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6,0
116.522
Ciencia ficción. Fantástico. Acción. Bélico
Todo lo que tiene un comienzo tiene un final. La guerra estalla en la superficie de la tierra mientras las máquinas invaden Zion. Allí donde Reloaded significaba vida, Revolutions apunta a la muerte... (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2006
17 de abril de 2006
62 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veamos... Neo no es Jesús, que quede claro. Neo es el futuro Mesías que los judíos llevan esperando cinco mil años, no Jesucristo. El agente Smith podría encarnar al nazismo o al Hamas palestino. Los secundarios se reparten las razas, es decir, lo normal es observar un aplastante número de actores blancos. No en Matrix, ya que orientales y negros tienen un montón de papeles. Casualidad? Nunca. Toda esta puta trilogía es un cuento judío pretencioso y carente de originalidad en sus propuestas argumentales que roza el absurdo. Los judíos controlan los grandes estudios de Hollywood desde que se inventó el cine, y por ello, observamos siempre a nuestros héroes persiguiendo las dos máximas: venganza y éxito. Máximas judías.
Tras la breve introducción que constata mi furia, ésta se convierte en ira con la peña que aparece en ésta y la anterior, me refiero a los putos programas que intentan otorgar a la historia más sinsentido del que ya tiene por sí sola:
EL ORÁCULO: Una señora de raza negra (cómo no) que no pinta nada después de la primera parte. Además de ser un programa de ordenador, toma partido porque siente emociones tan fuera de lugar como la de la esperanza (jamás explicado en la trilogía por qué las máquinas pueden sentir, si exceptuamos porque no quieren ser borradas). No aporta nada ni en la segunda ni en la tercera. Encima tiene un guardaespaldas (oriental, claro).
EL INGENIERO DE LLAVES: Aparece en la segunda entrega y su importancia a pesar de la relevancia que se le presupone, se diluye en la nada de la trama. Es otro programa.
EL FRANCÉS: Un gabacho virtual que va de malote y de number one de Matrix. Un chulo putas que sólo aporta que sus colegas hagan sudar a los héroes y rellenen el infecto tufo.
EL ARQUITECTO: Creador de Matrix, una máquina claro, y candidato sin ecuanem para darle una paliza redentora hasta que le salga el código binario por el ano. Un fantasma al que no te crees ni por un segundo. Yo lo hubiese torturado con saña.
EL FERROVIARIO: Un lacayo del francés que te deja en una parada de metro hasta el final de tus días si le sale de los huevos. Poco más que contar. También de mentira.
Con estos notas quiso la máquina judía que estaba en la sombra engancharnos de alguna manera a la historia, y claro, no lo consiguió. El elegido, Neo, el futuro Mesías que los judíos esperan que venga y protagonista principal del truño trilosófico, poseé además poderes en el mundo real y se carga a las máquinas como un jueves tonto de Chuck Norris. Todas las escenas de acción son de bostezo permanente y la única pena que siento es que las putas máquinas no destrozaran Sion, porque menuda mierda de mundo habían creado los hijos de los judíos. Penoso. No tengo nada en contra de los judíos, pero es que la basura ideológica que han tenido los huevos de mostrarnos es de cadena perpetua.
Lo único destacable es el agente Smith, el mejor maloso desde el gran T-1000 de Terminator 2.
BASURA JUDÍA QUE INTENTARON COLARNOS CON VASELINA.
Tras la breve introducción que constata mi furia, ésta se convierte en ira con la peña que aparece en ésta y la anterior, me refiero a los putos programas que intentan otorgar a la historia más sinsentido del que ya tiene por sí sola:
EL ORÁCULO: Una señora de raza negra (cómo no) que no pinta nada después de la primera parte. Además de ser un programa de ordenador, toma partido porque siente emociones tan fuera de lugar como la de la esperanza (jamás explicado en la trilogía por qué las máquinas pueden sentir, si exceptuamos porque no quieren ser borradas). No aporta nada ni en la segunda ni en la tercera. Encima tiene un guardaespaldas (oriental, claro).
EL INGENIERO DE LLAVES: Aparece en la segunda entrega y su importancia a pesar de la relevancia que se le presupone, se diluye en la nada de la trama. Es otro programa.
EL FRANCÉS: Un gabacho virtual que va de malote y de number one de Matrix. Un chulo putas que sólo aporta que sus colegas hagan sudar a los héroes y rellenen el infecto tufo.
EL ARQUITECTO: Creador de Matrix, una máquina claro, y candidato sin ecuanem para darle una paliza redentora hasta que le salga el código binario por el ano. Un fantasma al que no te crees ni por un segundo. Yo lo hubiese torturado con saña.
EL FERROVIARIO: Un lacayo del francés que te deja en una parada de metro hasta el final de tus días si le sale de los huevos. Poco más que contar. También de mentira.
Con estos notas quiso la máquina judía que estaba en la sombra engancharnos de alguna manera a la historia, y claro, no lo consiguió. El elegido, Neo, el futuro Mesías que los judíos esperan que venga y protagonista principal del truño trilosófico, poseé además poderes en el mundo real y se carga a las máquinas como un jueves tonto de Chuck Norris. Todas las escenas de acción son de bostezo permanente y la única pena que siento es que las putas máquinas no destrozaran Sion, porque menuda mierda de mundo habían creado los hijos de los judíos. Penoso. No tengo nada en contra de los judíos, pero es que la basura ideológica que han tenido los huevos de mostrarnos es de cadena perpetua.
Lo único destacable es el agente Smith, el mejor maloso desde el gran T-1000 de Terminator 2.
BASURA JUDÍA QUE INTENTARON COLARNOS CON VASELINA.