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Voto de Silvio de Arabia:
10

Voto de Silvio de Arabia:
10
6,2
239
21 de enero de 2020
21 de enero de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te gusta Wes Anderson (piensa en The Tenenbaums o en Isle of Dogs) o Aki Kaurismäki (Le Havre), pues probablemente te guste Perdrix. Es ese tipo de cine independiente, íntimo, con un ridículo humor absurdo y una gran ternura en el desenvolvimiento del drama. Quizá por el entorno rural y la historia entre los dos protagonistas a mí me evocó un poco a la encantadora Blue Jay de Duplass, pero solo en tanto que son un hombre y una mujer jugando a descubrirse con naturalidad. A veces tanta naturalidad que parece una película mumblecore. Pero no lo es ni tiene nada que ver con Blue Jay.
————————
Ahora vamos con mis movidas personales. Porque todo esto para mí es personal y lo que te cuento aquí no dista mucho de lo que contaría tomando un café en una terraza. Vuelve cuando hayas visto la peli, ¿vale? Espero.
¡HABRÁ SPOILERS!:
Esta película me apareció de repente por Filmin. Me llamó la atención el cartel: un hombre, una mujer, solos, de pie, junto a un lago y con una palabra francesa que se asemeja a Grand Prix e incluso tiene esa misma tipografía clásica de carreras con un fuerte rojo en cursiva. Bien. Leo la extensísima sinopsis de Filmin por encima para no spoilearme mucho: no me llama nada la atención. Me lo pienso. Voy a FilmAffinity y leo su microsinopsis de una sola frase y...: «Antes tenía mi curiosidad; ahora tiene mi atención».
Empieza con un viaje en coche. Me gusta cuando una peli empieza así. Me gustó en Negociador, de Cobeaga, y me gustó en Locke (aunque ahí se abusara, pero ok). Es un buen comienzo. Es como una metáfora de ir a alguna parte. También sucedía en Ten Items or Less (otra historia de un hombre y una mujer que se conocen a lo largo de un viaje). Es algo típico de las road movies. Este es uno de mis géneros favoritos, si no el que más, porque es la mejor forma de contar una historia. ¿Qué forma mejor de que un hombre y una mujer se conozcan, si no es a través de un viaje? ¿De qué otra manera Quijano y Sancho se habrían podido hacer grandes amigos? ¡La aventura! (No me entiendas mal: tampoco es una road movie, como habrás podido ver).
En la historia nos encontramos con una trama principal: a una chica le roban el coche una tribu de nudistas y, con este, todos sus diarios. Esos diarios son lo único a lo que ella ha decidido atarse en la vida. En el pueblo cercano donde sucede el robo conoce a un gendarme tranquilo y conformista que vive con una familia muy peculiar en la que él parece ser el cabeza. Es Pierre un hombre que quizá en el pasado tuvo sueños de correr aventuras, pero que acabó resignándose a la vida de funcionario. Ella, Juliette, es esa clase de mujer con la que quizá Pierre podría vivir un «amour fou» y salir de eso que tan de moda se ha puesto y que tienden a llamar «la zona de confort». Juliette es una persona natural e impulsiva que, como Pierre —y como todos— también tiene alguna astilla clavada en la pata que le impide caminar como es debido.
Paralelamente se suceden una serie de subtramas que resultan bastante orgánicas en la narración, pues cada una se vincula a un personaje, los relaciona entre ellos sumando un todo y, finalmente, no necesariamente se cierran de forma hermética. Eso da madurez al relato y le aporta verosimilitud a la construcción de unos personajes secundarios con conflictos, sueños, etc, que contribuyen a enriquecer el total de la historia. Fetén.
Por mí, yo me habría quedado solo con la historia de Pierre y Juliette. Me fascina verlos interactuar entre sí. Pero ya se sabe: lo poco gusta y lo mucho cansa. Es necesario un punto y un contrapunto para facilitar el equilibrio; y no me parecen malos los recursos del guion para crear conflictos y situaciones cómicas con el resto de personajes. Por ahí todo correcto.
En general hay muchas cosas que me gustaron y sobre las que me pasaría la noche charlando, pero centrémonos en estas dos:
1— La banda sonora. Es sencillamente genial. Se introduce cuando es necesaria y de una forma muy natural. Encaja perfectamente con la narración y acierta, tanto la banda sonora original como los temas añadidos. Hay dos temas de la BSO que me gustan especialmente. Uno es «Gendarmerie». Los acordes iniciales me recuerdan muchísimo a la banda sonora de The Last Man on Earth (la serie de Will Forte). Le aporta un tono de comicidad asociado a la cutrez y a la monotonía; es decir, le da cercanía al relato. La otra pieza que me encanta es «Le lac des corbeaux». Casi todos los temas comienzan girando en torno a una línea melódica que recuerda MUCHÍSIMO al Nocturno 20 de Chopin, por eso también se hacen muy familiares al oído rápidamente.
2— Las localizaciones. Es un pequeño pueblo francés, amigable, sin pretensiones, rodeado de vegetación y con una fotografía notable. La realización, en general, es muy buena. Los planos están bien elegidos para apoyar con ellos escenas de comedia u otras más dramáticas, ¡pese a que es una ópera prima! Realmente es una delicia que no parezca algo grabado por unos estudiantes de FP, como esa bazofia de Iborra de The Leftovers (la empecé a ver un día antes y solo aguanté diez minutos; prometo acabarla un día para poder darle su uno con razón).
**Como anécdota: Hay una secuencia similar a la que protagoniza Ed Harris en un pantano, dando clase de Biología a unos muchachos en Un regalo para papá (1994). Pero aquí el biólogo es el colmo del patetismo, no se le dan bien los niños y la escena es un estandarte soberbio de ese humor patético —en el buen sentido— del que hace gala la peli.**
(Sigo en el spoiler con más ideas aún más desordenadas).
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Ahora vamos con mis movidas personales. Porque todo esto para mí es personal y lo que te cuento aquí no dista mucho de lo que contaría tomando un café en una terraza. Vuelve cuando hayas visto la peli, ¿vale? Espero.
¡HABRÁ SPOILERS!:
Esta película me apareció de repente por Filmin. Me llamó la atención el cartel: un hombre, una mujer, solos, de pie, junto a un lago y con una palabra francesa que se asemeja a Grand Prix e incluso tiene esa misma tipografía clásica de carreras con un fuerte rojo en cursiva. Bien. Leo la extensísima sinopsis de Filmin por encima para no spoilearme mucho: no me llama nada la atención. Me lo pienso. Voy a FilmAffinity y leo su microsinopsis de una sola frase y...: «Antes tenía mi curiosidad; ahora tiene mi atención».
Empieza con un viaje en coche. Me gusta cuando una peli empieza así. Me gustó en Negociador, de Cobeaga, y me gustó en Locke (aunque ahí se abusara, pero ok). Es un buen comienzo. Es como una metáfora de ir a alguna parte. También sucedía en Ten Items or Less (otra historia de un hombre y una mujer que se conocen a lo largo de un viaje). Es algo típico de las road movies. Este es uno de mis géneros favoritos, si no el que más, porque es la mejor forma de contar una historia. ¿Qué forma mejor de que un hombre y una mujer se conozcan, si no es a través de un viaje? ¿De qué otra manera Quijano y Sancho se habrían podido hacer grandes amigos? ¡La aventura! (No me entiendas mal: tampoco es una road movie, como habrás podido ver).
En la historia nos encontramos con una trama principal: a una chica le roban el coche una tribu de nudistas y, con este, todos sus diarios. Esos diarios son lo único a lo que ella ha decidido atarse en la vida. En el pueblo cercano donde sucede el robo conoce a un gendarme tranquilo y conformista que vive con una familia muy peculiar en la que él parece ser el cabeza. Es Pierre un hombre que quizá en el pasado tuvo sueños de correr aventuras, pero que acabó resignándose a la vida de funcionario. Ella, Juliette, es esa clase de mujer con la que quizá Pierre podría vivir un «amour fou» y salir de eso que tan de moda se ha puesto y que tienden a llamar «la zona de confort». Juliette es una persona natural e impulsiva que, como Pierre —y como todos— también tiene alguna astilla clavada en la pata que le impide caminar como es debido.
Paralelamente se suceden una serie de subtramas que resultan bastante orgánicas en la narración, pues cada una se vincula a un personaje, los relaciona entre ellos sumando un todo y, finalmente, no necesariamente se cierran de forma hermética. Eso da madurez al relato y le aporta verosimilitud a la construcción de unos personajes secundarios con conflictos, sueños, etc, que contribuyen a enriquecer el total de la historia. Fetén.
Por mí, yo me habría quedado solo con la historia de Pierre y Juliette. Me fascina verlos interactuar entre sí. Pero ya se sabe: lo poco gusta y lo mucho cansa. Es necesario un punto y un contrapunto para facilitar el equilibrio; y no me parecen malos los recursos del guion para crear conflictos y situaciones cómicas con el resto de personajes. Por ahí todo correcto.
En general hay muchas cosas que me gustaron y sobre las que me pasaría la noche charlando, pero centrémonos en estas dos:
1— La banda sonora. Es sencillamente genial. Se introduce cuando es necesaria y de una forma muy natural. Encaja perfectamente con la narración y acierta, tanto la banda sonora original como los temas añadidos. Hay dos temas de la BSO que me gustan especialmente. Uno es «Gendarmerie». Los acordes iniciales me recuerdan muchísimo a la banda sonora de The Last Man on Earth (la serie de Will Forte). Le aporta un tono de comicidad asociado a la cutrez y a la monotonía; es decir, le da cercanía al relato. La otra pieza que me encanta es «Le lac des corbeaux». Casi todos los temas comienzan girando en torno a una línea melódica que recuerda MUCHÍSIMO al Nocturno 20 de Chopin, por eso también se hacen muy familiares al oído rápidamente.
2— Las localizaciones. Es un pequeño pueblo francés, amigable, sin pretensiones, rodeado de vegetación y con una fotografía notable. La realización, en general, es muy buena. Los planos están bien elegidos para apoyar con ellos escenas de comedia u otras más dramáticas, ¡pese a que es una ópera prima! Realmente es una delicia que no parezca algo grabado por unos estudiantes de FP, como esa bazofia de Iborra de The Leftovers (la empecé a ver un día antes y solo aguanté diez minutos; prometo acabarla un día para poder darle su uno con razón).
**Como anécdota: Hay una secuencia similar a la que protagoniza Ed Harris en un pantano, dando clase de Biología a unos muchachos en Un regalo para papá (1994). Pero aquí el biólogo es el colmo del patetismo, no se le dan bien los niños y la escena es un estandarte soberbio de ese humor patético —en el buen sentido— del que hace gala la peli.**
(Sigo en el spoiler con más ideas aún más desordenadas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Más cosas que me gustaron:
A) La escena en la que los protagonistas hacen noche en el bosque. Me recordó mucho a esa escena en la penumbra con Nicolas Cage y Nicolas Cage en Adaptation. ¿Por qué? Mis motivos tengo. Otro día los cuento.
B) El final. Ese beso final mientras se cerraba el plano me recordó, al menos, a otra película con un cierre similar, pero no logro recordar cuál(*1). La escena final es una delicia entera. Comienza con los nudistas leyendo los diarios de Juliette en el bosque; y, conforme la cámara va haciendo un travelling, esta nos lleva a la pareja protagonista, que navega plácidamente por el lago, a lo lejos.
Este juego de opuestos (nudistas/protagonistas) puede invitar a muchas lecturas en clave metafórica. Por un lado, los nudistas, un grupo de gente que ha decidido deshacerse de sus ropas y vivir en el monte para poseer solo lo necesario, se han visto absortos por la lectura de unos diarios: algo que forma parte de la intimidad de una persona, (esa intimidad que, precisamente, la ropa salvaguarda. Un grupo de gente que, de algún modo, se asalvaja de forma comunal, acaba domesticándose en tanto que se entregan al placer de la lectura del yo.
Por otro lado, Juliette y Pierre navegan disfrutando el uno del otro. Juliette está libre de la carga que implica la custodia de sus diarios y Pierre, por fin, es libre, EN GENERAL. Por fin puede ser ese Robinson Crusoe con el que soñaba en convertirse cuando era niño.
C) Pierre y Juliette son cada uno una pieza indispensable para el otro, en tanto que cada uno complementa al otro con lo que el otro más puede desear o querer entregar. Hay una química indiscutible entre ellos y me produce un enorme placer mirarlos. Me pasaría las horas muertas viéndolos hacer cosas, interactuar entre ellos, tocar cosas, mirar, sentir.
D) La frase que da título a esta crítica se la dice un subalterno de Pierre a este en la barra de un bar, mientras está borracho y le confiesa por enésima vez que está enamorado de él (otra subtrama mínima que enriquece el relato). Según este personaje, esa frase —pronunciada en paráfrasis— siempre la pronunciaba su madre. Pero, bueno, entre tú y yo: la frase es de Jacques Lacan. Aún así, más razón que un santo tenía su madre.
E) Juliette. (Maravillosa). Salvo por el vestuario (exceptuando la escena final), no le encuentro nada feo a esta chica. Ni a la actriz físicamente, ni al personaje en su construcción ni al personaje como propio ente ideológico. Comete fallos, ataca, recula, crece, juega... Es delicioso verla en pantalla. Todo un flechazo, lo reconozco. Pero hay algo que me gusta también y que sucedió, al menos, dos veces. La actriz tiene un ligero estrabismo en un ojo, y hay dos momentos —que recuerde—en los que dedica una mirada cómplice a la cámara. Rompe la cuarta pared. Pero solo con un ojo. Y me parece muy curioso. Se hace abiertamente. No se trata de disimular. Pero ¿por qué?. No sé quién sería el artífice de ese recurso. ¿Ella?, ¿el director, sabiendo que la actriz tenía estrabismo?, ¿el director, no sabiéndolo? ¿Con qué intención?, ¿acercarnos a la historia?, ¿hacernos cómplices? ¡No lo sé! Pero me gusta y, además, le da un encanto especial a Maud Wyler. (Trueba, por cierto, siempre miraba el lado positivo de su estrabismo diciendo que le venía muy bien para hacer nuevos amigos en las fiestas).
F) Una vez más, la banda sonora. Junto al paraje idílico de pantano y coníferas suena una canción al final, de estilo fingerpicking, rollo folk, que encaja perfectamente en la historia. Me recordó bastante al universo del videojuego de Life is Strange y eso me evocó un punto de melancolía, sumado a esa otra película que no recuerdo.
(Joder, cómo he disfrutado escribiendo esta crítica. Gracias, si llegaste hasta aquí. Por mí, seguiría. Pero ya vale, ¿no?).
(*1) En el futuro pondré la peli aquí, si la recuerdo:
A) La escena en la que los protagonistas hacen noche en el bosque. Me recordó mucho a esa escena en la penumbra con Nicolas Cage y Nicolas Cage en Adaptation. ¿Por qué? Mis motivos tengo. Otro día los cuento.
B) El final. Ese beso final mientras se cerraba el plano me recordó, al menos, a otra película con un cierre similar, pero no logro recordar cuál(*1). La escena final es una delicia entera. Comienza con los nudistas leyendo los diarios de Juliette en el bosque; y, conforme la cámara va haciendo un travelling, esta nos lleva a la pareja protagonista, que navega plácidamente por el lago, a lo lejos.
Este juego de opuestos (nudistas/protagonistas) puede invitar a muchas lecturas en clave metafórica. Por un lado, los nudistas, un grupo de gente que ha decidido deshacerse de sus ropas y vivir en el monte para poseer solo lo necesario, se han visto absortos por la lectura de unos diarios: algo que forma parte de la intimidad de una persona, (esa intimidad que, precisamente, la ropa salvaguarda. Un grupo de gente que, de algún modo, se asalvaja de forma comunal, acaba domesticándose en tanto que se entregan al placer de la lectura del yo.
Por otro lado, Juliette y Pierre navegan disfrutando el uno del otro. Juliette está libre de la carga que implica la custodia de sus diarios y Pierre, por fin, es libre, EN GENERAL. Por fin puede ser ese Robinson Crusoe con el que soñaba en convertirse cuando era niño.
C) Pierre y Juliette son cada uno una pieza indispensable para el otro, en tanto que cada uno complementa al otro con lo que el otro más puede desear o querer entregar. Hay una química indiscutible entre ellos y me produce un enorme placer mirarlos. Me pasaría las horas muertas viéndolos hacer cosas, interactuar entre ellos, tocar cosas, mirar, sentir.
D) La frase que da título a esta crítica se la dice un subalterno de Pierre a este en la barra de un bar, mientras está borracho y le confiesa por enésima vez que está enamorado de él (otra subtrama mínima que enriquece el relato). Según este personaje, esa frase —pronunciada en paráfrasis— siempre la pronunciaba su madre. Pero, bueno, entre tú y yo: la frase es de Jacques Lacan. Aún así, más razón que un santo tenía su madre.
E) Juliette. (Maravillosa). Salvo por el vestuario (exceptuando la escena final), no le encuentro nada feo a esta chica. Ni a la actriz físicamente, ni al personaje en su construcción ni al personaje como propio ente ideológico. Comete fallos, ataca, recula, crece, juega... Es delicioso verla en pantalla. Todo un flechazo, lo reconozco. Pero hay algo que me gusta también y que sucedió, al menos, dos veces. La actriz tiene un ligero estrabismo en un ojo, y hay dos momentos —que recuerde—en los que dedica una mirada cómplice a la cámara. Rompe la cuarta pared. Pero solo con un ojo. Y me parece muy curioso. Se hace abiertamente. No se trata de disimular. Pero ¿por qué?. No sé quién sería el artífice de ese recurso. ¿Ella?, ¿el director, sabiendo que la actriz tenía estrabismo?, ¿el director, no sabiéndolo? ¿Con qué intención?, ¿acercarnos a la historia?, ¿hacernos cómplices? ¡No lo sé! Pero me gusta y, además, le da un encanto especial a Maud Wyler. (Trueba, por cierto, siempre miraba el lado positivo de su estrabismo diciendo que le venía muy bien para hacer nuevos amigos en las fiestas).
F) Una vez más, la banda sonora. Junto al paraje idílico de pantano y coníferas suena una canción al final, de estilo fingerpicking, rollo folk, que encaja perfectamente en la historia. Me recordó bastante al universo del videojuego de Life is Strange y eso me evocó un punto de melancolía, sumado a esa otra película que no recuerdo.
(Joder, cómo he disfrutado escribiendo esta crítica. Gracias, si llegaste hasta aquí. Por mí, seguiría. Pero ya vale, ¿no?).
(*1) En el futuro pondré la peli aquí, si la recuerdo: