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Voto de TOM REGAN:
9

Voto de TOM REGAN:
9
7,6
19.685
Serie de TV. Drama. Thriller
Miniserie de TV. 4 episodios. El mundo de una familia se pone patas arriba cuando Jamie Miller, de 13 años, es arrestado y acusado de asesinar a una compañera de clase. Los cargos contra su hijo les obliga a enfrentarse a la peor pesadilla de cualquier padre.
25 de marzo de 2025
25 de marzo de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
78/20(22/03/25) Extraordinaria a la par desgarradora serie dramática inglesa producida para Netflix, formidable su disección de la actual adolescencia occidental, producción que debería ser de visión obligada para todos los padres con hijos en estas edades tan herméticas. Cuatro sublimes capítulos creados por Jack Thorne y Stephen Graham (también protagoniza) y dirigida por Philip Barantini, centrándose en un estudiante de 13 años llamado Jamie Miller (Owen Cooper), arrestado por el asesinato de una compañera de clase. Graham concibió originalmente “Adolescence” como respuesta al aumento de delitos violentos con arma blanca en Gran Bretaña, incluyendo asesinatos de Elianne Andam y Ava White. Decidió crear un drama explorara la motivación de actos extremos de violencia contra niñas por parte de niños, y colaboró con el guionista Jack Thorne. Tiene la particularidad que cada entrega es filmada en plano-secuencia, sin cortes, todo en tiempo real, hace te sumerjas en el relato de modo epidérmico, todo se asemeja algo contrarreloj hace te involucres y lo sientas más real. Como no hay cortes las actuaciones poseen una intensidad acuciante, o que repercute en una autenticidad doliente.
La cámara del DP Matthew Lewis (el de siempre con Barantini) se mueve con fluidez brillante entre los diferentes personajes y escenarios, entrando y saliendo de habitaciones, edificios, saltando por ventanas (¿?), elevándose al cielo, bajando a ras de suelo, labor superlativa. Radiografía sensacional de la psicología intergeneracional, de adolescentes y padres, aborda las inseguridades, angustia, grietas en estas complicadas relaciones paterno-filiales. No es un thriller sobre quien es un criminal, esto queda claro al final del primer capítulo, prima el realismo crudo de consecuencias de esta tragedia e indagar en las complejas causas que llevaron al asesinato, y como se propaga la onda expansiva. Analiza el entorno del ‘sospechoso’ adolescente, sus amistades, profesores, relaciones con el sexo femenino, y por supuesto con la familia, salpicado de egos, bullying, ira, y sobre el nuevo fenómeno moderno de redes sociales tanto afectan a estas volubles edades, con ello ansias de popularidad, dejando claro la falta de referentes morales en esta generación que se ha desconectado del mundo real para vivir en uno virtual, y con ello hay escasa cobertura con sus padres. A la vez, sobre todo en el cuarto capítulo, se adentra en la pesadilla colateral es la situación para la familia.
Cada hora de episodio es un lugar y fechas salpicadas, con enfoque disímil: el día 1 nos lleva del hogar a la comisaría; el día 3 al instituto; 7 meses después asistimos a la evaluación psicológica que hace una terapeuta independiente; y tras 13 meses visitamos a la familia, antes de que se celebre el juicio.
Comienza de forma desconcertante, en una tranquila mañana en South Kirkby, pequeña ciudad de West Yorkshire (Inglaterra), un policía ríe Bascombe (Ashley Walters) entre dientes al oír un mensaje de voz de su hijo, preguntándole si puede faltar a la escuela ese día. "Soy un blando", le explica el policía a su compañera Misha Frank (Faye Marsay) en el coche patrulla. A continuación, la pareja lidera el ‘asalto’ con un equipo SWAT fuertemente armado una casa suburbana, derriban la puerta de la familia Miller, dejan en shock a la familia que aun dormía, y arrestan a su hijo Jamie Miller (el debutante Owen Cooper), de 13 años, por el asesinato de un compañero de clase, y con el susto el chico se orina encima. Dejando en estado de shock a sus padres, Eddie (el también co-showrunner Stephen Graham), su madre Manda (Christine Tremarco) y su hermana mayor Lisa (Amélie Pease), de casi 18. Registran la casa y llevan al niño a comisaria para interrogarlo. Seguimos el procedimiento de ritual de como lo fichan, lo registran, le ponen un abogado, y finalmente lo interrogan. Todo ello narrado con un pulso narrativo tenso, rezumando sequedad y veracidad, hasta que en el interrogatorio todo implosiona.
En el segundo capítulo, tres días después. Bascombe entra a investigar al colegio donde se desencadenaron los hechos y al que además concurre su hijo (con quien mantiene una relación bastante distante), intenta encontrar información sobre el arma. Mostrando la brecha entre la generación de adultos y los adolescentes que viven en su burbuja artificiosa de las redes sociales, y con ello las jerarquías de popularidad que se establecen, hasta los bajos estratos a los que se hace bullying. Aquí sentimos como el mundo de estos jóvenes se mueve en una dimensión retorcida de mensajes encriptados en emojis; En este capítulo la cámara se mueve de modo extraordinario entre la multitud de chicos, siendo impactante (si te fijas) como la cámara llega a atravesar un cristal (¿?), o con ese final en que la cámara se eleva a las alturas siguiendo un coche por la autopista y vuelve al asuelo; Ashley Walters da una interpretación buenísima, desde la contención la mesura, desde el parco lenguaje gestual, realista en su hartazgo del caso, perdido entre los adolescentes, estupendo.
El tercer episodio, siete meses después del asesinato. La psicóloga Briony Ariston (Erin Doherty) se reúne con Jamie en un centro de detención juvenil para preparar un informe previo al juicio sobre su salud mental. Jamie ha estado involucrado recientemente en un altercado violento con otro recluso y está visiblemente molesto por el hecho de que, a diferencia de él. Briony le deja claro a Jamie que su único objetivo es evaluar su comprensión de las circunstancias que rodean el caso, no el caso en sí. Jamie, sin embargo, se involucra en un juego tenuemente controlado de superioridad, debido a su inmadurez emocional se convierte en interacción caótica y trae su presunto crimen, sus posibles motivaciones y la subcultura subyacente al primer plano de la discusión; Esta es una entrega impactante, un duelo actoral absorbente;... (sigo en spoiler)
La cámara del DP Matthew Lewis (el de siempre con Barantini) se mueve con fluidez brillante entre los diferentes personajes y escenarios, entrando y saliendo de habitaciones, edificios, saltando por ventanas (¿?), elevándose al cielo, bajando a ras de suelo, labor superlativa. Radiografía sensacional de la psicología intergeneracional, de adolescentes y padres, aborda las inseguridades, angustia, grietas en estas complicadas relaciones paterno-filiales. No es un thriller sobre quien es un criminal, esto queda claro al final del primer capítulo, prima el realismo crudo de consecuencias de esta tragedia e indagar en las complejas causas que llevaron al asesinato, y como se propaga la onda expansiva. Analiza el entorno del ‘sospechoso’ adolescente, sus amistades, profesores, relaciones con el sexo femenino, y por supuesto con la familia, salpicado de egos, bullying, ira, y sobre el nuevo fenómeno moderno de redes sociales tanto afectan a estas volubles edades, con ello ansias de popularidad, dejando claro la falta de referentes morales en esta generación que se ha desconectado del mundo real para vivir en uno virtual, y con ello hay escasa cobertura con sus padres. A la vez, sobre todo en el cuarto capítulo, se adentra en la pesadilla colateral es la situación para la familia.
Cada hora de episodio es un lugar y fechas salpicadas, con enfoque disímil: el día 1 nos lleva del hogar a la comisaría; el día 3 al instituto; 7 meses después asistimos a la evaluación psicológica que hace una terapeuta independiente; y tras 13 meses visitamos a la familia, antes de que se celebre el juicio.
Comienza de forma desconcertante, en una tranquila mañana en South Kirkby, pequeña ciudad de West Yorkshire (Inglaterra), un policía ríe Bascombe (Ashley Walters) entre dientes al oír un mensaje de voz de su hijo, preguntándole si puede faltar a la escuela ese día. "Soy un blando", le explica el policía a su compañera Misha Frank (Faye Marsay) en el coche patrulla. A continuación, la pareja lidera el ‘asalto’ con un equipo SWAT fuertemente armado una casa suburbana, derriban la puerta de la familia Miller, dejan en shock a la familia que aun dormía, y arrestan a su hijo Jamie Miller (el debutante Owen Cooper), de 13 años, por el asesinato de un compañero de clase, y con el susto el chico se orina encima. Dejando en estado de shock a sus padres, Eddie (el también co-showrunner Stephen Graham), su madre Manda (Christine Tremarco) y su hermana mayor Lisa (Amélie Pease), de casi 18. Registran la casa y llevan al niño a comisaria para interrogarlo. Seguimos el procedimiento de ritual de como lo fichan, lo registran, le ponen un abogado, y finalmente lo interrogan. Todo ello narrado con un pulso narrativo tenso, rezumando sequedad y veracidad, hasta que en el interrogatorio todo implosiona.
En el segundo capítulo, tres días después. Bascombe entra a investigar al colegio donde se desencadenaron los hechos y al que además concurre su hijo (con quien mantiene una relación bastante distante), intenta encontrar información sobre el arma. Mostrando la brecha entre la generación de adultos y los adolescentes que viven en su burbuja artificiosa de las redes sociales, y con ello las jerarquías de popularidad que se establecen, hasta los bajos estratos a los que se hace bullying. Aquí sentimos como el mundo de estos jóvenes se mueve en una dimensión retorcida de mensajes encriptados en emojis; En este capítulo la cámara se mueve de modo extraordinario entre la multitud de chicos, siendo impactante (si te fijas) como la cámara llega a atravesar un cristal (¿?), o con ese final en que la cámara se eleva a las alturas siguiendo un coche por la autopista y vuelve al asuelo; Ashley Walters da una interpretación buenísima, desde la contención la mesura, desde el parco lenguaje gestual, realista en su hartazgo del caso, perdido entre los adolescentes, estupendo.
El tercer episodio, siete meses después del asesinato. La psicóloga Briony Ariston (Erin Doherty) se reúne con Jamie en un centro de detención juvenil para preparar un informe previo al juicio sobre su salud mental. Jamie ha estado involucrado recientemente en un altercado violento con otro recluso y está visiblemente molesto por el hecho de que, a diferencia de él. Briony le deja claro a Jamie que su único objetivo es evaluar su comprensión de las circunstancias que rodean el caso, no el caso en sí. Jamie, sin embargo, se involucra en un juego tenuemente controlado de superioridad, debido a su inmadurez emocional se convierte en interacción caótica y trae su presunto crimen, sus posibles motivaciones y la subcultura subyacente al primer plano de la discusión; Esta es una entrega impactante, un duelo actoral absorbente;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... Doherty nos regala una actuación fenomenal en su realismo atroz, como intenta llevar el control y no se note su inseguridad ante este animal herido del chico, como notamos su temor, pero a la vez intenta seguir adelante con su tensa sesión, sus temblores, su mirada, su lenguaje gestual nervioso, como juega con él intentando ganarse su confianza, para luego ser incisiva en preguntas que ahondan en los mundos ocultos de los adolescentes, como son sus gustos sexuales, en esa edad a flor de piel, y con ello exhibiendo como la cultura de internet ha generado mentes que en su volubilidad desena sexo cuanto antes, generan sus propias ambiciones, y cuando se entra en zonas que no les agradan explotan, y la actriz se pone al otro lado con un rigor cortante; A su lado un fascinante debutante Owen Cooper como Jamie, en una transmutación gloriosa creando a un ser dual, un niño desde que vemos como la psicóloga le lleva un chocolate con nubes, pero a la vez es un manipulador violento, especie de aprendiz de masculinidad tóxica, notamos la máscara de la arrogancia, pero como esta se agrieta cuando no le gusta lo que le dicen y explota de modo inquietante. Asistimos a la misoginia propia de los Incel (de lo que se comenta en la serie); Aquí la cámara juega mucho al plano subjetivo de la psicóloga, a que sintamos la inquietud frente a los arranques de furia del chaval, creando por momentos sensación de jaula en la habitación de la sesión, que parece achicarse en algunas tomas.
El cuarto y último capítulo. Trece meses después del asesinato, los Miller han intentado volver a la normalidad mientras Jamie espera el juicio. En el 50 cumpleaños de Eddie, su furgoneta es pintada con aerosol, le ponen traducido (pederasta). Eddie planea llevar a Manda y Lisa al cine más tarde ese día para aligerar el ambiente, pero primero van a una ferretería a comprar pintura para borrar la pintada. Allí, Eddie se angustia cuando un joven empleado lo reconoce y expresa torpemente su apoyo a Jamie; En este capítulo Graham y Tremarco los que dan una actuación estelar, comprometida, sentida, emocionante, trémula, con una química extraordinaria, empatizas con su sufrimiento, por como intentan no hablar del elefante en la habitación, durante un rato no hablan del hijo, hacen vida familiar, se dan muestras de cariño, hasta que la presión exterior aparece en modo pintada; Hay una prodigiosa escena en la furgo camino de la ferretería, donde la familia hablan distendidamente, sintiéndonos voyeurs, con esa cámara en sus nucas, nos sentimos involucrados, prodigiosa la cercanía; Muy al contrario el viaje de vuelta, de una tensión que se rasga con cuchillo; Como neurálgica es el diálogo entre los padres en el dormitorio, te ponen la piel de gallina, como buscan culpables en si mismos (‘Estaba en su habitación, no?.. Pensábamos que estaba a salvo’, dicen), en si ellos no han sabido educar al hijo, los ves desnudarse anímicamente; Ashley Walters imparte clase magistral de lenguaje corporal, manteniéndose alto y firme en el trabajo, marchitándose a medida su propia incapacidad para comprender vidas de los adolescentes, incluido y especialmente su hijo, sale a la luz.
No le doy un diez porque le encuentro el defecto que deberían haberle dedicado al menso un episodio a la familia de la víctima, incluso se hace una especie de guiño a esto cuando la inspectora Frank comenta sobre cómo las historias de crímenes a menudo se centran más en los delincuentes que en sus víctimas: pero esto no es excusa para caer en lo que denuncias, aquí hay una familia que se ha quedado sin su hija y se debería dar espacio a su dolor.
Serie que por derecho propio es un hito en el retrato del choque intergeneracional. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre la serie ir a: https://tomregan.blogspot.com/2025/03/adolescencia.html
El cuarto y último capítulo. Trece meses después del asesinato, los Miller han intentado volver a la normalidad mientras Jamie espera el juicio. En el 50 cumpleaños de Eddie, su furgoneta es pintada con aerosol, le ponen traducido (pederasta). Eddie planea llevar a Manda y Lisa al cine más tarde ese día para aligerar el ambiente, pero primero van a una ferretería a comprar pintura para borrar la pintada. Allí, Eddie se angustia cuando un joven empleado lo reconoce y expresa torpemente su apoyo a Jamie; En este capítulo Graham y Tremarco los que dan una actuación estelar, comprometida, sentida, emocionante, trémula, con una química extraordinaria, empatizas con su sufrimiento, por como intentan no hablar del elefante en la habitación, durante un rato no hablan del hijo, hacen vida familiar, se dan muestras de cariño, hasta que la presión exterior aparece en modo pintada; Hay una prodigiosa escena en la furgo camino de la ferretería, donde la familia hablan distendidamente, sintiéndonos voyeurs, con esa cámara en sus nucas, nos sentimos involucrados, prodigiosa la cercanía; Muy al contrario el viaje de vuelta, de una tensión que se rasga con cuchillo; Como neurálgica es el diálogo entre los padres en el dormitorio, te ponen la piel de gallina, como buscan culpables en si mismos (‘Estaba en su habitación, no?.. Pensábamos que estaba a salvo’, dicen), en si ellos no han sabido educar al hijo, los ves desnudarse anímicamente; Ashley Walters imparte clase magistral de lenguaje corporal, manteniéndose alto y firme en el trabajo, marchitándose a medida su propia incapacidad para comprender vidas de los adolescentes, incluido y especialmente su hijo, sale a la luz.
No le doy un diez porque le encuentro el defecto que deberían haberle dedicado al menso un episodio a la familia de la víctima, incluso se hace una especie de guiño a esto cuando la inspectora Frank comenta sobre cómo las historias de crímenes a menudo se centran más en los delincuentes que en sus víctimas: pero esto no es excusa para caer en lo que denuncias, aquí hay una familia que se ha quedado sin su hija y se debería dar espacio a su dolor.
Serie que por derecho propio es un hito en el retrato del choque intergeneracional. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre la serie ir a: https://tomregan.blogspot.com/2025/03/adolescencia.html