No parece que el propósito de Pablo Trapero al abordar el escalofriante caso Puccio haya sido el de la denuncia o el esclarecimiento de las circunstancias políticas en las que se cometieron estos crímenes. Con lo que nos muestra, ya nos hacemos una idea de que las actividades del clan que lideraba Arquímedes Puccio eran del conocimiento de las autoridades y se beneficiaban de su inacción. Tampoco entra en demasiados pormenores acerca de los componentes de la banda o de las víctimas y sus familias.
Acostumbramos a ver a los psicópatas como personas asociales, viviendo en los márgenes. Sin embargo, este psicópata está integrado, forma parte del sistema y compagina con total "normalidad" su actividad delictiva con su vida familiar. Tanto es así, que se lleva el trabajo a casa.¿Qué clase de familia prodría soportar en su cotidianidad que bajo el sonido de las conversaciones familiares y de la omnipresente televisión se perciban los gritos y lamentos de la persona que está encadenada en el cuarto de baño del primer piso? Ese parece que es el interés fundamental de Trapero, el retrato del psicópata con su familia.
El patriarca de los Puccio es un canalla de amplio espectro cuyo registro va desde el chantaje emocional y la manipulación al asesinato a sangre fría. Una alimaña que se regodea cuando introduce notas sentimentales en las cartas que dicta a sus secuestrados para enviar a sus familias. Sin embargo, vista desde fuera, su familia tiene un aspecto modélico y su vida doméstica es un ejemplo de colaboración. Una monstruosa familia perfecta. El eslabón más débil es el manipulable Alejandro, implicado en unos delitos de los que abomina pero de los que también se beneficia. En dos momentos de la película en los que parece que va a poner en peligro la "omertá" familiar, su madre le estampa unos besos en la mejilla que creo que son de lo más repugnante que he visto en tiempos. ¡Menuda individua, la madre!
La peli tiene unos cuantos puntazos absolutamente perturbadores. En ocasiones Trapero se pasa con el énfasis, como en la secuencia de la detención, que anticipa con dos o tres flash forwards innecesarios. Las estupendas canciones de la banda sonora a veces encajan como contrapunto distanciador de las imágenes sobre las que se solapan, pero no siempre (a mí me ha sacado mucho de la película el "Just a Gigolo", que me hacía anticipar un escena-señuelo de seducción). Y la secuencia final es tremendamente efectista, pero esta vez no lo digo como demérito porque me ha dejado absolutamente "pegao". No dudaría en incluir esta película en el género de terror (del de verdad).