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Voto de edugrn:
6

Voto de edugrn:
6
7,1
5.341
Western. Romance
Tras el atraco a un banco fronterizo, Johnny Río es traicionado por Dad, su mejor amigo y compañero de correrías. Apresado por la policía mexicana, pasa cinco amargos años en la prision de Sonora, durante los cuales, vive obsesionado con la idea de vengarse del traidor. Tras ser puesto en libertad, visita a Dad, que se ha convertido en un hombre respetable y es el sheriff de Monterrey. Cuando Dad le presenta a su hijastra Louisa, Jonnhy ... [+]
18 de abril de 2025
18 de abril de 2025
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La historia de esta película es tan interesante como lo que vemos en pantalla. Oficialmente, fue dirigida por Marlon Brando, pero durante mucho tiempo se ha dicho que Stanley Kubrick fue el primer elegido para dirigirla. Algunas versiones apuntan a que abandonó el proyecto por desavenencias con Brando una vez ya había empezado el rodaje; otras indican que renunció incluso antes de que comenzara la producción, y que tras varios candidatos fallidos, el propio Brando se ofreció para tomar el timón. Sea como sea, la dirección acabó en sus manos… y fue la única vez que lo hizo.
El rodaje no fue fácil. Con un presupuesto inicial de 2 millones, acabó costando más del triple, y eso lastró su rendimiento en taquilla. Brando filmó más de cinco horas de material, lo que convirtió el proceso de montaje en un trabajo titánico. De hecho, la película se rodó en 1958, pero no se estrenó hasta 1961 por lo complejo de su posproducción.
En Estados Unidos fue criticada por ser, supuestamente, un ejercicio de narcisismo de Brando. En Europa, sin embargo, se recibió con bastante más entusiasmo, valorando su estética, su sensibilidad visual y la ambición del proyecto. Y es cierto: la imagen es impecable. Hay un cuidado por los encuadres, la iluminación y el ritmo narrativo que deja claro que Brando quería hacer algo grande, aunque quizás le faltó experiencia tras la cámara.
En cuanto a su interpretación, curiosamente, no es lo mejor de la película. Se le nota apagado, distante. Su voz, famosa por su susurro indescifrable, aquí alcanza cotas rosaliescas (léase Rosalía): hay que agradecer los subtítulos, porque ni queriendo se le entiende. Y eso que yo no sé inglés, pero algo me dice que ni los angloparlantes lo pillaban.
La historia en sí es interesante, un western que va más allá de los disparos, con tintes psicológicos y un ritmo pausado que, a pesar de su duración, no se hace pesado. Pero está claro: Brando no será recordado por su papel como vaquero… ni por ser un maestro de la dicción.
Aun así, es una película que todo cinéfilo debería ver, aunque solo sea por la rareza que representa: un Brando director, rodeado de leyenda, caos de producción, y con un resultado tan curioso como inimitable.
Eso sí, después de esta experiencia, normal que no repitiera. Le debió quedar más seca la energía que el desierto de Arizona.
El rodaje no fue fácil. Con un presupuesto inicial de 2 millones, acabó costando más del triple, y eso lastró su rendimiento en taquilla. Brando filmó más de cinco horas de material, lo que convirtió el proceso de montaje en un trabajo titánico. De hecho, la película se rodó en 1958, pero no se estrenó hasta 1961 por lo complejo de su posproducción.
En Estados Unidos fue criticada por ser, supuestamente, un ejercicio de narcisismo de Brando. En Europa, sin embargo, se recibió con bastante más entusiasmo, valorando su estética, su sensibilidad visual y la ambición del proyecto. Y es cierto: la imagen es impecable. Hay un cuidado por los encuadres, la iluminación y el ritmo narrativo que deja claro que Brando quería hacer algo grande, aunque quizás le faltó experiencia tras la cámara.
En cuanto a su interpretación, curiosamente, no es lo mejor de la película. Se le nota apagado, distante. Su voz, famosa por su susurro indescifrable, aquí alcanza cotas rosaliescas (léase Rosalía): hay que agradecer los subtítulos, porque ni queriendo se le entiende. Y eso que yo no sé inglés, pero algo me dice que ni los angloparlantes lo pillaban.
La historia en sí es interesante, un western que va más allá de los disparos, con tintes psicológicos y un ritmo pausado que, a pesar de su duración, no se hace pesado. Pero está claro: Brando no será recordado por su papel como vaquero… ni por ser un maestro de la dicción.
Aun así, es una película que todo cinéfilo debería ver, aunque solo sea por la rareza que representa: un Brando director, rodeado de leyenda, caos de producción, y con un resultado tan curioso como inimitable.
Eso sí, después de esta experiencia, normal que no repitiera. Le debió quedar más seca la energía que el desierto de Arizona.