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Voto de brochard:
3

Voto de brochard:
3
7,5
10.588
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2011). 8 episodios. Primera serie de producción propia de Canal+, basada en la novela homónima de Rafael Chirbes. En los años 90, un constructor sin escrúpulos (Pepe Sancho), que ha amasado una gran fortuna con empresas agrícolas, se dedica a hacer negocios en el litoral español. Tras la muerte de su hermano, crea un gran entramado empresarial y urbanístico que lo convierte en el hombre más poderoso de Misent, una ciudad imaginaria del Levante español. [+]
23 de febrero de 2012
23 de febrero de 2012
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie bebe del falso mito del mafioso elegante, carismático, inteligente, atractivo, con una cierta cultura y con una sospechosa facilidad para que tres de cada cuatro frases que emite sean de un calado y profundidad importantes. A partir del personaje central, más parecido a Vito Corleone que a Jesús Gil, Paco el Pocero, Rafael Correa o Julián Muñoz, se articulan una serie de tópicos tomados al pie de la letra de las superproducciones hollywoodienses de mafiosos ítaloamericanos. Hay parecido en el modus operandi, personajes secundarios, estructura social, modelo familiar…incluso la música que suena en el funeral del hermano del protagonista recuerda demasiado a la banda sonora de los filmes de mafiosos made in Hollywood. A esto le añaden unos cuantos rusos hieráticos y sin escrúpulos y ya se pueden permitir una historia facilona, vacía, sin gancho, tediosa, mal narrada y 0% original, pero que al haberse librado en gran parte del olor made in Spain propio de las series patrias puede alcanzar un 7,6 de nota media. Aquí no hay quien viva (por poner un ejemplo), con guiones infinitamente superiores a los de esta serie, se ve condenada por su olor made in Spain, impopular entre la pseudointelectualidad, a una nota mucho más discreta.
Volviendo al mito del corrupto del que hablaba antes y que sirve de inspiración a los guionistas de esta serie, hay que alabar a gran parte del cine iberoamericano contemporáneo (así como a una parte importante del europeo), que ha comenzado a retratar a este colectivo social de una manera realista. Semianalfabetos, incultos, horteras a más no poder, generalmente gordos y sudorosos…vamos, igualitos que Vito Corleone y cía. Ya sabemos que los personajes de Gomorra son más prosaicos que los de las superproducciones estadounidenses, pero también son mucho más verdaderos. Echo de menos ver a reflejados en la pantalla corruptos casposos capaces de sufragar espectáculos del calado de Las Bucaneras, casados con una Mamachicho o liados con una folklórica anacrónica, con un Miró en el baño y una casa llena de fieras disecadas, con serias dificultades a la hora de leer un comunicado o con un programa de telebasura propio rodado en una piscina llena de fulanillas de tres al cuarto. Cuando esto ocurra podrán vendernos que están reflejando la realidad española, pero mientras tanto que no nos tomen el pelo.
Volviendo al mito del corrupto del que hablaba antes y que sirve de inspiración a los guionistas de esta serie, hay que alabar a gran parte del cine iberoamericano contemporáneo (así como a una parte importante del europeo), que ha comenzado a retratar a este colectivo social de una manera realista. Semianalfabetos, incultos, horteras a más no poder, generalmente gordos y sudorosos…vamos, igualitos que Vito Corleone y cía. Ya sabemos que los personajes de Gomorra son más prosaicos que los de las superproducciones estadounidenses, pero también son mucho más verdaderos. Echo de menos ver a reflejados en la pantalla corruptos casposos capaces de sufragar espectáculos del calado de Las Bucaneras, casados con una Mamachicho o liados con una folklórica anacrónica, con un Miró en el baño y una casa llena de fieras disecadas, con serias dificultades a la hora de leer un comunicado o con un programa de telebasura propio rodado en una piscina llena de fulanillas de tres al cuarto. Cuando esto ocurra podrán vendernos que están reflejando la realidad española, pero mientras tanto que no nos tomen el pelo.