Comedia y parábola de tintes costumbristas sobre una de las formas más exacerbadas de la vanidad inherente a los actos humanos, esto es, la fama. El triunvirato Bernal-Luna-Francella levanta el artificio. Empleando como principal recurso estilístico la parodia, el humor se basa en el contraste entre el mundo idealizado de la fama y la candidez que exhiben unos pobres desgraciados que ascienden súbitamente y sin premeditación a la cumbre de la pirámide social. Dotados desigualmente por los lotes aleatorios de la fortuna, el mecanismo de su fulgurante progresión social es la disposición de un azaroso talento en el más deportivo de todos los espectáculos, o el más venal de todos los deportes, o el más espectacular de todos los negocios: el fútbol, quintaesencia de la cultura de masas, salvación y opio del pueblo. Radiografía transversal de la sociedad mexicana, la parábola presenta varias interpretaciones encontradas sobre la fama. La primera, muy conservadora, atiende a que los usurpadores de una clase social superior finalmente son expulsados de ésta por sus propios vicios de clase. Otra lectura más moralista ensalza el valor de la virtud de la prudencia. Finalmente, cabe una lectura, más acorde a mis preferencias, que se sustancia en que todo es vanidad menos el amor a los seres queridos, y, en concreto, a ese extraño ser, sangre de la sangre de tu madre, que es tu hermano.

Excesivamente costumbrista y con salidas argumentísticas en ocasiones demasiado fáciles –por ejemplo, ¿por qué abandona realmente Toto el fútbol si es un crack? ¿Por qué un viejo truhán como Batuta se lo juega todo en un solo partido?- es, sin embargo, una grata obra de esparcimiento, que además induce a la reflexión.