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8,2
13.338
Drama
Una pareja de ancianos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Cuando regresan, la madre pasa una noche en la casa de una nuera, viuda de uno de sus hijos. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2017
25 de noviembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Isamu, ¿qué serás cuando seas mayor? ¿serás médico como tu padre?. Dios mío, dónde estaré yo cuando lo seas”- pregunta preocupada la abuela a su nieto mientras el pequeño inocente va recogiendo hierba cerca de unas vías de ferrocarril.
Ésta es la historia de dos abuelos que viajan en tren desde Onimichi a Tokio para visitar a sus hijos, pero cuando llegan todos están demasiado ocupados trabajando y no pueden atenderlos como se merecen. Sin embargo, Noriko, su nuera, sin ser de su propia sangre, es menos egoísta y está más dispuesta a cuidar de ellos.
Dirigida por Yasujiro Ozu y estrenada en 1953, es un drama que vuelve a centrarse en el matrimonio, la vejez y la soledad como ya hizo Ozu en ‘Primavera Tardía’ de 1949. Otros temas recurrentes incluyen el choque generacional, el paso inexorable del tiempo, la americanización, el progreso y el consumismo.
Guión narrado de forma linear y con diálogos con lenguaje coloquial y realista, resulta fácil de entender y seguir. Mediante varios presentimientos se va manteniendo al espectador en tensión.
Destacan de nuevo las interpretaciones de Setsuko Hara y Chishu Ryū por su naturalidad al transmitir sentimientos de serenidad, bondad, alegría, tristeza...
Predominan los planos enteros narrativos y planos medios instrospectivos con la cámara al nivel del suelo y una iluminación directa lateral que crea misterio y melancolía.
Los decorados son viviendas y locales reales con todos los detalles de la cultura y constumbres japonesas: tabernas donde beben sake, casas con futones, onsens públicos, etc. En las calles los edificios de oficinas se sitúan frente al Castillo Shoyoda y sus jardines.
Los actores llevan tanto vestidos y trajes occidentales como los típicos kimonos y yukatas y no paran de abanicarse debido al calor sofocante del verano nipón.
Los sonidos subrayan el bullicio de la vida moderna: cantos de estudiantes, música de acordeón y guitarras, gritos de jóvenes jugando al millon y maisho, sonidos de trenes y barcos de vapor, el claxon de los coches, timbres de puertas, teléfonos...
Ésta es la historia de dos abuelos que viajan en tren desde Onimichi a Tokio para visitar a sus hijos, pero cuando llegan todos están demasiado ocupados trabajando y no pueden atenderlos como se merecen. Sin embargo, Noriko, su nuera, sin ser de su propia sangre, es menos egoísta y está más dispuesta a cuidar de ellos.
Dirigida por Yasujiro Ozu y estrenada en 1953, es un drama que vuelve a centrarse en el matrimonio, la vejez y la soledad como ya hizo Ozu en ‘Primavera Tardía’ de 1949. Otros temas recurrentes incluyen el choque generacional, el paso inexorable del tiempo, la americanización, el progreso y el consumismo.
Guión narrado de forma linear y con diálogos con lenguaje coloquial y realista, resulta fácil de entender y seguir. Mediante varios presentimientos se va manteniendo al espectador en tensión.
Destacan de nuevo las interpretaciones de Setsuko Hara y Chishu Ryū por su naturalidad al transmitir sentimientos de serenidad, bondad, alegría, tristeza...
Predominan los planos enteros narrativos y planos medios instrospectivos con la cámara al nivel del suelo y una iluminación directa lateral que crea misterio y melancolía.
Los decorados son viviendas y locales reales con todos los detalles de la cultura y constumbres japonesas: tabernas donde beben sake, casas con futones, onsens públicos, etc. En las calles los edificios de oficinas se sitúan frente al Castillo Shoyoda y sus jardines.
Los actores llevan tanto vestidos y trajes occidentales como los típicos kimonos y yukatas y no paran de abanicarse debido al calor sofocante del verano nipón.
Los sonidos subrayan el bullicio de la vida moderna: cantos de estudiantes, música de acordeón y guitarras, gritos de jóvenes jugando al millon y maisho, sonidos de trenes y barcos de vapor, el claxon de los coches, timbres de puertas, teléfonos...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como un poema la película es rica en símbolos: la ropa tendida representa los suburbios, la camisa de baseball y las revistas simbolizan el entretenimiento de masas, las chimeneas humeantes de las fábricas son la contaminación, la empresa Bridgestone es el comercio internacional, el viaje en tren es el viaje de la vida y el mar es la muerte final.
Sobresale la última secuencia cuando el abuelo le aconseja a su nuera que olvide a su marido fallecido en la guerra y vuelva a casarse para ser feliz, porque la vida, aunque sea decepcionante, siempre debe seguir.
Sobresale la última secuencia cuando el abuelo le aconseja a su nuera que olvide a su marido fallecido en la guerra y vuelva a casarse para ser feliz, porque la vida, aunque sea decepcionante, siempre debe seguir.