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Drama
Mimma (Debora Caprioglio) es una joven de campo, llena de encantos, que se prostituye durante una quincena para ayudar económicamente a su novio; un trabajo que le vale el sobrenombre de Paprika, dado por la madame, y al que su novio la empuja engañada. Enterada del engaño, Mimma intenta huir, pero él amenaza con devolverla a su pueblo con un informe. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2018
19 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El erotómano Tinto Brass rodó ésta adaptación de la novela “Fanny Hill” de John Cleland pero ambientada en la Italia de finales de los años cincuenta,. Y todo a mayor honor y gloria de la inocente Debora Caprioglio (aunque utilizó el apellido Kinski ya que se casó con el polémico actor alemán Klaus Kinski) que pone todo su empeño en caracterizarse de una desafortunada chica de pueblo cuyo novio caradura la emplea en un prostíbulo pata obtener unos ahorros y sacar adelante un negocio. Abandonada en el prostíbulo de Madame Collette (Martine Brochard) demostrará sin ningun pudor lo mejor de sí misma ante una clientela tan variada como variopinta.
Tinto Brass no presumirá nunca de rodar películas con un buen relato de fondo porque va directo al grano en cuanto a exhibir estéticamente su particular visión del erotismo (se ha derrochado mucho onanismo en sus pases). Lo que es innegable es que es maestro cuidadoso con la cámara, sus decorados y, esos desnudos... Un fotografo del desnudo en que sus actrices y modelos han deambulado en sus films luciendo esveltez de trasero y pecho, cual modelos del Renacimiento. Citando el título de otra de sus películas, Brass es como un “uomo che guarda” y disfruta de su trabajo para que sus adeptos (mayoritariamente público masculino) disfruten de sus puestas en escena sin perder de vista una mínima sensibilidad al arte antes que recurrir al porno. Sí, cine erótico cien por cien. Extinto pero pomposo. Marca de la casa de éste italiano que no ha dado más de sí tras su implicación en “Calígula” (1979), su película más conocida pero supervisada desde Penthouse bajo el mando de Bob Guccione.
Tinto Brass no presumirá nunca de rodar películas con un buen relato de fondo porque va directo al grano en cuanto a exhibir estéticamente su particular visión del erotismo (se ha derrochado mucho onanismo en sus pases). Lo que es innegable es que es maestro cuidadoso con la cámara, sus decorados y, esos desnudos... Un fotografo del desnudo en que sus actrices y modelos han deambulado en sus films luciendo esveltez de trasero y pecho, cual modelos del Renacimiento. Citando el título de otra de sus películas, Brass es como un “uomo che guarda” y disfruta de su trabajo para que sus adeptos (mayoritariamente público masculino) disfruten de sus puestas en escena sin perder de vista una mínima sensibilidad al arte antes que recurrir al porno. Sí, cine erótico cien por cien. Extinto pero pomposo. Marca de la casa de éste italiano que no ha dado más de sí tras su implicación en “Calígula” (1979), su película más conocida pero supervisada desde Penthouse bajo el mando de Bob Guccione.