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Voto de Talía666:
9

Voto de Talía666:
9
7,4
22.348
Drama. Thriller
Unos delincuentes de poca monta deciden atracar la sucursal de un banco de Brooklyn. Sin embargo, debido a su inexperiencia, el robo, que había sido planeado para ser ejecutado en apenas diez minutos, se convierte en una trampa para los atracadores y en un espectáculo para la televisión en directo. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2011
12 de febrero de 2011
39 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagina una película hecha a medias entre Almodóvar y Tarantino. Molaría, eh? Bueno, pues eso es "Tarde de perros". Una historia desquiciada que mezcla la tensión extrema de "Reservoir dogs" con la locura, el surrealismo y la aceleración de, por ejemplo, "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Y el resultado es éste. Un thriller-comedia, un drama cómico, una parodia del género de atracos... no se sabe muy bien qué es, pero lo que sea gusta.
Échale también al cocktail una mijilla de "La estanquera de Vallecas" y un pedazo de actor que guste de la sobreactuación en un papel ideado justo para el histrión más exagerado, y ahí tienes a Al Pacino robando bancos y robando corazones; los corazones de sus rehenes, de los medios, de la mismísima policía que lo quiere detener y del espectador. Ahí lo tienes gritando "Attica, Attica" y llevándose de calle a las masas enloquecidas.
Luego te enteras de que está basada en un hecho real y dices: "imposible, es un guión desquiciado, inverosímil total, esto no puede ser real". Pero por lo visto, con sus más y sus menos, sí que lo fue. Es decir, esos personajes imposibles existieron: el atracador mediático, el compañero de fatigas (fantástico John Cazale, gran hallazgo), la primera mujer del atracador, la segunda "mujer", la madre, el poli negociador, el director del banco, las empleadas... Y todos y cada uno de ellos son personajes típicos almodovarianos sometidos a presiones tarantinianas. Y tú dirás: ¿y eso se come? Pues sí, se come. Y encima te lo pasas bomba.
Échale también al cocktail una mijilla de "La estanquera de Vallecas" y un pedazo de actor que guste de la sobreactuación en un papel ideado justo para el histrión más exagerado, y ahí tienes a Al Pacino robando bancos y robando corazones; los corazones de sus rehenes, de los medios, de la mismísima policía que lo quiere detener y del espectador. Ahí lo tienes gritando "Attica, Attica" y llevándose de calle a las masas enloquecidas.
Luego te enteras de que está basada en un hecho real y dices: "imposible, es un guión desquiciado, inverosímil total, esto no puede ser real". Pero por lo visto, con sus más y sus menos, sí que lo fue. Es decir, esos personajes imposibles existieron: el atracador mediático, el compañero de fatigas (fantástico John Cazale, gran hallazgo), la primera mujer del atracador, la segunda "mujer", la madre, el poli negociador, el director del banco, las empleadas... Y todos y cada uno de ellos son personajes típicos almodovarianos sometidos a presiones tarantinianas. Y tú dirás: ¿y eso se come? Pues sí, se come. Y encima te lo pasas bomba.