Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Danivtar
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Críticas favoritas elegidas por Danivtar
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Danivtar:
10

Voto de Danivtar:
10
7,4
4.717
Drama. Intriga. Ciencia ficción
El doctor Julio Denis es un médico psiquiatra y trabaja en un neuropsiquiátrico. Un día llega al hospital un joven, Rantés, que dice ser un ser de otro planeta. Lo trata como paranoico, pero Rantés irá introduciéndose en su vida, haciéndolo dudar de si realmente está loco, con lo que, sutilmente, lo obliga a replantear su vida y profesión. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2022
1 de enero de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Termino este 2021 mirando al sudeste. Sí, de alguna manera, ya que cierto azar quiso que me encontrara revisionando este film que me marcara hace unos treinta y cinco años. Film entrañable, asociado a nombres entrañables que ya no están entre nosotros. Pero en lo que a mí respecta, viven y vivirán cada vez que vuelva sobre esta historia. Eliseo Subiela, Hugo soto, Lorenzo Quinteros. Qué maravilloso legado han dejado en esta cabal obra maestra. Treinta y cinco años después la redescubro, y me asombra y me conmueve como en aquel entonces en mis veintes.
¡Qué vigencia tiene esta historia! ¿Qué ha cambiado, en estos treinta y cinco años, del arma mortal que denunciara Rantés ante el doctor Julio Denis, el arma de la estupidez humana? Yo creo que se ha vuelto más letal que nunca.
En su factura simple este film encierra un poder y una magia milagrosos. Amo cada plano, cada nota de su banda sonora, cada línea de su guión portentoso. El dolor y la tragedia humanos están plasmados ya en ese comienzo en el que un hombre quebrado ingresa al psiquiátrico y clama con los brazos en alto el nombre de su amada a la que acaba de matar, como si la viera delante de él. El doctor Denis -estupendo Lorenzo Quinteros- escucha su historia medio tumbado sobre su silla, mascullando para sí lo poco que nadie podrá hacer por ese hombre. Representa al típico ser humano adaptado a la vida desde la rutina vacía de una profesión en la que poco cree, solo, separado de su familia e hijos, agobiado por el tedio y el sinsentido existencial. Y allí, en medio de ese micromundo de seres quebrados dirigido por otros seres apenas menos quebrados, aparece inopinadamente el misterioso paciente número 33, Rantés.
Hugo Soto encarna a Rantés, el holograma que hace llegar al mundo una suerte de versión cibernética del Cristo. Rostro fabuloso para el personaje, actuación apabullante. Todos en el nosocomio quedarán pronto atrapados por su lúcido delirio -incluyendo al buen doctor Denis. Los diálogos entre Rantés y el doctor son magistrales, evocándonos a los de Sócrates o el Cristo -que parecen condenados a sembrar en el desierto cada vez que han querido iluminar la mente del hombre.
Hay un momento en el que el film alcanza un verdadero clímax de explosión visual y expresiva, en la escena del concierto en la plaza, que quedará sin duda entre las grandes de la cinematografía de todos los tiempos.
Y ésta ha sido para mí la última película del año que está a unas pocas horas de cerrarse para siempre por estos lados, dejándome este regalo que agradezco.
¡Un saludo a toda la gente de Filmaffinity, a los compañeros comentaristas, y que el 2022 nos traiga finalmente la iluminación que necesitamos!
¡Qué vigencia tiene esta historia! ¿Qué ha cambiado, en estos treinta y cinco años, del arma mortal que denunciara Rantés ante el doctor Julio Denis, el arma de la estupidez humana? Yo creo que se ha vuelto más letal que nunca.
En su factura simple este film encierra un poder y una magia milagrosos. Amo cada plano, cada nota de su banda sonora, cada línea de su guión portentoso. El dolor y la tragedia humanos están plasmados ya en ese comienzo en el que un hombre quebrado ingresa al psiquiátrico y clama con los brazos en alto el nombre de su amada a la que acaba de matar, como si la viera delante de él. El doctor Denis -estupendo Lorenzo Quinteros- escucha su historia medio tumbado sobre su silla, mascullando para sí lo poco que nadie podrá hacer por ese hombre. Representa al típico ser humano adaptado a la vida desde la rutina vacía de una profesión en la que poco cree, solo, separado de su familia e hijos, agobiado por el tedio y el sinsentido existencial. Y allí, en medio de ese micromundo de seres quebrados dirigido por otros seres apenas menos quebrados, aparece inopinadamente el misterioso paciente número 33, Rantés.
Hugo Soto encarna a Rantés, el holograma que hace llegar al mundo una suerte de versión cibernética del Cristo. Rostro fabuloso para el personaje, actuación apabullante. Todos en el nosocomio quedarán pronto atrapados por su lúcido delirio -incluyendo al buen doctor Denis. Los diálogos entre Rantés y el doctor son magistrales, evocándonos a los de Sócrates o el Cristo -que parecen condenados a sembrar en el desierto cada vez que han querido iluminar la mente del hombre.
Hay un momento en el que el film alcanza un verdadero clímax de explosión visual y expresiva, en la escena del concierto en la plaza, que quedará sin duda entre las grandes de la cinematografía de todos los tiempos.
Y ésta ha sido para mí la última película del año que está a unas pocas horas de cerrarse para siempre por estos lados, dejándome este regalo que agradezco.
¡Un saludo a toda la gente de Filmaffinity, a los compañeros comentaristas, y que el 2022 nos traiga finalmente la iluminación que necesitamos!