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Voto de jmruiz:
9
2024
Eric Benzekri (Creador), Ziad Doueiri
7,1
299
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2024-). 1 temporada. 6 episodios. Como cada final de temporada, la gran familia del fútbol francés celebra a sus héroes con sonrisas, selfies, y, sobre todo, premios. Es la noche de los Trofeos UNFP. Pero la gala se tuerce cuando, delante de las cámaras, Fodé Thiam, un futbolista negro, y jugador estrella, le propina un violento cabezazo a su entrenador y lo llama 'sucio toubab' (toubab significa 'blanco' en wolof). ... [+]
17 de agosto de 2024
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un contexto de crispación política y social como el que vivimos, no solo en España, una propuesta como la de esta serie francesa resulta muy oportuna. Si sumamos además circunstancias como la reciente reacción de la izquierda en Francia, que ha ganado las elecciones legislativas a Reagrupación Nacional (antes Frente Nacional) contra pronóstico, -del mismo modo que la derecha y la ultraderecha en España se quedaron a las puertas del gobierno también de forma sorpresiva-; y el universo futbolístico como escenario, nos encontramos ante el cóctel perfecto para despertar el interés de la audiencia también en nuestro país.
Pero los autores de la serie lejos de conformarse con un impacto inicial circunstancial construyen un entramado narrativo complejo que atrapa al espectador desde el primer episodio y lo mantiene en una tensión permanente. Todas las personas que conozco que han visto La fiebre utilizan la expresión “engancha” al dar su opinión sobre ella. Los sucesivos giros de guión, la generación de interrogantes en cada secuencia, su verosimilitud por el gran trabajo de documentación, la aparición progresiva de las distintas temáticas que plantea y su plena vigencia; el recurso del fútbol como territorio simbólico unificador en el que se construye la identidad nacional, nos invitan a darnos un atracón de episodios, que considero la mejor experiencia posible como espectador de series: una larguísima película que no quieres que se acabe.
Creo que esta serie cumple también una función social; es una invitación a debatir sobre los grandes problemas que plantea: los conflictos identitarios, la discriminación racial, la desigualdad, la manipulación mediática, la fractura social y la dificultad para dialogar, el autoritarismo, la falta de escrúpulos al utilizar la tecnología …
La lucha que entablan los dos discursos que se contraponen a lo largo de los seis episodios es el marco en el que Eric Benzekri y Ziad Doueiri nos hablan de cómo se gestiona la influencia política actualmente, con su correspondiente dimensión mediática tanto en espacios tradicionales como en redes sociales; y de las estrategias que se diseñan para influir en la opinión pública y también para escudriñarla; y de cómo la guerra por imponer un relato puede alcanzar la dimensión de “guerra civil”, tal y como expresan los personajes; y de cómo los gabinetes de comunicación mediatizan los discursos públicos, sobre todo en el ámbito político, … No imagino a muchos “hommes politiques” capaces de lanzar mensajes sin la valoración correspondiente de sus equipos de comunicación en términos de impacto en los distintos colectivos que podrían respaldarlos o rechazarlos. ¿Es casualidad que sean dos mujeres, brillantes sociólogas, las que protagonizan la serie y los nuevos modos de enfrentarse a la realidad social? Como ya nos enseñó Obama en su carrera presidencial la acción política tal y como se entendía hace no tantos años envejeció de repente.
La lucha identitaria y las emociones como campo de batalla preferido de estos combatientes es una de las temáticas clave; está ocurriendo en Francia, en España, en la UE, en EEUU, en Rusia, … es el mundo en el que vivimos. Las condiciones de vida quedan en segundo plano frente a los símbolos y la pertenencia a los grupos con los que nos identificamos; somos capaces de pelear por una bandera mientras nos dejamos oprimir por una desigualdad galopante.
La facilidad con la que se pueden difundir mensajes falsos, manipular a la opinión pública, activar los sesgos de confirmación, segmentar los mensajes, y provocar daños muy reales raya en el terror sociológico. Pero después del Brexit y Cambridge analytica lo que nos espera es estar en guardia permanentemente. Incluso un tabú como el libre acceso a las armas se puede introducir en el debate público en Europa, de la mano de figuras públicas sin escrúpulos con el único objetivo de acaparar cuotas de poder.
La serie retrata con mucha fidelidad la actividad y los debates de los colectivos sociales concienciados sobre la necesidad de la descolonización, la discriminación de las personas racializadas, la opresión de colectivos por razones de género, el patriarcado, etc., que son considerados extremistas en el país galo por amplias capas de la población. También muestra el trabajo de las empresas/gabinetes de comunicación y opinión, si bien se permite algunas licencias sobre los procedimientos para trabajar con los paneles ciudadanos e identificar las corrientes de opinión sobre distintas cuestiones.
Las referencias a “El mundo de ayer”, de Zweig, son particularmente interesantes, y párrafos como el siguiente conectan directamente con la temática de la serie: “La irrupción de la brutalidad en política se apuntaba su primer éxito.Todas las grietas existentes entre las razas y las clases que la época de la conciliación había encolado con tanto esmero y esfuerzo se abrieron de pronto y se convirtieron en abismos.”
Como dijo mi hija, que estudia en París, cuando vimos el episodio del encuentro de Sam con el ministro “Hace falta saber tanto de Literatura para que te tomen en serio en Francia”. Y ese mismo ministro es el que utiliza para su beneficio particular las ideas y las conversaciones con Sam Berger.
En mi opinión, la pregunta que cabe hacerse tras la ver la serie no es la que hace el Presidente de la República francesa -que no vamos a desvelar-. Más bien sería ¿a qué estamos esperando para jugar un papel más activo en la vida política y social por ejemplo, participando en las manifestaciones por los graves problemas que nos afectan y, por supuesto, yendo a votar cuando nos convocan? Y otra: ante el grave riesgo de manipulación, ¿hasta cuándo van a seguir importando más los relatos que los hechos?
Pero los autores de la serie lejos de conformarse con un impacto inicial circunstancial construyen un entramado narrativo complejo que atrapa al espectador desde el primer episodio y lo mantiene en una tensión permanente. Todas las personas que conozco que han visto La fiebre utilizan la expresión “engancha” al dar su opinión sobre ella. Los sucesivos giros de guión, la generación de interrogantes en cada secuencia, su verosimilitud por el gran trabajo de documentación, la aparición progresiva de las distintas temáticas que plantea y su plena vigencia; el recurso del fútbol como territorio simbólico unificador en el que se construye la identidad nacional, nos invitan a darnos un atracón de episodios, que considero la mejor experiencia posible como espectador de series: una larguísima película que no quieres que se acabe.
Creo que esta serie cumple también una función social; es una invitación a debatir sobre los grandes problemas que plantea: los conflictos identitarios, la discriminación racial, la desigualdad, la manipulación mediática, la fractura social y la dificultad para dialogar, el autoritarismo, la falta de escrúpulos al utilizar la tecnología …
La lucha que entablan los dos discursos que se contraponen a lo largo de los seis episodios es el marco en el que Eric Benzekri y Ziad Doueiri nos hablan de cómo se gestiona la influencia política actualmente, con su correspondiente dimensión mediática tanto en espacios tradicionales como en redes sociales; y de las estrategias que se diseñan para influir en la opinión pública y también para escudriñarla; y de cómo la guerra por imponer un relato puede alcanzar la dimensión de “guerra civil”, tal y como expresan los personajes; y de cómo los gabinetes de comunicación mediatizan los discursos públicos, sobre todo en el ámbito político, … No imagino a muchos “hommes politiques” capaces de lanzar mensajes sin la valoración correspondiente de sus equipos de comunicación en términos de impacto en los distintos colectivos que podrían respaldarlos o rechazarlos. ¿Es casualidad que sean dos mujeres, brillantes sociólogas, las que protagonizan la serie y los nuevos modos de enfrentarse a la realidad social? Como ya nos enseñó Obama en su carrera presidencial la acción política tal y como se entendía hace no tantos años envejeció de repente.
La lucha identitaria y las emociones como campo de batalla preferido de estos combatientes es una de las temáticas clave; está ocurriendo en Francia, en España, en la UE, en EEUU, en Rusia, … es el mundo en el que vivimos. Las condiciones de vida quedan en segundo plano frente a los símbolos y la pertenencia a los grupos con los que nos identificamos; somos capaces de pelear por una bandera mientras nos dejamos oprimir por una desigualdad galopante.
La facilidad con la que se pueden difundir mensajes falsos, manipular a la opinión pública, activar los sesgos de confirmación, segmentar los mensajes, y provocar daños muy reales raya en el terror sociológico. Pero después del Brexit y Cambridge analytica lo que nos espera es estar en guardia permanentemente. Incluso un tabú como el libre acceso a las armas se puede introducir en el debate público en Europa, de la mano de figuras públicas sin escrúpulos con el único objetivo de acaparar cuotas de poder.
La serie retrata con mucha fidelidad la actividad y los debates de los colectivos sociales concienciados sobre la necesidad de la descolonización, la discriminación de las personas racializadas, la opresión de colectivos por razones de género, el patriarcado, etc., que son considerados extremistas en el país galo por amplias capas de la población. También muestra el trabajo de las empresas/gabinetes de comunicación y opinión, si bien se permite algunas licencias sobre los procedimientos para trabajar con los paneles ciudadanos e identificar las corrientes de opinión sobre distintas cuestiones.
Las referencias a “El mundo de ayer”, de Zweig, son particularmente interesantes, y párrafos como el siguiente conectan directamente con la temática de la serie: “La irrupción de la brutalidad en política se apuntaba su primer éxito.Todas las grietas existentes entre las razas y las clases que la época de la conciliación había encolado con tanto esmero y esfuerzo se abrieron de pronto y se convirtieron en abismos.”
Como dijo mi hija, que estudia en París, cuando vimos el episodio del encuentro de Sam con el ministro “Hace falta saber tanto de Literatura para que te tomen en serio en Francia”. Y ese mismo ministro es el que utiliza para su beneficio particular las ideas y las conversaciones con Sam Berger.
En mi opinión, la pregunta que cabe hacerse tras la ver la serie no es la que hace el Presidente de la República francesa -que no vamos a desvelar-. Más bien sería ¿a qué estamos esperando para jugar un papel más activo en la vida política y social por ejemplo, participando en las manifestaciones por los graves problemas que nos afectan y, por supuesto, yendo a votar cuando nos convocan? Y otra: ante el grave riesgo de manipulación, ¿hasta cuándo van a seguir importando más los relatos que los hechos?