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Voto de Lalo:
10

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10
7,3
5.246
27 de junio de 2007
27 de junio de 2007
121 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente, Zorba el griego sea la gran desconocida para los amantes del cine. Tan sólo cuando se nombra el Sirtaki, la gente se acuerda de Anthony Quinn bailando en una de tantas y tantas playas del paisaje cretense, y ni siquiera el sirtaki es un baile tradicional griego, ya que se creó expresamente para la adaptación cinematográfica de la obra maestra de Nikos Kazantzakis. En la Creta más profunda de la post guerra, y bajo la dirección del chipriota Michael Cacoyannis, se funden las personalidades de una gran dama francesa, soñadora de amores platónicos del pasado, un escritor inglés profundamente influenciado por la rigidez de la literatura y sociedad británicas, una viuda que añora con disfrutar un profundo amor, rompiendo con las limitaciones y férreas imposiciones de la pétrea sociedad helénica del momento, y un vividor cretense que disfruta el momento con insaciable voracidad, sabedor que sólo el destino marca el mañana de cada ser humano. Como sucede en casos similares, sólo la fuerte personalidad del amante de la vida es capaz de romper los grilletes de la sociedad que nos rodea y consigue aglutinar los sentimientos de los que le rodean para engrandecer su propia alma.
Anthony Quinn, en el mejor papel de su dilatada carrera cinematográfica, no sólo se ganó el reconocimiento de la crítica, sino que el gobierno griego le concedió el privilegio de otorgarle la ciudadanía griega, alzándole al olimpo de todos los amantes de Grecia, y uniendo su alma a la de Lord Byron para toda la eternidad.
La banda sonora, compuesta por Mikis Theodorakis, va más allá del Sirtaki de zorba. El compositor griego consigue que cada nota de su pentagrama se fusione con perfecta armonía a cada escena de la película, creando fragmentos que dejan al famoso Sirtaki como una mera anécdota de la misma.
Sin lugar a dudas, una obra maestra que no deben perderse los cinéfilos y todas aquellas almas que luchan, en el día a día, por revelarse contra las imposiciones de nuestra supérflua sociedad.
Anthony Quinn, en el mejor papel de su dilatada carrera cinematográfica, no sólo se ganó el reconocimiento de la crítica, sino que el gobierno griego le concedió el privilegio de otorgarle la ciudadanía griega, alzándole al olimpo de todos los amantes de Grecia, y uniendo su alma a la de Lord Byron para toda la eternidad.
La banda sonora, compuesta por Mikis Theodorakis, va más allá del Sirtaki de zorba. El compositor griego consigue que cada nota de su pentagrama se fusione con perfecta armonía a cada escena de la película, creando fragmentos que dejan al famoso Sirtaki como una mera anécdota de la misma.
Sin lugar a dudas, una obra maestra que no deben perderse los cinéfilos y todas aquellas almas que luchan, en el día a día, por revelarse contra las imposiciones de nuestra supérflua sociedad.