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Terror. Intriga
Kirby Sweetman administra su propia sala de cine en donde exhibe películas de culto de las décadas del setenta y ochenta. Sin embargo, para pagar las cuentas se ve obligado a dedicar parte de su tiempo a otro trabajo: la búsqueda de cintas cinematográficas originales y extravagantes para gente rica. Un día es contratado por Mr. Ballinger para encontrar una cinta muy especial: "Le Fin Absolute Du Mond" (el final absoluto del mundo). El ... [+]
28 de agosto de 2016
28 de agosto de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Masters of Horror” es una serie de televisión de terror (en el más amplio sentido de la palabra) de la cadena norteamericana “Showtime”. Exacto, la misma cadena que emite “Dexter”, “Weeds” o “Californication”, así que ya podéis imaginar la libertad que gozan los creadores para mostrar todas aquellas pesadillas horripilantes que quieran ofrecernos sin apenas censura (dentro de un orden, claro, por mucho “Showtime” que sea, sigue siendo una cadena de televisión). “Master of Horror” tiene el aliciente de contar en cada episodio con un director clásico de terror. Van dos temporadas en USA y ya han dirigido (al menos dos episodios) creadores de culto como Dario Argento, Tobe Hooper, Joe Dante, John Landis, Don Coscarelli y, por supuesto, John Carpenter.
“El fin del mundo en 35 mm” (“Cigarette Burning” en su versión original) cuenta la historia de la búsqueda de una película maldita, “La fin absolue du monde”, que solo se exhibió una vez, en el festival de cine fantástico de Sitges, provocando la locura general entre los espectadores. Un millonario con demasiado tiempo libre quiere conseguir la única copia existente para descubrir si todo lo que dicen sobre la película es cierto. Kirby Sweetman (Norman Reedus, nuestro Daryl de "The walking dead"), un “buscador” profesional de películas raras, será el encargado de encontrar los rollos de metraje, descubriendo demasiado tarde que dicha película no solo refleja unas imágenes horribles sobre el cielo y el infierno, sino también las peores pesadillas del alma del espectador. John Carpenter vuelve a realizar un ejercicio metacinematográfico dirigiendo una película de terror que narra la historia de una película de terror. Con la experiencia que dan los años y con el desparpajo propio del director, Carpenter no duda en mostrar sus filias, fobias y opiniones personales sobre su profesión, la industria y el cine en general. Esta película es una reflexión sobre la responsabilidad del autor con su obra y sobre el impacto de ésta en el espectador. También plantea otros temas, como qué es realmente el arte o la relación de dependencia que hay entre cine como expresión artística y cine como negocio (“Hollywood es una mierda” dice uno de los personajes. Más claro agua). Pero sin duda alguna, “Cigarette Burning” es la primera aproximación de John Carpenter al género “gore”, o sea, al descuartizamiento directo, a la casquería fina en todo su esplendor, al acuchillamiento y posterior derramamiento de plasma con todo lujo de detalles. Esta película no es “slasher”, aquí las escenas de sangre (pocas pero bien repartidas) te salpican en la cara, provocando repulsión, horror y asquito en general. Gore como dios manda. Pero el gore solo es la guinda del pastel, ya que el punto fuerte del film es esa tensión que se va acumulando progresivamente desde el primer minuto de metraje hasta desencadenar el estallido final, un final impactante pero no muy sorprendente (quizás éste sea el único “pero” de tan interesante película, ya que después de 40 minutos en vilo, son tantas las expectativas que uno tiene que el final sabe a poco).
Y nada más. John Carpenter sigue en plena forma (ya sea en el cine como en la tele) mostrándonos su particular visión nihilista de la industria cinematográfica y de la vida en general. Y por muchos años. Por cierto, su título original, “Cigarette burning”, hace referencia al circulito que aparece en una esquina del fotograma que avisa del cambio de rollo en la proyección. Ese círculo aparecerá a lo largo de la película como una marca de caín que decidirá el destino de sus personajes. Es verdad que ese círculo recuerda al de “The Ring”, pero nada tienen que ver un círculo con el otro. En “The ring” era un pozo cerrado que condenaba a la reclusión y a la muerte a una inocente. En “El fin del mundo en 35 mm” el círculo es una puerta de horror y sufrimiento que abre un infierno para aquellos que se lo merezcan.
“El fin del mundo en 35 mm” (“Cigarette Burning” en su versión original) cuenta la historia de la búsqueda de una película maldita, “La fin absolue du monde”, que solo se exhibió una vez, en el festival de cine fantástico de Sitges, provocando la locura general entre los espectadores. Un millonario con demasiado tiempo libre quiere conseguir la única copia existente para descubrir si todo lo que dicen sobre la película es cierto. Kirby Sweetman (Norman Reedus, nuestro Daryl de "The walking dead"), un “buscador” profesional de películas raras, será el encargado de encontrar los rollos de metraje, descubriendo demasiado tarde que dicha película no solo refleja unas imágenes horribles sobre el cielo y el infierno, sino también las peores pesadillas del alma del espectador. John Carpenter vuelve a realizar un ejercicio metacinematográfico dirigiendo una película de terror que narra la historia de una película de terror. Con la experiencia que dan los años y con el desparpajo propio del director, Carpenter no duda en mostrar sus filias, fobias y opiniones personales sobre su profesión, la industria y el cine en general. Esta película es una reflexión sobre la responsabilidad del autor con su obra y sobre el impacto de ésta en el espectador. También plantea otros temas, como qué es realmente el arte o la relación de dependencia que hay entre cine como expresión artística y cine como negocio (“Hollywood es una mierda” dice uno de los personajes. Más claro agua). Pero sin duda alguna, “Cigarette Burning” es la primera aproximación de John Carpenter al género “gore”, o sea, al descuartizamiento directo, a la casquería fina en todo su esplendor, al acuchillamiento y posterior derramamiento de plasma con todo lujo de detalles. Esta película no es “slasher”, aquí las escenas de sangre (pocas pero bien repartidas) te salpican en la cara, provocando repulsión, horror y asquito en general. Gore como dios manda. Pero el gore solo es la guinda del pastel, ya que el punto fuerte del film es esa tensión que se va acumulando progresivamente desde el primer minuto de metraje hasta desencadenar el estallido final, un final impactante pero no muy sorprendente (quizás éste sea el único “pero” de tan interesante película, ya que después de 40 minutos en vilo, son tantas las expectativas que uno tiene que el final sabe a poco).
Y nada más. John Carpenter sigue en plena forma (ya sea en el cine como en la tele) mostrándonos su particular visión nihilista de la industria cinematográfica y de la vida en general. Y por muchos años. Por cierto, su título original, “Cigarette burning”, hace referencia al circulito que aparece en una esquina del fotograma que avisa del cambio de rollo en la proyección. Ese círculo aparecerá a lo largo de la película como una marca de caín que decidirá el destino de sus personajes. Es verdad que ese círculo recuerda al de “The Ring”, pero nada tienen que ver un círculo con el otro. En “The ring” era un pozo cerrado que condenaba a la reclusión y a la muerte a una inocente. En “El fin del mundo en 35 mm” el círculo es una puerta de horror y sufrimiento que abre un infierno para aquellos que se lo merezcan.