El realizador Dominic Sena nos propone un viaje a la época medieval, a los tiempos de la cruzadas y de la peste concretamente, en un film que podríamos calificar de "espada y brujería". Los protagonistas son dos ex-cruzados (interpretados por Nicholas Cage y Ron Perlman), quienes cansados de tantas matanzas abandonan Tierra Santa para terminar embarcados en la escolta de una supuesta bruja que todos señalan como causante de la peste hacia un lejano monasterio.

Tras un arranque poderoso en el que vemos a los dos protagonistas encadenando batallas en Tierra Santa, el ambiente cambia con una puesta en escena oscura y tenebrosa desde el momento en que llegan a tierra firme y se embarcan en contra de su voluntad en la escolta de una bruja con cara angelical (Claie Foy), junto con un clérigo intransigente, un joven aprendiz de caballero y otro caballero que perdió a toda su familia. Tan curiosa comitiva sufrirá más de un contratiempo antes de llegar a su destino.

La verdad, podemos de decir claramente que se trata de un film totalmente fallido. Y no tanto por lo incongruente de una trama que quiere mostrarnos como la brujería fue la causa directa de la peste, o un guión que lleva a los protagonistas a un viaje absurdo, prácticamente insostenible sobre el papel, que sólo se puede justificar cinematográficamente para ofrecernos algo de acción junto con ciertas dosis de intriga que alimentan la posible maldad encarnada en una inocente joven. Ni la presencia de un Nicholas Cage que sigue en caida libre en cuanto a calidad interpretativa y en lo que se refiere a la elección de sus papeles (y no hablemos ya de esos pelos que me lleva). El principal problema es la ligereza general del relato, la suma de tópicos, y una apariencia general de economía de medios que hacen pensar que la mayor parte del presupuesto se la ha llevado su estrella principal.

Sena podría aprovechar el relato para desde el pasado hacer una mínima reflexión sobre la intolerancia religiosa, lamentablemente todavía de actualidad en nuestros días. Ni que sea como punto de partida, puesto que no se le puede pedir demasiado a un film de estas características. que busca en la espada y brujería su principal reclamo para atraer a los espectadores. En su lugar, nos ofrece un espectáculo descafeinado que a medida que avanza el metraje busca descaradamente acercarse a modelos juveniles "soft" del tipo la saga "Crepúsculo". De otra forma no se entendería la creciente importancia que van tomando los personajes más jóvenes de la función.

El problema principal es que ni consigue ser un sucedáneo de esos films de vampiros y ocultismo que tanta tirada tienen entre los adolescentes, ni consigue mínimante interesar a un tipo de público más "adulto", y acaba naufragando en medio de unas aguas que sólo llevan al olvido y a la indiferencia.