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Voto de Kaori:
3

Voto de Kaori:
3
3,9
555
Drama
En el Norte de África, en un destacamento de la Legión (la 4ª Bandera), el Grajo, el legionario más valeroso, y Mauro, que acaba de incorporarse, se hacen muy amigos. Mauro, de quien sólo se conoce el nombre, da la impresión de ocultar algún secreto inquietante. Un día en que los dos amigos celebran una fiesta, una desafortunada circunstancia da lugar a la muerte de un hombre. Las sospechas recaen sobre Mauro, que es sometido a juicio. ... [+]
25 de octubre de 2019
25 de octubre de 2019
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine patrio propagandístico y militarista del que hay que decir simple y llanamente que no es que sea muy bueno. Creo que la mejor que he visto hasta el momento es «Raza». «¡A mí la legión!» resulta ser en una cosa extraña cuyo mayor atractivo es justo lo que no se ve y de lo que no se habla: el amor homosexual que se traen los protagonistas.
Porque por mucho que me digan, tanto El Grajo como Mauro, que el mal de amores hacia una mujer les llevó a la Legión, no van a convencerme de que son heteros. Solo hay que ver cómo se le ilumina el rostro a Alfredo Mayo cuando tiene delante a Mauro o lo amargados que están los dos cuando se encuentran separados. Estas amistades entre hombres, además fornidos y muy machos la mayoría de las veces, suelen ser susceptibles de caer en lo homoerótico y personalmente creo que siempre te dan las claves necesarias para que así lo interpretes. Antes se sabía hacer muy bien eso de mostrar sin explicitar, cosa que me encanta.
Independientemente de esta subtrama, «¡A mí la legión!» es, como dije antes, la mar de extraña, pero no en el buen sentido. Aquí los legionarios siempre están cantando, oye, incluso de camino a una misión, detalle que ya hace que no te tomes muy en serio la situación. Luego añaden hasta príncipes de países imaginarios, lo que es el culmen de lo estrambótico, no necesariamente malo pero en esta historia totalmente fuera de lugar.
Curiosa como testimonio de una época pero como película limitada.
Porque por mucho que me digan, tanto El Grajo como Mauro, que el mal de amores hacia una mujer les llevó a la Legión, no van a convencerme de que son heteros. Solo hay que ver cómo se le ilumina el rostro a Alfredo Mayo cuando tiene delante a Mauro o lo amargados que están los dos cuando se encuentran separados. Estas amistades entre hombres, además fornidos y muy machos la mayoría de las veces, suelen ser susceptibles de caer en lo homoerótico y personalmente creo que siempre te dan las claves necesarias para que así lo interpretes. Antes se sabía hacer muy bien eso de mostrar sin explicitar, cosa que me encanta.
Independientemente de esta subtrama, «¡A mí la legión!» es, como dije antes, la mar de extraña, pero no en el buen sentido. Aquí los legionarios siempre están cantando, oye, incluso de camino a una misión, detalle que ya hace que no te tomes muy en serio la situación. Luego añaden hasta príncipes de países imaginarios, lo que es el culmen de lo estrambótico, no necesariamente malo pero en esta historia totalmente fuera de lugar.
Curiosa como testimonio de una época pero como película limitada.