Me interesé por esta película porque había escuchado maravillas sobre ella dentro del género de terror, y decidí darle una oportunidad. ¿Me llevé una sorpresa? Sí, pero no es como la pintan. En mi opinión, la película nunca termina de arrancar. Es muy realista, tanto que mientras la veía llegué a pensar que era una sátira o una crítica al "mundo criminal" de Norteamérica.

Grabada a modo de mockumentary (la mejor forma de grabar una película de terror, en mi opinión), se nos presenta una investigación policial sobre el hallazgo de una serie de inmensas cintas y cadáveres. Hasta ahí todo va bien. La banda sonora acompaña perfectamente a las escenas, y los actores interpretan de manera realista, no tan técnica, lo que logra que parezca que estás viendo algo auténtico. Bien. Continúa bien. En lo que respecta al asesino serial, está bien logrado; las víctimas son creíbles. En resumen, tiene pinta de peliculón.

Eso pensaba mientras la veía, pero como ya dije: le falta arrancar. Le falta que el director y los guionistas enciendan el mechero para prender la pólvora y que lo que resta de metraje tome fuerza. Sin embargo, parece que tuvieron miedo de sus propias ideas.

En resumen, para mí, no llega a despegar. Se queda a las puertas de convertirse en un clásico del terror del metraje encontrado, ese que te hace exclamar: “Dios mío, ¿qué acabo de ver?”.

Por lo tanto, mi opinión queda así:

Lo mejor:

El realismo te hace sentir que lo ocurrido es real.

Han creado a un asesino ficticio que perfectamente podría ser una persona de carne y hueso.


Lo peor:

Dejan de lado el propósito de transmitir verdadero terror a través de las situaciones; se quedan en la incertidumbre de lo que ocurre.

Dejan demasiadas cosas a la imaginación del espectador, cuando, si el subgénero incluye gore, por supuesto que lo que quieres ver son vísceras.