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Voto de TOM REGAN:
7

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7
6,4
1.497
Aventuras. Bélico
Episodio de la guerra entre ingleses y zulúes que tiene lugar antes de la masacre de "Isandhlawana" (1879), en la que murieron cientos de soldados británicos tras el asedio y ataque de miles de nativos zulúes. Precuela de "Zulú" (1964), film sobre el mismo conflicto dirigido por Cy Endfield y protagonizado por Michael Caine. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2017
15 de febrero de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
09/09(13/01/17) Buena superproducción bélica británica realizada por Douglas Hickox, muy didáctico sobre como los Imperios trataban a sus colonias, cómo intentaban humillaros e invadirlos por afán de gloria, cual va de picnic. Gira en torno a la histórica Batalla de Isandlwana entre británicos y zulúes en 1879 en Sudáfrica. Guión de Cy Enfield (“Zulú”) junto a Anthony Story, especie de precuela de “Zulú” (1964), donde se recrea la Batalla de Rorke's Drift, en esta sobresale la vanidad y arrogancia de los mandos militares que derivaron en lo que se ha llamado el Little Big Horn británico. La cinta tiene su fuerte en la tensión latente que se respira durante la invasión, en el modo arrogante y racista en que se comportan muchos mandos, y sobre todo en el clímax de la Batalla, un cuarto de film en que se refleja el caos y la claustrofobia del fragor guerrero. Rodándose para dar realísimo en los mismos escenarios donde acontecieron los hechos, y todo esto punteado con un elenco de actores fenomenales: Peter O’Toole, Burt Lancaster, Simon Ward, Denholm Elliott, Bob Hoskins, o John Mills. Cinta que tiene el valor y rigor de dar alma y dignidad a los zulúes, poniéndolos como los vejados por los altaneros británicos
Cinta que destaca por humanizar a los zulúes, les da motivaciones para su reacción bélica, están siendo invadidos, luchan por su supervivencia del racista invasor, además son mostrados como inteligentes en su estrategia de incrustar espías en lado británico. No son caricaturizados como salvajes monocordes, su lucha es por conservar su modo de vida, se les trata con orgullo, aunque carecemos de un personaje con el que empatizar, son mostradas con respeto y valentía, pero no hay un rostro con un mínimo fondo con el que conectar el espectador. Por el contrario los mandamases británicos son reflejados como engreídos arrogantes y superficiales, carentes de la menor simpatía por los negros, a excepción de algún personaje blanco (el coronel Durnford y el teniente Harford) que es la excepción a la regla general.
La historia peca de cierto simplismo cliché, sin matices, todo es debido a la petulancia de los mandos británicos. Achacable que hay un reparto coral, con sus minutos de gloria para cada personaje, pero no son aprovechados para dar profundidad mínima en alguno, estereotipos que reaccionan de modo previsible, con lo que el espectador no llega a sensibilizar con ninguno, son figuras que pasan, pero que no termina de llegarte, por lo que cuando son expuestos al fragor de la batalla la intensidad por lo que les ocurra es escasa. La batalla tiene grandes momentos, con tomas espectaculares, sabiendo moverse entre los soldados, como captar la épica en sus formidables tomas generales, terminan en algún momento perdiéndose entre los diferentes escenarios, provocando desorientación en el espectador. Estos defectos pueden provenir de que el realizador Hickox del mundo de la publicidad, sabe ser un esteta de la imagen, pero sufre de falta de ser incisivo en dar carácter a los personajes.
Entretenida cinta bélica partida en tres partes: En la primera, la génesis de la batalla, crece la arrogancia, el militarismo, el reclutamiento entre civiles, las ansias de gloria entre los británicos, con demandas inadmisibles para los zulúes, el modo trivial en que se toman el belicismo. Esta parte se muestra un tanto estereotipada, contando mostrar con claridad a los personajes, y un tanto falto de ritmo; La segunda es sobre el modo campestre en que los británicos se toman su expedición bélica a Zululandia, travesía por la sábana africana, queda patente el racismo inglés, y con ello su confianza plena en aplastar con facilidad a estos “salvajes con taparrabos”. Este tramo es entretenido, tiene hondura por lo de remarcar la nula importancia que tenía para los británicos las vidasd de los negros, como los utilizaban de bestias para la carga, mostrando además bellas estampas paisajísticas, El último tercio está dedicado a la batalla, una agónica contienda que en increscendo vamos viendo los errores de los mandos británicos al repartir en pequeños grupos a su tropa, lo cual a la postre fue un suicidio, hasta desembocar todo en el estallido del belicismo, primero está la disciplinita militar frente al modo de marabunta de atacar de los zulúes, estos al superar en amplio número a los británicos terminan por arrollarlos, se ve venir que será imposible salir vivo de esta desproporción. Vemos caer muertos por todos lados, transmitiendo el caos de la refriega, aún así los británicos siguen manteniendo su lado estoico, con detalles como el control “riguroso” de la munición, o como un mando trata a un mensajero que trae noticias aciagas de la batalla, y el referido mando le regaña por no portarse de modo calmado, acentuado el sinsentido de la flema inglesa. Asimismo se expone el patriotismo inglés con el modo en que los británicos se saben vencidos, pero quieren su pequeña victoria en salvaguardar la “Union Jack” (La bandera UK) de que la conquisten los zulúes. Este tramo resulta vistoso, bien filmado, con buen pulso, pero adolece de intensidad, no llegamos a tener conexión con los personajes que van cayendo, con lo que te atrapa en su violencia cuasi-atávica, pero no te genera emoción.
El elenco actoral es numeroso, parte de sus taras reside en que al querer darle peso a tantos, se queda corto, algunos aprovechan mejor que otros “sus cinco minutos de gloria”; Peter O’Toole borda con su rigurosa flema a Lord Chelmsford, un racista condescendiente con los negros, demostrándolo con sangrantes frases como "para el salvaje como para el niño, el castigo es a veces una bendición", sabe infundir a su rol de sutilidad villánica; Burt Lancaster interpreta con energía al Coronel Durnford, el actor le dota de mundo interior en el modo de expresarse y de gestualidad, se nota sufrimiento por lo que ve;... (sigue en spoiler)
Cinta que destaca por humanizar a los zulúes, les da motivaciones para su reacción bélica, están siendo invadidos, luchan por su supervivencia del racista invasor, además son mostrados como inteligentes en su estrategia de incrustar espías en lado británico. No son caricaturizados como salvajes monocordes, su lucha es por conservar su modo de vida, se les trata con orgullo, aunque carecemos de un personaje con el que empatizar, son mostradas con respeto y valentía, pero no hay un rostro con un mínimo fondo con el que conectar el espectador. Por el contrario los mandamases británicos son reflejados como engreídos arrogantes y superficiales, carentes de la menor simpatía por los negros, a excepción de algún personaje blanco (el coronel Durnford y el teniente Harford) que es la excepción a la regla general.
La historia peca de cierto simplismo cliché, sin matices, todo es debido a la petulancia de los mandos británicos. Achacable que hay un reparto coral, con sus minutos de gloria para cada personaje, pero no son aprovechados para dar profundidad mínima en alguno, estereotipos que reaccionan de modo previsible, con lo que el espectador no llega a sensibilizar con ninguno, son figuras que pasan, pero que no termina de llegarte, por lo que cuando son expuestos al fragor de la batalla la intensidad por lo que les ocurra es escasa. La batalla tiene grandes momentos, con tomas espectaculares, sabiendo moverse entre los soldados, como captar la épica en sus formidables tomas generales, terminan en algún momento perdiéndose entre los diferentes escenarios, provocando desorientación en el espectador. Estos defectos pueden provenir de que el realizador Hickox del mundo de la publicidad, sabe ser un esteta de la imagen, pero sufre de falta de ser incisivo en dar carácter a los personajes.
Entretenida cinta bélica partida en tres partes: En la primera, la génesis de la batalla, crece la arrogancia, el militarismo, el reclutamiento entre civiles, las ansias de gloria entre los británicos, con demandas inadmisibles para los zulúes, el modo trivial en que se toman el belicismo. Esta parte se muestra un tanto estereotipada, contando mostrar con claridad a los personajes, y un tanto falto de ritmo; La segunda es sobre el modo campestre en que los británicos se toman su expedición bélica a Zululandia, travesía por la sábana africana, queda patente el racismo inglés, y con ello su confianza plena en aplastar con facilidad a estos “salvajes con taparrabos”. Este tramo es entretenido, tiene hondura por lo de remarcar la nula importancia que tenía para los británicos las vidasd de los negros, como los utilizaban de bestias para la carga, mostrando además bellas estampas paisajísticas, El último tercio está dedicado a la batalla, una agónica contienda que en increscendo vamos viendo los errores de los mandos británicos al repartir en pequeños grupos a su tropa, lo cual a la postre fue un suicidio, hasta desembocar todo en el estallido del belicismo, primero está la disciplinita militar frente al modo de marabunta de atacar de los zulúes, estos al superar en amplio número a los británicos terminan por arrollarlos, se ve venir que será imposible salir vivo de esta desproporción. Vemos caer muertos por todos lados, transmitiendo el caos de la refriega, aún así los británicos siguen manteniendo su lado estoico, con detalles como el control “riguroso” de la munición, o como un mando trata a un mensajero que trae noticias aciagas de la batalla, y el referido mando le regaña por no portarse de modo calmado, acentuado el sinsentido de la flema inglesa. Asimismo se expone el patriotismo inglés con el modo en que los británicos se saben vencidos, pero quieren su pequeña victoria en salvaguardar la “Union Jack” (La bandera UK) de que la conquisten los zulúes. Este tramo resulta vistoso, bien filmado, con buen pulso, pero adolece de intensidad, no llegamos a tener conexión con los personajes que van cayendo, con lo que te atrapa en su violencia cuasi-atávica, pero no te genera emoción.
El elenco actoral es numeroso, parte de sus taras reside en que al querer darle peso a tantos, se queda corto, algunos aprovechan mejor que otros “sus cinco minutos de gloria”; Peter O’Toole borda con su rigurosa flema a Lord Chelmsford, un racista condescendiente con los negros, demostrándolo con sangrantes frases como "para el salvaje como para el niño, el castigo es a veces una bendición", sabe infundir a su rol de sutilidad villánica; Burt Lancaster interpreta con energía al Coronel Durnford, el actor le dota de mundo interior en el modo de expresarse y de gestualidad, se nota sufrimiento por lo que ve;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... John Mills como Sir Henry Bartle Frere, Alto Comisionado británico para África del Sur, en sus pocas escenas es retratado de modo alegórico como pseudo-nazi soltando una frase con connotaciones al Holocausto judío, dice “Hace falta una solución definitiva para el problema zulú”; Denholm Elliott como el Coronel Pulleine, de modales educados asiste a la expedición displicentemente; James Faulkner como el teniente Melvill, hombre despreciativo, cuando un guerrero zulú le cuestiona sobre porque las fuerzas británicas les invaden, responde "Venimos aquí por la gran reina Victoria, Reina de toda África!", soflama con ribetes xenófobos; Christopher Cazenove es el teniente Coghill, joven oficial simpático, no de acuerdo con la estrategia de Lord Chelmsford, deja destellos vibrantes; Simon Ward como el teniente William Vereker, joven oficial de caballería unido a la tropa de Durnford, patriota que ve su idealismo tambalearse ante el comportamiento vejatorio (torturas y nulo respeto por la vida) de los británicos con los negros; Bob Hoskins es el sargento mayor Williams, expeditivo, rudo y estricto soldado, el actor deja impronta eléctrica, deja una relación con un joven soldado al que adiestra de modo despótico; Ronald Pickup es el Teniente Harford, es junto a Durnford nuestra brújula moral en el relato, mostrando dolor por el modo en que se tratan a los negros; Ronald Lacey encarna a Norris "Noggs" Newman, corresponsal de guerra del The Standard, acompaña al ejército británico a Zululand para informar sobre la guerra, es un tipo crítico con el modo de encarar los hechos de Lord Chelmsford, refleja notablemente exponencialmente a la opinión pública de la isla británica; Simon Sabela encarna al orgulloso Rey zulú Cetshwayo, encarnado de modo digno, deseoso de evitar el conflicto, pero no acobardándose ante las amenazas, sabe el actor darle vigor y alma, como lo demuestra que se preocupe por que el campo se puede quedar sin trabajadores si van a la guerra.
Puesta en escena reseñable, esmerado diseño de producción de Jhon Rosewarne, filmándose en Sudáfrica, los escenarios naturales donde acontecieron los hechos, Pietermaritzburg y en donde estalló la batalla, en las montañas de Isandlwana, potenciados lares por la fotografía de Ousama Rawi (“Los Tudor”, la serie), con excelentes tomas generales que captan la aridez de la sabana, haciendo resaltar sobre ellas las casacas rojas del ejército británico, y con ella emitiendo el calor ambiental, y en el clímax de la batalla proyectando al espectador la violencia atávica, el terror de la masa de zulúes que se come poco a apoco a los británicos. La música de Elmer Bernstein (“Los siete magníficos” o “La gran evasión”), no deja especial huella.
El 22 de enero de 1879, 24.000 miembros de la tribu de los Zulú masacraron a 1.300 soldados británicos en su lucha por mantener las colonias africanas, la mayor derrota militar británica de su época. Inicialmente, las tribus indígenas Zulu tenían una relación cordial con los británicos, pero un cambio en la estrategia política devino en crecientes incursiones en territorio zulú. La fuerza expedicionaria británica liderada por Lord Chelmsford estaba bien armada (con el moderno rifle Martini Henry) con lo último en armamento y se sentía segura de una rápida victoria sobre los zulues de la tribu, estos con armamento primitivo (lanzas y escudos rudimentarios). Lord Chelmsford comete el error de dividir su ejército en unidades pequeñas, alejadas una de otra. Cuando los guerreros zulúes montan un ataque sorpresa masivo en lo que se conoció como la Batalla de Isandlwana (nombre de las montañas donde ocurrió), los británicos son rápidamente arrollados.
Buen film bélico, con el te haces idea del modo en que algunos Imperios trataban a sus colonias. Mostrando la arrogancia y racismo reinante en estos conquistadores. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/amanecer-zulu-buena-superproduccion.html
Puesta en escena reseñable, esmerado diseño de producción de Jhon Rosewarne, filmándose en Sudáfrica, los escenarios naturales donde acontecieron los hechos, Pietermaritzburg y en donde estalló la batalla, en las montañas de Isandlwana, potenciados lares por la fotografía de Ousama Rawi (“Los Tudor”, la serie), con excelentes tomas generales que captan la aridez de la sabana, haciendo resaltar sobre ellas las casacas rojas del ejército británico, y con ella emitiendo el calor ambiental, y en el clímax de la batalla proyectando al espectador la violencia atávica, el terror de la masa de zulúes que se come poco a apoco a los británicos. La música de Elmer Bernstein (“Los siete magníficos” o “La gran evasión”), no deja especial huella.
El 22 de enero de 1879, 24.000 miembros de la tribu de los Zulú masacraron a 1.300 soldados británicos en su lucha por mantener las colonias africanas, la mayor derrota militar británica de su época. Inicialmente, las tribus indígenas Zulu tenían una relación cordial con los británicos, pero un cambio en la estrategia política devino en crecientes incursiones en territorio zulú. La fuerza expedicionaria británica liderada por Lord Chelmsford estaba bien armada (con el moderno rifle Martini Henry) con lo último en armamento y se sentía segura de una rápida victoria sobre los zulues de la tribu, estos con armamento primitivo (lanzas y escudos rudimentarios). Lord Chelmsford comete el error de dividir su ejército en unidades pequeñas, alejadas una de otra. Cuando los guerreros zulúes montan un ataque sorpresa masivo en lo que se conoció como la Batalla de Isandlwana (nombre de las montañas donde ocurrió), los británicos son rápidamente arrollados.
Buen film bélico, con el te haces idea del modo en que algunos Imperios trataban a sus colonias. Mostrando la arrogancia y racismo reinante en estos conquistadores. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/amanecer-zulu-buena-superproduccion.html