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Voto de TOM REGAN:
6
La dama del lago
Voto de TOM REGAN:
6
Cine negro. Intriga Una editora literaria (Audrey Totter) encarga al detective Phillip Marlowe (Robert Montgomery) encontrar a la misteriosa mujer de su jefe (Leon Ames), que supuestamente ha huido con un amante (Richard Simmons) y tal vez ha provocado una muerte. (FILMAFFINITY)
26 de mayo de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
92/12(17/05/16) Elogiable propuesta este arriesgado film del debutante actor en la realización del también actor Robert Montgomery, un ejercicio de estilo que tiene en su virtud el mayor de sus defectos, un metraje rodado íntegramente en cámara subjetiva que hace las veces del protagonista, a excepción de tres ocasiones en que el protagonista rompe la cuarta pared haciendo unos breves paréntesis en la acción. La cámara en primera persona imprime originalidad, hace las escenas sean planos secuencia, esto hace que exija de los actores que dan la réplica al protagonista una actuación en primer plano, siendo apreciable esto, hace a su vez se desnaturalice y pierda frescura y naturalidad, la cámara intenta ser la mirada del susodicho protagonista y esta tiene la tara de tener movimientos lentos y nada naturales, esto además con el paso de los minutos hace que al contrario de lo que pretende, que nos sintamos compenetrados con el protagonista, lo que llega a provocar es alejamiento, y lo que llega a ser más discutible es el “porque”, de esta técnica, se dijo en la publicidad de su tiempo que la película te haría sentir en primera persona lo mismo que el icónico detective, pero esto la imagen nihilista de Marlowe, anulando muchísimo porcentaje del atractivo del personaje. Es una cinta contada de modo denso que al apoyarse en este artificio deriva en mucho diálogo y escasez de escenas de acción, es una obra que por su calidad no pasa de ser del montón, nada destacable en su desarrollo, cine negro serie b, solo será recordada por el ejercicio de estilo que la hizo la primera en hacerlo. El guión de Steve Fisher (“Callejón sin salida” o “Destino: Tokyo”) y el no acreditado Raymond Chandler, adapta la exitosa novela homónima de este último de 1943. Historia enmarcada en Navidad, hecho que no es así en la novela en absoluto. En la novela, la gente que lo contrata son de unos grandes almacenes, en la película es un editor interesado en un cuento que el detective ha escrito.

El detective privado Philip marlowe (Robert Montgomery) es contratado en fechas navideñas por la editora de libros de Kingsby Publications, Adrienne Fromsett (Audrey Totter), para localizar a la esposa de su jefe, Derace Kingsby (Leon Ames), la última pista que se tiene de ella es un telegram que envio camino de México, donde decía que iba a divorciarse para casarse con Chris Lavery (Dick Simmons), pero tras ser interrogado este dice no haberla visto desde hace dos meses. En el relato tendrán importancia el teniente de policía DeGarmot (Lloyd Nolan) y el capitán de policía Kane (Tom Tully).

A excepción del prólogo, un intermedio y el epílogo, donde Marlowe habla a cámara unos segundos, resto es la mencionada técnica en cámara subjetiva, artificio que hace la experiencia recomendable, el dogma que supone este autoimpuesto encorsetamiento, el modo que tendría el realizador de encararlo, las sensaciones singulares que puede emitir al espectador, y esto enmarcado en un relato detectivesco del mítico Philip Marlowe, pues el resultado es irregular, por un lado está el envoltorio del ejercicio de estilo, que deja algunos buenos momentos y situaciones, con recursos ingeniosos, filmados con mucha habilidad, pero desgraciadamente se agota con el paso de los minutos, acartonando muchos momentos en soluciones un tanto engañosas, aunque con buenos picos, por otro lado está la historia, desarrolla un relato complejo, lioso, y por tramos bastante confuso, con diálogos que pasan sin pena ni gloria, film noir que nos habla de forma un tanto superficial de amores no correspondidos, de la codicia, de la corrupción moral, de la integridad, temas inherentes al género de cine negro con elementos correspondientes a este como la ambigüedad moral, el antihéroe, la mujer fatal, giros inesperados, intriga, pero ello con el defecto que la ambientación carece de esta atmósfera lastrada por el plano subjetivo. La historia evoluciona en un interesante increscendo dramático ello para culminar en un final un tanto desinflado, aderezado con un epílogo bastante chirriante.

Como todo experimento fílmico pretende dejar huella, ser referente de algún modo, y al final queda en un pretencioso juego que quiere más de lo que puede, no está dotado de recursos que sobrelleven el cansancio que la técnica produce con el paso del metraje, se agarra a elementos bastante plúmbeos, y que hoy día nos sobrellevan a lo que son los videojuegos en primera persona, como una mano que aparece para coger el pomo de una puerta, encender un cigarrillo con el humo, levantar una copa, una parte de un teléfono, que se vea al protagonista en algunos momentos frente a un espejo, o lo más extraño, ver el beso de una mujer contra la cámara, quedando estridente. Tampoco ayuda el nada fluido romance entre Marlowe y Fromsett, al no verse la contraparte queda frio y poco creíble. El mismo año de producción de esta cinta se estreno “La senda tenebrosa” (1947) de Delmer Daves, que nos ofrece medio metraje en cámara subjetiva, esta vez haciendo de Humphrey Bogart, pero en esta las motivaciones para la innovadora técnica está justificada, para a partir de la mitad de la película cambiar el formato y verse la actuación del afamado actor.
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spoiler:
La técnica provoca que los actores deban interactuar en primer plano con la cámara, una y otra vez lo mismo, pues apenas hay acción, agotando al espectador en este desnaturalizado método de interpretación que llega a ser sobreactuado, con reacciones forzadas y exageradas frente a cerrados primeros planos de la cámara, transmitiendo frialdad e impostura, valga de ejemplo lo extraño que resulta escuchar al protagonista siempre tras la acción, cercenando la empatía necesaria con el espectador, adolece de falta de ritmo a causa de la rigidez que impone la cámara. La que más protagonismo tiene es Audrey Totter, lo hace bien aportando vibraciones, expresividad, aunque poco puede hacer frente a la barrera de tener que interactuar con un cristal. Termina pareciendo un capricho la técnica que se impone sobre un argumento que carece de fuerza, no potencia la narración, la adorna vacuamente, pues incluso te hace desviarte del relato.

La puesta en escena no pasa de correcta, austera, dirección artística de E. Preston Ames (“Una americano en París” o “Gigi”) y Cedric Gibbons (“El mago de Oz” o “Cantando bajo la lluvia”), rodándose íntegramente en los MGM Studios en Culver City (Los Ángeles-Ca), ejemplo de la frugalidad de medios es que no hay escena alguna en un lago, como el propio título indica (por supuesto que en la novela si hay), la fotografía de Paul C. Vogel (“Alta sociedad” o “El tiempo en sus manos”) toma importancia vital, pues encarna nada menos que al protagonista, convirtiéndose en eje atractivo hasta que el metraje la convierte en redundante, asimismo compone largos y sugestivos planos-secuencia, creando en algunos momentos gran conexión con el espectador por mimetizarse con nuestros ojos, siendo bastante detallista, utilizando con ingenio el desenfoque para transmitir pérdida de conciencia. Punteado el metraje por la navideña música de David Snell (“La sombra del hombre delgado”), con sonidos de coros de villancicos.

Spoiler:

Momentos recordables, dos son los tramos que la técnica se muestra efectiva y la aprovecha la técnica en favor de traspasarnos lo que padece el protagonista: Uno es cuando Marlowe explora la vivienda de Chris Lavery, secuencia que impregna de tensión latente al espectador, la escalera que sube, el pasillo, cada cuarto que busca nos sentimos participes de la tensión y misterio que envuelve estos minutos, hasta que por fin encontramos el cuerpo en la ducha con la mampara agujereada por disparos, magnífico tramo que es acentuado por música en off de coro que dota de turbación la imágenes; El otro segmento es cuando Marlowe es perseguido en coche por otro, echándolo de la carretera, y volcando el auto, sale del escenario gateando, vemos sus manos, espía entre arbustos a la poli que llega, cuando se va gatea como puede hasta una cabina de teléfonos y allí sentimos con él su desorientación y vahído, con la cámara, su visión desenfocándose a modo de desmayo próximo, se da sentido al método de cámara subjetiva, lástima que el resto no esté a la altura de estas dos secuencias.

Film recomendable a los que guste de ver experimentos fílmicos con algunos buenos momentos. Fuerza y honor!!!

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