazaban hábilmente dos relatos del literato al que había leído con fruición.
Así, acompañado de multitud de actores jóvenes de diferentes geografías: rusos, armenios, georgianos, moldavos, rumanos y muchos extras gitanos. Loteanu se embarcaría en el proyecto más importante de su carrera.
De tal modo, se gestaría "Los gitanos se van al cielo" (en otras latitudes "La reina de los gitanos") como una grata excepción dentro de un sistema que privilegiaba todo tipo de producciones patrióticas "por y para el pueblo" y ponía infinitas trabas burocráticas a cualquier disonancia autoral (véase Tarkovsky).
«Los gitanos se van al cielo» logra elevarse por encima de su época a pesar de los dejes setenteros gracias a sus actuaciones, su excelente fotografía y sus imponentes escenarios naturales. Para el recuerdo las bellísimas panorámicas sobre la estepa póntica, las escenas del baile de los velos, la niña risueña en el campamento y el trote a caballo de Zobar, el más carismático de los cuatreros. Pero sobre todo la actuación de Svetlana Toma como Rada, hipnótica y mística evolución de la gitana Carmen, que hechiza a todo el que osa mirarla con descaro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El abruptamente trágico final es fiel a la pluma de Gorki. Loteanu, quien sabe si por economía, solo se deja en el tintero el episodio final de la visión fantasmagórica de Rada. En el relato, reaparece tras la muerte, danzando libremente en la lejanía, delante de su padre y de los suyos, como la epifanía de un duelo imposible. Como esos versos de Lorca:
"Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando"
"Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando"