Palabras literales que un Anthony Quinn la mar de tranquilo y reflexivo le suelta a Kevin Costner...y cuando lo hace, y del modo que lo hace, sabes perfectamente la que se le va a venir encima.
El hombre lo estaba pidiendo a gritos porque, por una mujer como Madeleine Stowe, uno es capaz de hacer lo que sea, y no me digan que no.

Pues sí, Michael Cochran, un veterano de Vietnam y piloto de la Marina, se lo tenía que haber pensado mejor antes de haber dejado su puesto. Para tomarse algunos días de descanso decide viajar a México, a la hacienda de un viejo amigo suyo llamado Tiburón Méndez, un poderoso gangster con muy malas pulgas amante de la puntualidad y la lealtad; los planes de Cochran incluían jugar al tenis, ir de caza y bañarse en la playa...sin embargo, algo interrumpirá su programa de vacaciones.
O mejor dicho, alguien, y será ni más ni menos que la mujer de Méndez, Miryea, una joven insatisfecha tratada por su posesivo marido como una hija más que como una esposa (yo no sé por qué los mafiosos tienen esa manía...). Como estaba pronosticado desde que ambos cruzan sus miradas, Cochran y Miryea se enamorarán y compartirán un furtivo romance a espaldas de Méndez; será cuestión de poco tiempo el que éste se entere, y las consecuencias, como también estaba pronosticado, van a ser trágicas.

Tras el éxito que le supuso la secuela de "Superdetective en Hollywood", Tony Scott se mantuvo en un pequeño paréntesis hasta que cayó en sus manos un guión el cual, con respecto a su estilo de cine, le venía como anillo al dedo. Un guión basado en la novela homónima de Jim Harrison, escritor de "Leyendas de Pasión" (que posteriormente sería llevada al cine por Edward Zwick), publicada en 1.979 y que gozó de una gran acogida; eso propició que la Warner Bros. adquiriera los derechos poco después y contratara al mismo autor como guionista.
Casi diez años se quedó el proyecto en el limbo. La historia fue retocada docenas de veces por Harrison y por un Walter Hill que se prestó a colaborar y con John Huston pensando en ocupar la silla del director; finalmente los derechos pasaron a Columbia, Kevin Costner, que veía su carrera en alza y entusiasta de la novela, deseaba dar vida al protagonista y Huston, que no hizo muy buenas migas con el anterior, se largó dejándole el puesto a un Tony Scott que abordaría con bastante solvencia su cuarta obra cinematográfica.

Esta tragedia "shakespeariana" moderna ambientada en tierras mejicanas no es que goce de una historia muy original, eso está claro; de hecho, se repite uno de los argumentos más clásicos y manidos del cine negro en clave de romance: el joven que se enamora perdidamente de la mujer del jefe. Mil veces lo hemos visto y la verdad es que nunca cansa, quizá por el gusanillo del morbo que hace que nos preguntemos constantemente "¿pero podrán seguir juntos?", "¿pero cuánto tardarán en pillarles?", "¿pero se librarán de morir?". En el caso de "Revenge" está cantado que a Cochran y Miryea les pescarán y que no les saldrá nada bien la jugada (es que, ¡¿a quién se le ocurre liarse con la esposa de un mafioso mejicano?!).
Como he dicho, clásico "thriller" de venganza, romances imposibles, pasiones prohibidas y amistades que acaban en traición, muy en la línea de la "Conexión Tequila" de Towne o del "Fuego en el Cuerpo" de Kasdan, cuya belleza radica en su sencillez y en su capacidad para emocionar, obstáculo que Tony Scott vence a las mil maravillas, recargándolo, además, de violencia, cinismo, tragedia y mucha acción; los que conozcan el cine del director sabrán que posee una habilidad especial para contar historias tan simples como emotivas, y, en el ámbito romántico, que llegan a poner los nervios a flor de piel, siendo un buen ejemplo de ello la posterior "Amor a Quemarropa".

Un Kevin Costner de lo más apuesto se muestra muy eficiente en un papel que parece que nació para interpretar, enfrentándose en un intenso cara a cara con el mítico Anthony Quinn, quien borda a su irascible villano mejicano con ansias de venganza; ambos atrapados entre la espada y la pared a causa de una despampanante Madeleine Stowe en el, quizás, más ardiente papel de su carrera (hasta yo me enamoré de ella cuando la vi aquí...). En un papel secundario tenemos también a unos geniales Miguel Ferrer y John Leguizamo, éste en uno de sus primeros papeles en el cine.
Gran historia de amor y muerte, venganza y amistad, pasión y violencia y con un final del todo sobrecogedor. Todo junto en uno de los mejores films de Tony Scott y, a la misma vez, creo yo, uno de los mejores "thrillers" con romance de los '90.