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Ciencia ficción. Drama. Aventuras
Al ver que la vida en la Tierra está llegando a su fin, un grupo de exploradores dirigidos por el piloto Cooper (McConaughey) y la científica Amelia (Hathaway) emprende una misión que puede ser la más importante de la historia de la humanidad: viajar más allá de nuestra galaxia para descubrir algún planeta en otra que pueda garantizar el futuro de la raza humana. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2024
20 de enero de 2024
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan no es santo de mi devoción, paso sin vacilar de su filmografía. Interstellar es una película que mucha gente dice haber visto más veces de las que se cuentan con una mano. Yo había llegado a inspeccionar el trailer sin que me embargara ningún interés.
Pero en estos días, como quien no quiere la cosa, me puse a verla. El resultado no mejoró en nada mi estima hacia este director, antes bien al contrario. Quienes han denostado el film lo han hecho con sobrados fundamentos, no hace falta insistir en esa dirección. Para el género ciencia ficción la película no hace ningún aporte porque es más bien delirante en sus planteos, y su supuesta base científica no se sostiene de ninguna manera. La ciencia ficción buena hace planteos racionales, si no probables al menos posibles, no contradice las leyes de la ciencia; se proyecta en el sentido de lo imaginable, no postula absurdos. Y es por eso mismo que sus grandes cultores literarios suelen devenir en visionarios, habiéndose adelantado muchas veces a lo que el curso del tiempo terminó plasmando en realidades. Ésa es la verdadera ciencia ficción, cultivada con gran suceso en el cine de todos los tiempos, desde Metrópolis hasta 2001, desde Star Wars hasta Matrix, desde 1984 hasta Contact, pasando por infinidad de títulos gloriosos. Un cine no sólo fascinante sino de alcance filosófico, de un valor profético siempre vigente, de peso cultural, de advertencia hacia los peligros que siempre depara el futuro.
Yo no creo que la fantasía fraguada por los Nolan esté ni remotamente a la altura de los grandes exponentes de la ciencia ficción. No es producto del genio sino de la especulación, no nace de inquietudes profundas sino de cálculos, de afanes empresariales. Y ni siquiera refleja un esfuerzo serio en el sentido de la honestidad intelectual y la pretensión científica. Por eso esta película es un mero producto comercial, no es arte, ni siquiera es buen cine.
No se me escapa que el film ha fascinado a un amplio público, y aquí puede estar su única virtud, en esta suerte de prestidigitación que por supuesto depende de un espectador entregado a la aquiescencia, dispuesto a no examinar demasiado las cosas y a dejarse llevar por la ilusión. Aparte de eso no veo yo más que un producto esencialmente comercial, francamente efectista, torpemente pretencioso y escandalosamente deficitario en su ejercicio de ciencia especulativa.
Por cierto, si la humanidad deberá en un futuro debatirse entre la extinción y la supervivencia en un escenario de catástrofe ambiental, no creo que nadie vaya a perder tiempo en considerar las ideas astronómicas de Nolan.
Pero en estos días, como quien no quiere la cosa, me puse a verla. El resultado no mejoró en nada mi estima hacia este director, antes bien al contrario. Quienes han denostado el film lo han hecho con sobrados fundamentos, no hace falta insistir en esa dirección. Para el género ciencia ficción la película no hace ningún aporte porque es más bien delirante en sus planteos, y su supuesta base científica no se sostiene de ninguna manera. La ciencia ficción buena hace planteos racionales, si no probables al menos posibles, no contradice las leyes de la ciencia; se proyecta en el sentido de lo imaginable, no postula absurdos. Y es por eso mismo que sus grandes cultores literarios suelen devenir en visionarios, habiéndose adelantado muchas veces a lo que el curso del tiempo terminó plasmando en realidades. Ésa es la verdadera ciencia ficción, cultivada con gran suceso en el cine de todos los tiempos, desde Metrópolis hasta 2001, desde Star Wars hasta Matrix, desde 1984 hasta Contact, pasando por infinidad de títulos gloriosos. Un cine no sólo fascinante sino de alcance filosófico, de un valor profético siempre vigente, de peso cultural, de advertencia hacia los peligros que siempre depara el futuro.
Yo no creo que la fantasía fraguada por los Nolan esté ni remotamente a la altura de los grandes exponentes de la ciencia ficción. No es producto del genio sino de la especulación, no nace de inquietudes profundas sino de cálculos, de afanes empresariales. Y ni siquiera refleja un esfuerzo serio en el sentido de la honestidad intelectual y la pretensión científica. Por eso esta película es un mero producto comercial, no es arte, ni siquiera es buen cine.
No se me escapa que el film ha fascinado a un amplio público, y aquí puede estar su única virtud, en esta suerte de prestidigitación que por supuesto depende de un espectador entregado a la aquiescencia, dispuesto a no examinar demasiado las cosas y a dejarse llevar por la ilusión. Aparte de eso no veo yo más que un producto esencialmente comercial, francamente efectista, torpemente pretencioso y escandalosamente deficitario en su ejercicio de ciencia especulativa.
Por cierto, si la humanidad deberá en un futuro debatirse entre la extinción y la supervivencia en un escenario de catástrofe ambiental, no creo que nadie vaya a perder tiempo en considerar las ideas astronómicas de Nolan.