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9

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9
7,4
3.551
Western
Durante la guerra Civil (1861-1865), Howard Kemp (James Stewart) pierde su granja mientras lucha en el frente. Con el fin de reunir el dinero suficiente para recuperarla, trabaja como cazarrecompensas en el territorio de Colorado. Su primer objetivo será Ben Vandergroat (Robert Ryan), acusado de asesinar a un sherif. Tras acorralarlo en las Montañas Rocosas, se unen a él dos hombres que buscan compartir la jugosa recompensa: Jesse Tate ... [+]
26 de abril de 2025
26 de abril de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién es Howard Kemp?. Ni él mismo lo sabe.
Extraordinario western de Mann. Uno de los grandes. Un magnífico estudio de personajes se perfilan a través de la grandiosidad de los majestuosos parajes de las montañas Rocosas.
Un cine oscuro y febril se va abriendo paso entre el estallido de color de la naturaleza salvaje.
Bajo su belleza formal exuberante, la fragilidad de la verdad asoma. Un viaje de autodescubrimiento amargo como la hiel. Ninguno de nosotros somos lo que aparentábamos ser. Y la cruel verdad puede ser tolerable mientras permanece latente y dormida pero cuando nos obligan a sacarlo a la luz, ya es otra cosa hermanos. El espejo revela que no somos tan guapos como pensábamos
El queridísimo y entrañable James Stewart nos muestra aquí el que quizá sea uno de los personajes más ambiguos e inquietantemente contradictorios de todos los que interpretó en su extensa carrera.
Se dispone a entregar a un forajido ante la Ley y para ello deberá escoltarlo en un largo viaje hasta Abilene, la ciudad en la que será juzgado y ajusticiado.
Pero no se encuentra sólo en ese viaje.
Dos hombres más se unirán a él, muy a su pesar. Uno es un viejo minero fracasado que desperdició su vida en busca de la quimera del oro. Y el otro es un oficial renegado, desertor o expulsado de su ejército a causa de sus innobles prácticas y cuestionable ética.
Un quinto integrante lo compondrá una mujer, una niña, más bien, a juzgar por la inocencia e ingenuidad.de la que hace gala.
Se trata de la compañera del forajido, una joven ciegamente leal a su amigo aunque no tanto como para que no vaya observando y descubriendo, dilucidando y aprendiendo de qué palo cojean todos y cada uno de estos hombres. Su personaje es, quizá, el menos dibujado pero su mirada es la nuestra, la del espectador ignorante. Poco a poco se le irán mostrando los cambiantes y frágiles matices de las debilidades humanas.
Un guion portentoso va desgranando a nuestros personajes a medida que sus acciones nos son desveladas.
En este western la acción se encuentra totalmente supeditada a los personajes y no al revés, tal y como suele suceder en la mayoría de los westerns.
Es decir, a los personajes no les ocurren las cosas sino que son ellos los que las provocan. Son sus debilidades, sus miedos, sus deseos o sus ambiciones los que dan lugar a las acciones que transcurren en el film.
En este film debemos destacar el inconmensurable papel que ejerce el maleante. Un Robert Ryan en destacada interpretación. Un hombre inteligente, astuto y sibilino que utilizará todas sus malas artes para sembrar la discordia y conseguir sus fines.
Pero el personaje de Stewart no se queda atrás en mi opinión. A medida que vamos conociéndolo, vamos a descubrir sus debilidades, sus defectos, que son muchos y muy notorios.
En realidad, es curioso pero en este film no hay un héroe per se. Y debemos conceder a los guionistas la extrema habilidad de la que hacen gala, al conseguir que el espectador no reniegue de sus simpatías para con el protagonista a pesar de sus extremas imperfecciones. Pero es que el personaje está revestido de tal autenticidad que lo reconocemos en sus aciertos y debilidades. Stewart no es un gran hombre. Simplemente es humano como todos nosotros.
Lo mismo puede aplicarse al resto de personajes. Millard Mitchell está extraordinario dando vida al sensato y filosófico minero también aquejado de sus propias obsesiones. Y el cuarto, Ralph Meeker, en su desagradable pero también muy reconocible papel completando al grupo.
Y como decíamos más arriba, la acción y la tensión no se encuentra limitada ni mucho menos por el puntilloso retrato con que revisten a los personajes.
Mann va dosificando muy bien las acciones durante el transcurso del film. La cinta está repleta de incidentes y la tensión va aumentando gradualmente a medida que vamos conociendo a sus integrantes.
A la belleza de las localizaciones, el esplendoroso paisaje y la extraordinaria fotografía hay que sumar la originalidad de numerosas escenas, incluido el climático final que a mí me parece magnífico.
Lo cierto es que me ha gustado mucho esta película. Mi querido Stewart y mi temible Ryan batiéndose cara a cara en diálogos dignos de ser escuchados.
Cine negro metido en un western a todo color.
Sí, claro. ¿Por qué no?.
Extraordinario western de Mann. Uno de los grandes. Un magnífico estudio de personajes se perfilan a través de la grandiosidad de los majestuosos parajes de las montañas Rocosas.
Un cine oscuro y febril se va abriendo paso entre el estallido de color de la naturaleza salvaje.
Bajo su belleza formal exuberante, la fragilidad de la verdad asoma. Un viaje de autodescubrimiento amargo como la hiel. Ninguno de nosotros somos lo que aparentábamos ser. Y la cruel verdad puede ser tolerable mientras permanece latente y dormida pero cuando nos obligan a sacarlo a la luz, ya es otra cosa hermanos. El espejo revela que no somos tan guapos como pensábamos
El queridísimo y entrañable James Stewart nos muestra aquí el que quizá sea uno de los personajes más ambiguos e inquietantemente contradictorios de todos los que interpretó en su extensa carrera.
Se dispone a entregar a un forajido ante la Ley y para ello deberá escoltarlo en un largo viaje hasta Abilene, la ciudad en la que será juzgado y ajusticiado.
Pero no se encuentra sólo en ese viaje.
Dos hombres más se unirán a él, muy a su pesar. Uno es un viejo minero fracasado que desperdició su vida en busca de la quimera del oro. Y el otro es un oficial renegado, desertor o expulsado de su ejército a causa de sus innobles prácticas y cuestionable ética.
Un quinto integrante lo compondrá una mujer, una niña, más bien, a juzgar por la inocencia e ingenuidad.de la que hace gala.
Se trata de la compañera del forajido, una joven ciegamente leal a su amigo aunque no tanto como para que no vaya observando y descubriendo, dilucidando y aprendiendo de qué palo cojean todos y cada uno de estos hombres. Su personaje es, quizá, el menos dibujado pero su mirada es la nuestra, la del espectador ignorante. Poco a poco se le irán mostrando los cambiantes y frágiles matices de las debilidades humanas.
Un guion portentoso va desgranando a nuestros personajes a medida que sus acciones nos son desveladas.
En este western la acción se encuentra totalmente supeditada a los personajes y no al revés, tal y como suele suceder en la mayoría de los westerns.
Es decir, a los personajes no les ocurren las cosas sino que son ellos los que las provocan. Son sus debilidades, sus miedos, sus deseos o sus ambiciones los que dan lugar a las acciones que transcurren en el film.
En este film debemos destacar el inconmensurable papel que ejerce el maleante. Un Robert Ryan en destacada interpretación. Un hombre inteligente, astuto y sibilino que utilizará todas sus malas artes para sembrar la discordia y conseguir sus fines.
Pero el personaje de Stewart no se queda atrás en mi opinión. A medida que vamos conociéndolo, vamos a descubrir sus debilidades, sus defectos, que son muchos y muy notorios.
En realidad, es curioso pero en este film no hay un héroe per se. Y debemos conceder a los guionistas la extrema habilidad de la que hacen gala, al conseguir que el espectador no reniegue de sus simpatías para con el protagonista a pesar de sus extremas imperfecciones. Pero es que el personaje está revestido de tal autenticidad que lo reconocemos en sus aciertos y debilidades. Stewart no es un gran hombre. Simplemente es humano como todos nosotros.
Lo mismo puede aplicarse al resto de personajes. Millard Mitchell está extraordinario dando vida al sensato y filosófico minero también aquejado de sus propias obsesiones. Y el cuarto, Ralph Meeker, en su desagradable pero también muy reconocible papel completando al grupo.
Y como decíamos más arriba, la acción y la tensión no se encuentra limitada ni mucho menos por el puntilloso retrato con que revisten a los personajes.
Mann va dosificando muy bien las acciones durante el transcurso del film. La cinta está repleta de incidentes y la tensión va aumentando gradualmente a medida que vamos conociendo a sus integrantes.
A la belleza de las localizaciones, el esplendoroso paisaje y la extraordinaria fotografía hay que sumar la originalidad de numerosas escenas, incluido el climático final que a mí me parece magnífico.
Lo cierto es que me ha gustado mucho esta película. Mi querido Stewart y mi temible Ryan batiéndose cara a cara en diálogos dignos de ser escuchados.
Cine negro metido en un western a todo color.
Sí, claro. ¿Por qué no?.