El mejor ejemplo en este país de que el humor inteligente no tiene que ser algo sofisticado ni meditado. Viendo uno de sus lisérgicos capítulos, te das cuenta de lo mucho que juegan con la improvisación y lo absurdo, con la cutrez como mejor arma y ese tufillo a video hecho con tres amiguetes, que posee un cierto encanto. Joaquín Reyes es una especie de genio humorístico si consigues pillarle el punto, como me pasó a mí que desde el primer momento me descojonaba con sus chascarrillos, sus gestos y esas expresiones como de abuelo de boina y pantuflas, eso cuando no le da por hacer de payaso cabroncete o de cuarentona alcohólica y mal follá. Desde los primeros episodios me impresionó como prácticamente él solo levantaba el programa, solo frente a la cámara y con un croma key de fondo como único aliado. Poco a poco se ha ido rodeando de todo un elenco de freaks traídos de Albacete, que le secundan a la perfección. Ya desde los dadaístas títulos de crédito, notas que la cosa no va a ser normal, imitaciones de famosos con acento de Cuenca, doblajes casi improvisados de películas antiguas, animaciones en Flash que rozan los surrealista, y por supuesto Marcial Ruíz Escribano, un paisano que nos cuenta como es la vida en provincias, el programa tiene su colofón final en unas desternillantes tomas falsas, donde de verdad aprecias lo bien que se lo pasa esta tropa y el buen rollo que habita en los rodajes.
Te gustará si de pequeño tu peli favorita de pequeño eran Los Goonies, tu serie preferida El equipo A, tu camiseta predilecta la de Naranjito, pasabas las horas matando marcianitos en el Spectrum de cinta de cassete o bailabas al son de las melodías de Georgie Dann.