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Voto de Kaori:
3

Voto de Kaori:
3
7,4
2.925
Drama. Romance
Charlotte Vale (Bette Davis), una mujer de mediana edad que pertenece a una familia acomodada de Boston, vive reprimida y totalmente controlada por su dominante e insensible madre (Cooper). Gracias a la ayuda de un amable psiquiatra (Rains), Charlotte consigue recuperar la autoestima y superar sus miedos. Además, se vuelve mucho más extrovertida y empieza a sentirse incluso atractiva. Dispuesta a disfrutar de su nueva vida, hace un ... [+]
22 de febrero de 2020
22 de febrero de 2020
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía pendiente esta crítica desde hacía mucho tiempo, pero es que hay películas que directamente pasan al olvido en cuanto las ves. «La extraña pasajera» es una de ellas. No entiendo tanto amor (casi un ocho de nota media) hacia una obra como esta: un melodrama en blanco y negro al que los años le pasan factura. Admitámoslo.
La historia del patito feo llevado por recovecos de madres torturadoras y amores supuestamente imposibles que a día hoy los encuentro desfasados. Por supuesto que hay madres, y padres, abusivos y autoritarios, pero lo que ocurre con la relación entre la señora Vale y su hija Charlotte es que está planteada de la manera más burda. Así, para dejar claro lo reprimida que está Charlotte, nos ponen a una madre que la obliga a que lleve gafas porque sí para que parezca más fea (¡si las gafas no afean!); sin embargo, de forma incongruente, la señora Vale se viste y se peina como una gran dama y hasta no le parece mal que lo hagan su nieta o su nuera. Me pregunto entonces: ¿qué le pasa a esta mujer? Luego, claro, la protagonista va al psiquiatra y se vuelve una mujer nueva, sofisticada, elegante, con don de gentes, divertida, seductora y que vuelve locos a todos los hombres. Necesito esa terapia ahora mismo, porque vamos.
Me diréis que todo esto son detalles, pero en realidad no lo son porque este planteamiento es lo que define a la heroína y a toda la historia: la idea de madres malas que no quieren a sus hijas pequeñas (ojo al detalle) sin razón aparente y a las que llaman feas. Total, se ve que es lo peor que le puede pasar a una mujer, ser fea. Entiendo la inquietud, pero ya somos todos lo bastante mayorcitos como para tomarnos esto en serio.
Esa trama de mujer que se supera y cambia desemboca en el nudo fundamental de «La extraña pasajera», que es el romance. Charlotte conoce a Victor Laszlo..., perdón, quiero decir que conoce a Jerry Durrance, interpretado por Paul Henreid y, claro, se enamoran. Pero estamos en los años cuarenta y aunque en los Estados Unidos existía el divorcio, Jerry es un hombre muy bueno y tiene problemas familiares que ya veremos en qué quedan y qué pasa. Se supone que todo es muy romántico y sensible, pero yo en lo único en lo que puedo pensar es en las justificaciones tan vagas del enamorado y hasta en lo poco creíble que es tanta devoción y sacrificio en esta pareja. Quizá por estos motivos, la película se te hace larguísima y pesada.
Lo que más me llama la atención es lo elegante que es Paul Henreid, todo un caballero de los pies a la cabeza. Es que no podía dejar de admirar la apostura tan noble que tiene, un encanto que le delata como europeo y no como norteamericano. De hecho, me he enterado a raíz de esta película que efectivamente no es que sea solo europeo sino también de familia aristocrática. Para que luego digan que esas cosas no se notan.
La película mala, pero él encantador.
La historia del patito feo llevado por recovecos de madres torturadoras y amores supuestamente imposibles que a día hoy los encuentro desfasados. Por supuesto que hay madres, y padres, abusivos y autoritarios, pero lo que ocurre con la relación entre la señora Vale y su hija Charlotte es que está planteada de la manera más burda. Así, para dejar claro lo reprimida que está Charlotte, nos ponen a una madre que la obliga a que lleve gafas porque sí para que parezca más fea (¡si las gafas no afean!); sin embargo, de forma incongruente, la señora Vale se viste y se peina como una gran dama y hasta no le parece mal que lo hagan su nieta o su nuera. Me pregunto entonces: ¿qué le pasa a esta mujer? Luego, claro, la protagonista va al psiquiatra y se vuelve una mujer nueva, sofisticada, elegante, con don de gentes, divertida, seductora y que vuelve locos a todos los hombres. Necesito esa terapia ahora mismo, porque vamos.
Me diréis que todo esto son detalles, pero en realidad no lo son porque este planteamiento es lo que define a la heroína y a toda la historia: la idea de madres malas que no quieren a sus hijas pequeñas (ojo al detalle) sin razón aparente y a las que llaman feas. Total, se ve que es lo peor que le puede pasar a una mujer, ser fea. Entiendo la inquietud, pero ya somos todos lo bastante mayorcitos como para tomarnos esto en serio.
Esa trama de mujer que se supera y cambia desemboca en el nudo fundamental de «La extraña pasajera», que es el romance. Charlotte conoce a Victor Laszlo..., perdón, quiero decir que conoce a Jerry Durrance, interpretado por Paul Henreid y, claro, se enamoran. Pero estamos en los años cuarenta y aunque en los Estados Unidos existía el divorcio, Jerry es un hombre muy bueno y tiene problemas familiares que ya veremos en qué quedan y qué pasa. Se supone que todo es muy romántico y sensible, pero yo en lo único en lo que puedo pensar es en las justificaciones tan vagas del enamorado y hasta en lo poco creíble que es tanta devoción y sacrificio en esta pareja. Quizá por estos motivos, la película se te hace larguísima y pesada.
Lo que más me llama la atención es lo elegante que es Paul Henreid, todo un caballero de los pies a la cabeza. Es que no podía dejar de admirar la apostura tan noble que tiene, un encanto que le delata como europeo y no como norteamericano. De hecho, me he enterado a raíz de esta película que efectivamente no es que sea solo europeo sino también de familia aristocrática. Para que luego digan que esas cosas no se notan.
La película mala, pero él encantador.