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Voto de Chris Jiménez:
2

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5,1
41
Serie de TV. Animación. Aventuras
Serie de TV (2011). 12 episodios. En la era Taiheimeji, había un reino gobernado por el shogunato Tokugawa. Dentro de éste, existía un grupo de guerreros que apoyaban al gobierno: el clan Manyuu. En la actualidad, los senos significan todo. Con senos grandes, está garantizada la riqueza y la popularidad. Los miembros del clan Manyuu ayudarán a aumentar los pechos grandes en el futuro, gracias a que ellos posen un pergamino secreto, en ... [+]
21 de agosto de 2017
21 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En, digamos, mi lejana posadolescencia, mi visión con respecto a la animación japonesa cambió de manera radical tras el tropiezo con "Seikon no Qwaser"; tiempo más tarde dio la casualidad de volver a encontrar al director Hiraku Kaneko y comprobar que poseía una carrera bastante extensa desde su controvertido debut, y un buen puñado de títulos en ella.
La inercia, la curiosidad y el disfrute sadomasoquista fueron las culpables de arrastrarme al mundo perturbador, autocomplaciente y absurdo de este Russ Meyer del anime.
"Manyu Hiken-cho" fue uno de esos títulos, trabajo original de Hideki Yamada, empleado de la compañía de videojuegos NihonFalcom que se desmarcaría para escribir guiones y luego cómics, desarrollando principalmente su "talento" en trabajos para adultos (si bien ha publicado historias más ligeras en estilo "light novel" y otras tantas de género "shonen"). La presente aparecería en el mercado a finales de 2.005 a través de la revista TechGian (que se estrenaría en dicho formato con ella), y uno se pregunta cómo fue capaz de aguantar seis años de serialización teniendo en cuenta dos importantes factores: su tosco y vulgar trazo y su incoherente argumento.
La respuesta es el poder del puro y duro "fan service" para atraer la atención del fan "freak" y despreocupado, pues "incoherente" es una definición muy pobre para lo que nos ofrecen las maniobras de Yamada y más aún las de Kaneko, obsesivo del "ecchi" al grado del roce con el "hentai", lo cual ya la primera secuencia (donde una pobre chica soporta una tortura indescriptible sobre sus pechos) nos demuestra. Sirve además para entrar en materia, algo que continúa durante la presentación de esta aventura ubicada en un Japón feudal alternativo y premeditadamente prostituido:
Las mujeres que poseen grandes senos son el signo del prestigio social y el orgullo nacional por encima de cualquier cosa que podamos imaginar, mientras que la pobreza, la humillación y el desprecio deriva de lo contrario, de esas hembras no bendecidas con la abundancia mamaria, y por tanto incapaces de servir de sustento a una familia; si aún no hemos quedado catatónicos por este embiste tan moralmente reprochable faltaba la presencia de un clan guerrero (Manyu) apoyado por el Shogun y dedicado a extender este tipo de farragosa filosofía, empleando los medios más implacables y violentos posibles contra la sociedad.
No es de extrañar que a Kaneko le dieran a dirigir la adaptación del manga teniendo en cuenta que las reglas de éste y las de "Seikon" no están tan distantes, amén de que las sigue a rajatabla...pero la enredada y alucinante trama de Hiroyuki Yoshino era harina de otro costal. El director nos mete en la dislocada peripecia de Yamada de la mano de una desertora de los Manyu, Chifusa, dispuesta a derribar las ideas tan erróneas y terribles de los suyos; es decir, una heroína que va a encarar la absurda injusticia social imperante y ayudar a los más oprimidos...podríamos tener alguna afección a este personaje, una Robin Hood femenina bien proporcionada, si no le sucediera lo mismo que a los demás.
Pues, pese a que el protagonismo es acaparado por mujeres, en absoluto débiles, más bien fuertes, firmes, independientes e impasibles, el propio autor las expone casi siempre como objetos sexuales vacíos y sin una mínima gota de inteligencia, objetos del deseo de los hombres, todos representados como cobardes babosos y depravados; es curioso lo que sucede aquí: se supone que se plantea una ácida crítica contra esa obsesión de la sociedad por el ideal femenino exuberante, sin embargo esto es usado para hacer apología del mismo de un modo harto vergonzoso.
Y es que los destellos de humor siempre tienen una base pervertida y ridícula, para nada graciosa, como les sucede a la inmensa mayoría de animes contemporáneos/actuales; a esto contribuyen los personajes, desdibujados en su estupidez y abyección. Sólo Chifusa se sostiene digna frente a la demencia reinante en su peregrinaje a través de villas y aldeas donde irá conociendo a individuos a los que ayudar mientras desentraña las "técnicas especiales" de su linaje; y a medida que avanza la inexistente trama episódica se inmiscuye en situaciones del todo surrealistas, escapando, junto a su muy molesta ayudante Kaede (sólo para añadir toques de comedia tonta y lesbianismo), de unos villanos que sobrepasan lo patético.
Además de ser los Manyu una vil parodia de la legendaria familia de guerreros Yagyu, el momento clave del anime en que mejor apreciamos la chifladura de Kaneko es cuando la protagonista entra a trabajar en una taberna (y ha de bailar ante un puñado de desquiciados sobre una tarima y con focos y música como en una discoteca del Tokyo actual); instante en que uno sólo desea despedazar al director y al autor a golpe de katana. Con cada episodio y secuencias que pasan, más repele la visión de ese Japón feudal inventado, tan grotescamente paródico y deshonroso con la tradición, algo de lo cual ambos tipejos están orgullosos...
Pudo haber tenido segunda temporada, pero gracias a Dios no fue así por la un tanto pobre recepción, y es que el "fan service" no lo es todo para aguantar una serie, aunque a veces se desenvuelva bien con escenas de acción coloridas y violentas en la mejor tradición "chambaresca". Sin embargo lo único a elogiar sería, además de la banda sonora, el trabajo de la carismática seiyu Minako Kotobuki, voz de Chifusa. Tras su visionado, si es que se puede aguantar entero, uno se toma el papel de la mujer en el anime con algo más de seriedad...
La inercia, la curiosidad y el disfrute sadomasoquista fueron las culpables de arrastrarme al mundo perturbador, autocomplaciente y absurdo de este Russ Meyer del anime.
"Manyu Hiken-cho" fue uno de esos títulos, trabajo original de Hideki Yamada, empleado de la compañía de videojuegos NihonFalcom que se desmarcaría para escribir guiones y luego cómics, desarrollando principalmente su "talento" en trabajos para adultos (si bien ha publicado historias más ligeras en estilo "light novel" y otras tantas de género "shonen"). La presente aparecería en el mercado a finales de 2.005 a través de la revista TechGian (que se estrenaría en dicho formato con ella), y uno se pregunta cómo fue capaz de aguantar seis años de serialización teniendo en cuenta dos importantes factores: su tosco y vulgar trazo y su incoherente argumento.
La respuesta es el poder del puro y duro "fan service" para atraer la atención del fan "freak" y despreocupado, pues "incoherente" es una definición muy pobre para lo que nos ofrecen las maniobras de Yamada y más aún las de Kaneko, obsesivo del "ecchi" al grado del roce con el "hentai", lo cual ya la primera secuencia (donde una pobre chica soporta una tortura indescriptible sobre sus pechos) nos demuestra. Sirve además para entrar en materia, algo que continúa durante la presentación de esta aventura ubicada en un Japón feudal alternativo y premeditadamente prostituido:
Las mujeres que poseen grandes senos son el signo del prestigio social y el orgullo nacional por encima de cualquier cosa que podamos imaginar, mientras que la pobreza, la humillación y el desprecio deriva de lo contrario, de esas hembras no bendecidas con la abundancia mamaria, y por tanto incapaces de servir de sustento a una familia; si aún no hemos quedado catatónicos por este embiste tan moralmente reprochable faltaba la presencia de un clan guerrero (Manyu) apoyado por el Shogun y dedicado a extender este tipo de farragosa filosofía, empleando los medios más implacables y violentos posibles contra la sociedad.
No es de extrañar que a Kaneko le dieran a dirigir la adaptación del manga teniendo en cuenta que las reglas de éste y las de "Seikon" no están tan distantes, amén de que las sigue a rajatabla...pero la enredada y alucinante trama de Hiroyuki Yoshino era harina de otro costal. El director nos mete en la dislocada peripecia de Yamada de la mano de una desertora de los Manyu, Chifusa, dispuesta a derribar las ideas tan erróneas y terribles de los suyos; es decir, una heroína que va a encarar la absurda injusticia social imperante y ayudar a los más oprimidos...podríamos tener alguna afección a este personaje, una Robin Hood femenina bien proporcionada, si no le sucediera lo mismo que a los demás.
Pues, pese a que el protagonismo es acaparado por mujeres, en absoluto débiles, más bien fuertes, firmes, independientes e impasibles, el propio autor las expone casi siempre como objetos sexuales vacíos y sin una mínima gota de inteligencia, objetos del deseo de los hombres, todos representados como cobardes babosos y depravados; es curioso lo que sucede aquí: se supone que se plantea una ácida crítica contra esa obsesión de la sociedad por el ideal femenino exuberante, sin embargo esto es usado para hacer apología del mismo de un modo harto vergonzoso.
Y es que los destellos de humor siempre tienen una base pervertida y ridícula, para nada graciosa, como les sucede a la inmensa mayoría de animes contemporáneos/actuales; a esto contribuyen los personajes, desdibujados en su estupidez y abyección. Sólo Chifusa se sostiene digna frente a la demencia reinante en su peregrinaje a través de villas y aldeas donde irá conociendo a individuos a los que ayudar mientras desentraña las "técnicas especiales" de su linaje; y a medida que avanza la inexistente trama episódica se inmiscuye en situaciones del todo surrealistas, escapando, junto a su muy molesta ayudante Kaede (sólo para añadir toques de comedia tonta y lesbianismo), de unos villanos que sobrepasan lo patético.
Además de ser los Manyu una vil parodia de la legendaria familia de guerreros Yagyu, el momento clave del anime en que mejor apreciamos la chifladura de Kaneko es cuando la protagonista entra a trabajar en una taberna (y ha de bailar ante un puñado de desquiciados sobre una tarima y con focos y música como en una discoteca del Tokyo actual); instante en que uno sólo desea despedazar al director y al autor a golpe de katana. Con cada episodio y secuencias que pasan, más repele la visión de ese Japón feudal inventado, tan grotescamente paródico y deshonroso con la tradición, algo de lo cual ambos tipejos están orgullosos...
Pudo haber tenido segunda temporada, pero gracias a Dios no fue así por la un tanto pobre recepción, y es que el "fan service" no lo es todo para aguantar una serie, aunque a veces se desenvuelva bien con escenas de acción coloridas y violentas en la mejor tradición "chambaresca". Sin embargo lo único a elogiar sería, además de la banda sonora, el trabajo de la carismática seiyu Minako Kotobuki, voz de Chifusa. Tras su visionado, si es que se puede aguantar entero, uno se toma el papel de la mujer en el anime con algo más de seriedad...