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Voto de Luis Guillermo Cardona:
5
Tambores lejanos
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5
Western. Acción En 1840, en la Península de Florida, el capitán Quincy Wyatt (Gary Cooper), un intrépido explorador del ejército, sigue la pista a unos contrabandistas de armas que están vendiendo rifles a los renegados indios seminolas. (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Seminolas, grupo perteneciente a la tribu Creek, escaparon hacia Florida cuando, sus líderes y su pueblo, fueron llevados por el ejército a una reserva en Oklahoma donde apenas podían sembrar ante la infertilidad de la zona. Desde entonces, se les conoció como los Seminolas (Fugitivos), y de inmediato, comenzaron a ser perseguidos por el ejército dispuesto a acabarlos con el fin de apoderarse de la totalidad de sus tierras. Como puede verse, los Creek (incluidos los seminolas) eran las víctimas, pero, como fuera habitual en cierto cine western, la historia se manipuló cuanto se pudo para hacerlos ver como los agresores a los que había que exterminar.

Los Creek (junto con los Cherokee, los Choctaw, los Chickasaw y los Seminola) eran conocidos como una de las Cinco Tribus Civilizadas porque adoptaron ciertas costumbres occidentales; y como tantas otras culturas nativas, también un día de 1825, buscaron la paz y firmaron con el gobierno el Tratado de Indian Springs, con el cual cedieron cerca del 80 % de su territorio. No obstante, al llegar a la presidencia, John Quincy Adams (el nombre del personaje protagónico de, <<TAMBORES LEJANOS>>, es en su homenaje), éste consideró irrelevante el tratado y lo anuló, no obstante haber sido ratificado por el Senado… y cuando a la Casa Blanca llegó, en 1930, Andrew Jackson, los Creek fueron expulsados de Georgia y llevados a Oklahoma, como ya dijimos. Valga decir que ya Jackson había liderado la lucha contra la facción Creek (Red Sticks), entre 1813-1814, y su triunfo lo convirtió en “héroe nacional”.

Durante la, Guerra de Independencia (1775-1783) los ingleses construyeron en Florida un fuerte llamado Prospect Bluff, y siendo los seminolas sus aliados en su lucha contra los estadounidenses, no sólo los dotaban de armas y municiones, sino que les dieron el fuerte para que lo ocuparan. Los americanos comenzaron a llamarlo, Fort Black, porque consideraban que incitaba a los esclavos a buscar su liberación, así que Jackson dio la imperativa orden de destruirlo.

En las luchas entre el ejército y los seminolas, en 1935 tuvo lugar la llamada, Masacre del Pantano Vahoo, uno de los duros ataques que los indios le causaron al ejército… y es aunando varios de estos hechos que, sin respetar fechas y con muy poca autenticidad histórica, los guionistas Niven Busch y Martin Rackin, escribieron la historia que, sin pudor alguno nos cuenta el director, Raoul Walsh, dispuesto -otra vez- a maquillar la oprobiosa historia estadounidense.

Como solía pasar en tantísimos westerns, los indios son los malos y los militares los buenos en forzado afán de defenderse del gran peligro que representan los seminolas. De los antecedentes históricos ni se habla, sólo hay que destruir el fuerte plagado de armamento y huyan como puedan… en esto se irá una hora de película.

La fotografía es muy lustrosa; la ambientación natural muy convincente aunque bastante tarzanesca; de nuevo, Max Steiner cumple a cabalidad como compositor; algunos diálogos y dos o tres escenas resultan agradables. Pero, pare de contar porque, el guion (con numerosas alusiones a “Objectiv: Burma!”) es mera aventura sin mayores pretensiones: La selva resulta más peligrosa que los seminolas. La chica de turno, interpretada por Mari Aldon (una atractiva lituana bailarina de ballet que ya había tenido algunos cameos), no obstante las vicisitudes de la selva, luce todo el tiempo perfectamente maquillada al igual que su doncella… y lo peor, es que su personaje es recreado como una suerte de princesa inútil, a la que hay que cargar y proteger todo el tiempo.

Y lo peor de todo es, Gary Cooper, quien, de principio a fin, luce más aburrido que una jirafa en un baile de bisontes. Enfermo, desgastado, desangrado por los mosquitos… y con un personaje que vive a las carreras, creo que su único momento de placer fue cuando Walsh, dijo: “Señores, terminamos”.

Título para Latinoamérica: <<ECO DE TAMBORES>>
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