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9
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Fantástico. Drama. Romance
Durante una noche de Navidad, una anciana le cuenta a su nieta la historia de Eduardo Manostijeras (Johnny Depp), un muchacho creado por un extravagante inventor (Vincent Price) que no pudo acabar su obra, dejando al joven con cuchillas en lugar de dedos. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2018
7 de marzo de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las cosas que determinan el atraso de una sociedad, es predominante considerar su nivel de prejuicios, discriminación y maltrato en razón de la raza, religión, sexo, nacionalidad… o condiciones físicas. Hay naciones con un gran desarrollo industrial, económico, en salud, escolaridad, etc., pero, a la hora de analizar sus niveles de convivencia y confraternidad, pierden el examen por la alta corrupción política, los desbordados niveles de delincuencia y criminalidad en las esferas altas y bajas, el maltrato a la mujer, el abuso a los pequeños… y, entre otras cosas, por la manera como crean sectas excluyentes de todo aquel que, por cualquier razón -ajena a su voluntad- resulte distinto u opuesto.
“EDUARDO MANOSTIJERAS” es, por sobre todo, una película acerca de los prejuicios, aunque también, y en mucho, es una película sobre el amor. Es una suerte de cuento fantástico, acerca de un chico creado por un inventor que lo fue armando con piezas sueltas, hasta llegar a ponerle corazón, cerebro y entrañas (una suerte de monstruo de Frankenstein), sólo que aquel -a diferencia de éste- no pudo ser terminado por la muerte repentina de su inventor y, en vez de manos, quedó con unas filosas tijeras que debe usar en reemplazo de sus extremidades. Pero, semejante al monstruo que imaginara Mary Shelley, éste también tiene la cara llena de cicatrices que él mismo se hace al mover torpemente sus filosas prótesis y también puede sentirse hondamente atraído por una jovencita a la que llegue a conocer.
Adicionalmente, el personaje que imaginaran Tim Burton y Caroline Thompson, y que ésta última convirtiera en guion, es un artista consumado y, todo lo que tenga ramas o pelo, es capaz de transformarlo en una obra de arte. Edward desborda sensibilidad, es humilde, manipulable, leal… pero, también asustadizo y repentinamente violento, como el Lennie de la inolvidable novela “De Ratones y Hombres” que nos legara John Steinbeck, otra fuente de la que, sin duda, se bebió para dar consistencia a esta nueva historia.
Con su preciosa puesta en escena, su novedoso diseño de producción (el cuarto de máquinas de panadería del inventor es memorable), su cálida fotografía… y su sensible banda sonora, la película brilla de principio a fin, haciendo que nos sintamos ante una historia de esas que se guardan para siempre en la memoria. Además, los diálogos son deliciosos con esas asociaciones en razón de los impedimentos de Edward (“¿Quieres jugar a piedra, papel o tijera?”, “Te invitamos a jugar cartas, el problema es que no podrás cortarlas” …).
(Aquí cito escena clave) Es la tercera vez que veo esta “cortante” película que pareciera querer tirar por la borda ¡y para siempre! la discriminación y los prejuicios, ¡algo que es aún una utopía!, y cada vez me siento más complacido con ella… aunque sigo sintiendo que, para la resolución del conflicto, se debió pensar en un accidente o en una tercera persona (policía) que interviniese en el momento preciso, de tal manera que se hubiese podido preservar la integridad moral que demostró, siempre, el valioso hombrecillo cara-pálida.
Pero, sumado a todo lo visto, las súper-cálidas actuaciones de Johnny Depp, Winona Ryder y Dianne Wiest, más la muy pícara de Kathy Baker (the hot Joyce), la calificación final es ampliamente favorable y creo que ésta puede ser la mejor película que Tim Burton haya dirigido hasta la fecha.
Título para Latinoamérica: EL JOVEN MANOS DE TIJERA
“EDUARDO MANOSTIJERAS” es, por sobre todo, una película acerca de los prejuicios, aunque también, y en mucho, es una película sobre el amor. Es una suerte de cuento fantástico, acerca de un chico creado por un inventor que lo fue armando con piezas sueltas, hasta llegar a ponerle corazón, cerebro y entrañas (una suerte de monstruo de Frankenstein), sólo que aquel -a diferencia de éste- no pudo ser terminado por la muerte repentina de su inventor y, en vez de manos, quedó con unas filosas tijeras que debe usar en reemplazo de sus extremidades. Pero, semejante al monstruo que imaginara Mary Shelley, éste también tiene la cara llena de cicatrices que él mismo se hace al mover torpemente sus filosas prótesis y también puede sentirse hondamente atraído por una jovencita a la que llegue a conocer.
Adicionalmente, el personaje que imaginaran Tim Burton y Caroline Thompson, y que ésta última convirtiera en guion, es un artista consumado y, todo lo que tenga ramas o pelo, es capaz de transformarlo en una obra de arte. Edward desborda sensibilidad, es humilde, manipulable, leal… pero, también asustadizo y repentinamente violento, como el Lennie de la inolvidable novela “De Ratones y Hombres” que nos legara John Steinbeck, otra fuente de la que, sin duda, se bebió para dar consistencia a esta nueva historia.
Con su preciosa puesta en escena, su novedoso diseño de producción (el cuarto de máquinas de panadería del inventor es memorable), su cálida fotografía… y su sensible banda sonora, la película brilla de principio a fin, haciendo que nos sintamos ante una historia de esas que se guardan para siempre en la memoria. Además, los diálogos son deliciosos con esas asociaciones en razón de los impedimentos de Edward (“¿Quieres jugar a piedra, papel o tijera?”, “Te invitamos a jugar cartas, el problema es que no podrás cortarlas” …).
(Aquí cito escena clave) Es la tercera vez que veo esta “cortante” película que pareciera querer tirar por la borda ¡y para siempre! la discriminación y los prejuicios, ¡algo que es aún una utopía!, y cada vez me siento más complacido con ella… aunque sigo sintiendo que, para la resolución del conflicto, se debió pensar en un accidente o en una tercera persona (policía) que interviniese en el momento preciso, de tal manera que se hubiese podido preservar la integridad moral que demostró, siempre, el valioso hombrecillo cara-pálida.
Pero, sumado a todo lo visto, las súper-cálidas actuaciones de Johnny Depp, Winona Ryder y Dianne Wiest, más la muy pícara de Kathy Baker (the hot Joyce), la calificación final es ampliamente favorable y creo que ésta puede ser la mejor película que Tim Burton haya dirigido hasta la fecha.
Título para Latinoamérica: EL JOVEN MANOS DE TIJERA