La sustancia es quizá hasta la fecha la mejor película de terror del año por muchas razones, sin duda el factor más importante es la elegancia con la cual la directora Coralie Fargeat maneja sus temáticas porque si bien es claro que no es la primer película de horror que las integre, esta resulta ser mucho más visceral y honesta sobre todo porque todo se siente real, desde el sufrimiento de Elizabeth como la avaricia de Sue, es como un retrato fiel no solamente a hollywood sino también a como se genera cierto desprecio a las personas cuando llegan a la edad adulta.
En cuanto al horror en sí, la película no es trasgresora en su forma porque hay muchas otras cintas de este subgénero que son más brutales, pero su ventaja principal es el fondo lo que significa cada escena, lo que en si es mucho más interesante y funcional.
A pesar de lo anteriormente mencionado Fargeat sabe perfectamente que su apartado fantástico y de Body Horror puede caer perfectamente dentro del mundo de la serie B y de hecho lo abraza por momentos durante todo el metraje, pero hacia el final es cuando más se explota, por lo que realmente su directora va dejando ligeros toques de este absurdo para que el público pueda comprenderlo y aceptarlo, pero sin dejar de un lado la trama y el enfoque, para que el final no sea demasiado abrumado ni descontentarte .
Ahora por supuesto la película no es perfecta y en particular peca de ser demasiado predecible y de volverse cíclica, hacia la mitad del metraje pareciese que la trama se estanca y se repiten las acciones lo que supondría que se acabaron las ideas.
Finalmente, se podría decir que Coralie Fargeat le imprime a su película muchos valores porque a simple vista la hacen superficial, pero todo su significado la convierte en una maravilla para el terror.