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Voto de TOM REGAN:
7

Voto de TOM REGAN:
7
8,1
17.081
Cine negro. Intriga. Thriller
El profesor Wanley y sus amigos comienzan a obsesionarse con el retrato de una bella muchacha, que está expuesto en el escaparate contiguo al club en que se reúnen. Wanley conoce por casualidad a la mujer del retrato y acepta ir a su apartamento. Pero allí ocurrirá algo inesperado. (FILMAFFINITY)
22 de mayo de 2014
22 de mayo de 2014
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
52/04(10/04/14) Muy sugestivo film noir del austriaco Fritz Lang, intenso, atractivo, y sobre todo con ínfulas moralizadoras, como en mucha de su obra intenta exponer la difusa que es la línea entre el bien y el mal, sobre como una persona “normal” puede caer presa de las tentaciones y enredarse en el lado oscuro.
El protagonista es el profesor de criminología de mediana edad Richard Wanley (buen Edward G. Robinson), su familia, esposa y dos hijos, se han ido de vacaciones y él se queda de Rodríguez. Por la noche en su club mantiene con dos amigos, el fiscal de distrito Frank Lalor (buen Raymond Massey) y el doctor Michael Brakstane (buen Edmund Breon), mantienen una distendida charla sobre la monotonía y las ganas de salir de ella. Al salir del club Wanley se queda contemplando el cuadro al oleo de un escaparate con una bella mujer buena Joan Bennett), de pronto esta aparece, Alice Reed, y habla con el profesor, terminando los dos en casa de ella pues ella le ha invitado para ver otros oleos, comenzando así una pesadilla que llevará al profesor al límite.
El guionista Nunnally Johnson (“Las Uvas de La ira”, “El Pistolero” o “Doce Del Patíbulo”), fundó en 1943 International Pictures, una compañía independiente y para estrenarse eligió el proyecto de adaptar el mismo el libro de J.H. Wallis “Once Off Guard”, dirigiéndola Lang, muy acertado al ser un tipo al que le encantaba reflejar la relatividad entre el bien y el mal, marcando a los personajes con frustraciones, ilusiones, sentimientos de culpa, ánimos de redención, lo frágil de la felicidad, y siempre con el peso de una decisión errada, en este caso el conejillo de indias es un profesor acomodado, que anhela algo de picante en su tedia vida, este es relatado por Fritz con pulso fluido con toques expresionistas, situaciones tensas, agudo manejo del suspense, con un uso punzante de imágenes de reloj como para ir marcando el poco tiempo que le queda, diálogos mordaces y sobre todo los se dan entre el profesor y el fiscal, y con pizcas de humor negro ingenioso, con análisis psicológico profundo del protagonista, mostrando una estremecedora evolución hacia el abismo, derivando por momentos en un film turbador. Lástima que algunos cambios sobre el libro, y alguna incoherencia expongan laxitud, ligereza y mucha trampa, que hace algunos elementos inverosímiles, no sé si por mor de la censura o por vaguedad del guión hacen desviar la atención hacia recursos poco naturales (spoiler). Asimismo su conclusión es cuando menos discutible, demasiado moralista, muy guardiana de la moral cristiana, Fritz Lang dijo que estaba de acuerdo con como acaba pero viendo su filmografía oscura y turbia cuando menos me queda la duda, estas taras hacen que resten puntos y la alejen de la redondez.
De la historia emana un aire moralista marcado a fuego, ya desde el inicio el profesor cuenta a su alumnado que Los Diez Mandamientos dicen <No Mataras>, pero esto este concepto puede ser ambiguo, según como suceda, precediendo a lo que le va a acontecer. Asimismo como bien he leído la mujer, Alice, su belleza, es reflejada como el canto de las sirenas, esta hace que los 3 hombres que se acercan a esta tentación sean abocados a la tragedia, y todos ellos se han aproximado por razones oscuras, uno para acostarse de vez en cuando con ella, otro para salir de su monotonía, y el último para chantajearla, muy claro el mensaje de ser bueno y no te acerques a desconocidas y menos si estas casado.
Hay momentos de una enorme intensidad, como la aparición en casa de Alice de Claude, el traslado del cadáver bajo la lluvia al bosque, o como Wanley por su nerviosismo mete la pata ante el fiscal varias veces, cuando presupone que cuando hablan de una desaparición él habla de asesinato, o como cuando lo llevan a donde estaba el cuerpo él va delante, o los dos encuentros de Alice con Heidt, de una gran perturbación, con un juego sibilino del chantajista.
Edward G. Robinson realiza una actuación conmovedora, con una evolución creíble, con una manejo gestual y de mirada suntuoso, resulta magnético para la pantalla, desarrollando complejidad, tormento, angustia, maravilloso. Joan Bennett es la “sirena”, bellísima, pero gélida, no llega a ser mujer fatal, demasiado tibia, de hecho no se sabe muy bien de que va, me esconfuso su comportamiento un tanto errático. Raymond Massey exhibe lo gran actor que es, con un porte majestuoso, con carisma, con empatía, con mucha química con Robinson, con ententes de los que saltan chispas. Dan Duryea, en su rol típico que bordaba, una víbora, con sonrisa cínica de hiena, un elegante sibilino, un pícaro, que a pesar de su villanía consigue caerte bien, excelente.
La puesta en escena rezuma clasicismo, con una sobria puesta en escena de Duncan Cramer (“Con las Horas Contadas”), rodada toda en estudio, lo que más sobresale es la inquietante fotografía de Milton Krasner (“Eva al desnudo”, “Tu Y Yo” o “La Tentación Vive Arriba”), con toques expresionistas a partir de que el profesor conoce a la “sirena”, con tomas angustiosas de los momentos de la lluvia, aunque lejos del expresionismo gótico de otras obras de Lang. De las frases me quedo con la de Richard Wanley <Sólo hay tres maneras de tratar con un chantajista. Le puedes pagar y pagar y le pagas hasta que estés sin un centavo. O puedes llamar a la policía y dejar que tu secreto sea conocido en el mundo. O se le puede matar >. (continua en spoiler por falta de espacio)
El protagonista es el profesor de criminología de mediana edad Richard Wanley (buen Edward G. Robinson), su familia, esposa y dos hijos, se han ido de vacaciones y él se queda de Rodríguez. Por la noche en su club mantiene con dos amigos, el fiscal de distrito Frank Lalor (buen Raymond Massey) y el doctor Michael Brakstane (buen Edmund Breon), mantienen una distendida charla sobre la monotonía y las ganas de salir de ella. Al salir del club Wanley se queda contemplando el cuadro al oleo de un escaparate con una bella mujer buena Joan Bennett), de pronto esta aparece, Alice Reed, y habla con el profesor, terminando los dos en casa de ella pues ella le ha invitado para ver otros oleos, comenzando así una pesadilla que llevará al profesor al límite.
El guionista Nunnally Johnson (“Las Uvas de La ira”, “El Pistolero” o “Doce Del Patíbulo”), fundó en 1943 International Pictures, una compañía independiente y para estrenarse eligió el proyecto de adaptar el mismo el libro de J.H. Wallis “Once Off Guard”, dirigiéndola Lang, muy acertado al ser un tipo al que le encantaba reflejar la relatividad entre el bien y el mal, marcando a los personajes con frustraciones, ilusiones, sentimientos de culpa, ánimos de redención, lo frágil de la felicidad, y siempre con el peso de una decisión errada, en este caso el conejillo de indias es un profesor acomodado, que anhela algo de picante en su tedia vida, este es relatado por Fritz con pulso fluido con toques expresionistas, situaciones tensas, agudo manejo del suspense, con un uso punzante de imágenes de reloj como para ir marcando el poco tiempo que le queda, diálogos mordaces y sobre todo los se dan entre el profesor y el fiscal, y con pizcas de humor negro ingenioso, con análisis psicológico profundo del protagonista, mostrando una estremecedora evolución hacia el abismo, derivando por momentos en un film turbador. Lástima que algunos cambios sobre el libro, y alguna incoherencia expongan laxitud, ligereza y mucha trampa, que hace algunos elementos inverosímiles, no sé si por mor de la censura o por vaguedad del guión hacen desviar la atención hacia recursos poco naturales (spoiler). Asimismo su conclusión es cuando menos discutible, demasiado moralista, muy guardiana de la moral cristiana, Fritz Lang dijo que estaba de acuerdo con como acaba pero viendo su filmografía oscura y turbia cuando menos me queda la duda, estas taras hacen que resten puntos y la alejen de la redondez.
De la historia emana un aire moralista marcado a fuego, ya desde el inicio el profesor cuenta a su alumnado que Los Diez Mandamientos dicen <No Mataras>, pero esto este concepto puede ser ambiguo, según como suceda, precediendo a lo que le va a acontecer. Asimismo como bien he leído la mujer, Alice, su belleza, es reflejada como el canto de las sirenas, esta hace que los 3 hombres que se acercan a esta tentación sean abocados a la tragedia, y todos ellos se han aproximado por razones oscuras, uno para acostarse de vez en cuando con ella, otro para salir de su monotonía, y el último para chantajearla, muy claro el mensaje de ser bueno y no te acerques a desconocidas y menos si estas casado.
Hay momentos de una enorme intensidad, como la aparición en casa de Alice de Claude, el traslado del cadáver bajo la lluvia al bosque, o como Wanley por su nerviosismo mete la pata ante el fiscal varias veces, cuando presupone que cuando hablan de una desaparición él habla de asesinato, o como cuando lo llevan a donde estaba el cuerpo él va delante, o los dos encuentros de Alice con Heidt, de una gran perturbación, con un juego sibilino del chantajista.
Edward G. Robinson realiza una actuación conmovedora, con una evolución creíble, con una manejo gestual y de mirada suntuoso, resulta magnético para la pantalla, desarrollando complejidad, tormento, angustia, maravilloso. Joan Bennett es la “sirena”, bellísima, pero gélida, no llega a ser mujer fatal, demasiado tibia, de hecho no se sabe muy bien de que va, me esconfuso su comportamiento un tanto errático. Raymond Massey exhibe lo gran actor que es, con un porte majestuoso, con carisma, con empatía, con mucha química con Robinson, con ententes de los que saltan chispas. Dan Duryea, en su rol típico que bordaba, una víbora, con sonrisa cínica de hiena, un elegante sibilino, un pícaro, que a pesar de su villanía consigue caerte bien, excelente.
La puesta en escena rezuma clasicismo, con una sobria puesta en escena de Duncan Cramer (“Con las Horas Contadas”), rodada toda en estudio, lo que más sobresale es la inquietante fotografía de Milton Krasner (“Eva al desnudo”, “Tu Y Yo” o “La Tentación Vive Arriba”), con toques expresionistas a partir de que el profesor conoce a la “sirena”, con tomas angustiosas de los momentos de la lluvia, aunque lejos del expresionismo gótico de otras obras de Lang. De las frases me quedo con la de Richard Wanley <Sólo hay tres maneras de tratar con un chantajista. Le puedes pagar y pagar y le pagas hasta que estés sin un centavo. O puedes llamar a la policía y dejar que tu secreto sea conocido en el mundo. O se le puede matar >. (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En 1946 revistas de cine galas apodaron género “noir” a un tipo de films que llegaban de Estados Unidos, con recursos visuales y temas parecidos, asemejándolo a un grupo de cintas francesas que guardaban elementos en común, y que llamaron “polar”, influenciado este por escritores de tocaban argumentos policiales con entramados sombríos sobre la enrevesada personalidad de la naturaleza humana, adalides eran Raymond Chandler, Dasiell Hammett o Ernest Hemingway, y remarcaron 5 films bandera, “Double Indemnity” de Billy Wilder, “The Maltese Falcon” de John Huston, “Laura” de Otto Preminger, “Murder, My Sweet” de Edward Dmytryk y “The Woman in The Window”.
En conjunto un buen film, podría haberse pulido más para dar más calado, mi impresión es que Lang se sintió insatisfecho, pues solo un año después hizo la gran “Perversidad”, con los mismos protagonistas, argumento similar pero con un guión tan enfermizo y a la vez pulido como el David de Miguel Angel. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
En la segunda reunión Alice-Heidt, resulta forzado ese repentino enamoramiento del que se supone frío y calculador villano, tanto como para pedirle huir los dos juntos, metido con calzador. El guionista añadió un epilogo no presente en el libro, cambia el sentido de la historia hacia un tono almibarado, la novela termina con el profesor suicidado, se creía acorralado y tomarse las pastillas letales era su huída, lo paradójico es que no era necesario, la policía cierra el círculo sobre el sospechoso, Heidt, y caso cerrado, pero en la pantalla se sumaron unos minutos, se otorga a la historia un carácter onírico, el profesor es avisado por un camarero en su club como él había pedido, a las 10:30, tiene el libro en su regazo que había empezado a leer, “El Cantar De Los Cantares” del Rey Salomón, todo ha sido fruto de una pesadilla, se marcha del club, al recoger su abrigo y sombrero el que se los entrega tiene el rostro de Claude Mazard, el portero que le abre la puerta para salir tiene la faz de Heidt, luego pasa por en frente del cuadro y una prostituta, esta le tienta y el corre despavorido. Varios apuntes que merman, y que hacen que este final sea tan tramposo como insatisfactorio, lo de los sueños y que los personajes que personalices rostros que de la calle estaba ya al uso por la gran “El Mago De Oz”, recurso facilón destinado a dar un halo optimista y de segundas oportunidades, indigno de Fritz lang, luego en los sueños uno nunca sueña en tercera persona, siempre está presente, aquí hay 2 escenas fundamentales en las que el profesor no aparece, en las que Heidt visita a Alice para chantajearla, incoherente y de trileros, y si el profesor no ha visto a Heidt como al final se asusta al verlo de portero, fiasco. En 1948 el director vienés afirmó <Rechacé el final lógico, me parecía un final derrotista, tragedia para nada, provocada por un implacable destino, un final negativo a un problema que no es universal, una tristeza inútil que un público rechazaría>, no le creo, su filmografía está repleta de finales amargos, se vendió.
La cinta posee situaciones forzadas, dejan al descubierto situaciones inverosímiles, que en plena noche, en Nueva York, una mujer bella pasee por una calle desierta, vea a un tipo no precisamente joven y guapo, lo invite a su apartamento a tomar una copa y ver cuadros, suena chirriante, solo se entiende si ella es prostituta de lujo y viera en él un tipo rico, igual en la novela era así, aquí su relación no supera la castidad, además esto de que es meretriz queda patente por la visita de un violento hombre que tiene una relación con ella, pero esta no sabe ni su nombre, tampoco me parece que ella deba ponérsele el apelativo de “femme fatale”, en ningún momento traiciona al profesor, sigue sus indicaciones, de hecho me queda demasiado cándida, personaje no bien perfilado.
En conjunto un buen film, podría haberse pulido más para dar más calado, mi impresión es que Lang se sintió insatisfecho, pues solo un año después hizo la gran “Perversidad”, con los mismos protagonistas, argumento similar pero con un guión tan enfermizo y a la vez pulido como el David de Miguel Angel. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
En la segunda reunión Alice-Heidt, resulta forzado ese repentino enamoramiento del que se supone frío y calculador villano, tanto como para pedirle huir los dos juntos, metido con calzador. El guionista añadió un epilogo no presente en el libro, cambia el sentido de la historia hacia un tono almibarado, la novela termina con el profesor suicidado, se creía acorralado y tomarse las pastillas letales era su huída, lo paradójico es que no era necesario, la policía cierra el círculo sobre el sospechoso, Heidt, y caso cerrado, pero en la pantalla se sumaron unos minutos, se otorga a la historia un carácter onírico, el profesor es avisado por un camarero en su club como él había pedido, a las 10:30, tiene el libro en su regazo que había empezado a leer, “El Cantar De Los Cantares” del Rey Salomón, todo ha sido fruto de una pesadilla, se marcha del club, al recoger su abrigo y sombrero el que se los entrega tiene el rostro de Claude Mazard, el portero que le abre la puerta para salir tiene la faz de Heidt, luego pasa por en frente del cuadro y una prostituta, esta le tienta y el corre despavorido. Varios apuntes que merman, y que hacen que este final sea tan tramposo como insatisfactorio, lo de los sueños y que los personajes que personalices rostros que de la calle estaba ya al uso por la gran “El Mago De Oz”, recurso facilón destinado a dar un halo optimista y de segundas oportunidades, indigno de Fritz lang, luego en los sueños uno nunca sueña en tercera persona, siempre está presente, aquí hay 2 escenas fundamentales en las que el profesor no aparece, en las que Heidt visita a Alice para chantajearla, incoherente y de trileros, y si el profesor no ha visto a Heidt como al final se asusta al verlo de portero, fiasco. En 1948 el director vienés afirmó <Rechacé el final lógico, me parecía un final derrotista, tragedia para nada, provocada por un implacable destino, un final negativo a un problema que no es universal, una tristeza inútil que un público rechazaría>, no le creo, su filmografía está repleta de finales amargos, se vendió.
La cinta posee situaciones forzadas, dejan al descubierto situaciones inverosímiles, que en plena noche, en Nueva York, una mujer bella pasee por una calle desierta, vea a un tipo no precisamente joven y guapo, lo invite a su apartamento a tomar una copa y ver cuadros, suena chirriante, solo se entiende si ella es prostituta de lujo y viera en él un tipo rico, igual en la novela era así, aquí su relación no supera la castidad, además esto de que es meretriz queda patente por la visita de un violento hombre que tiene una relación con ella, pero esta no sabe ni su nombre, tampoco me parece que ella deba ponérsele el apelativo de “femme fatale”, en ningún momento traiciona al profesor, sigue sus indicaciones, de hecho me queda demasiado cándida, personaje no bien perfilado.