- Hombre, la escena de la embarazada fue original y buena, e inesperada, amenazaba sentimentalismo y nos dieron rock duro, feroz diatriba, todo correcto, hermoso, pero, no sé yo, como táctica para que tu compañero del alma que te acaba de dejar preñada y que seguro que esperas que sea el padre de tu deseada prole salga con vida de esa, de una situación tan tremenda, quizás un poco complicada y tal vez delicada, no parece la mejor ni la más adecuada, tampoco la más piadosa o amorosa, como que ya que ha perdido el dinero, entonces no te sirve para nada, y mejor, ya de paso, que se muera, vale, me callo, todo en orden, a otra cosa.
- La secretaria con la que el malote parece que le pone los cuernos a su santa parienta, eso mucho me temo, decide venderle por... ética, que tiene principios elevados la susodicha, que seguro que ella estaba enamorada de él, de su bella alma, pero claro, ya no, la moral corrige al corazón, siempre tiene toda la razón, está muy por encima, aunque con semejante decisión, quién sabe, tal vez se juegue su bien ganado puesto de trabajo la muy temeraria.
- Y Julia siempre es la mejor, cómo sabe elegir los más y mejores papeles, arriesgadamente, qué control y sensibilidad tiene, cuánta gracia y sabiduría.
- George vuelve a perpetrar un papel de flojo patán, de necio caradura especializado en hacer el ridículo, tahúr y cantamañanas, engañabobos y santo bribón, todo junto.
- El unabomber es un macguffin, no vale para nada, hombre de paja, espantapájaros, una triste excusa.
- El accionista mayor, el rey del tocomocho, es otro personaje grotesco, solo sirve para la moralina, como chivo expiatorio, para echarle el muerto a alguien, que cargue con ello el tonto.
Película llamativa, simplona; espectáculo pueril que tiene en su ritmo trepidante tan narcotizante su mucho picante. Vale.