Rutinario thriller de espionaje con venganza incluida, de estructura tradicional, lazo comercial y guion elemental. Su mayor atractivo reside en su protagonista, pues en lugar del espía elegante con destreza en combate tenemos nada menos que a un informático sin experiencia en el terreno. Claro que ya sabemos como son los informáticos del cine, dioses del mundo digital y con inteligencia de sobra para aprender e improvisar por el camino todo tipo de trampas mortales, compensando así su falta de entrenamiento. Además la motivación de ajustar cuentas con los asesinos de su esposa es algo que siempre afina las capacidades de los vengadores solitarios.

Rami Malek lo hace bien, desprende ese aura de rarito inteligente un poco antisocial, un papel escrito para su persona. La película se centra totalmente en él, es el protagonista absoluto, hasta el punto de que los secundarios casi parecen cameos prescindibles. Del resto me quedaría con Caitriona Balfe.

El ritmo es mucho más pausado de lo que cabría esperar. Apenas hay escenas de acción, algo que en verdad resulta coherente dada la condición del protagonista, pero que no quita que se eche de menos un poco de adrenalina. Las dos horas que dura se gastan en definir el estado emocional del informático, alguna que otra persecución, la investigación para llegar a los malos y mostrar las trampas que prepara nuestro inteligente manitas. Sin más, para pasar el rato.