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Voto de trillixos:
9

Voto de trillixos:
9
6,0
27.305
Acción. Aventuras. Thriller
James Bond recibe un críptico mensaje del pasado que le confía una misión secreta que lo lleva a México D.F. y a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra, la hermosa viuda de un infame criminal. Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como SPECTRE. Mientras tanto, en Londres, el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la ... [+]
8 de noviembre de 2015
8 de noviembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que el nombre en clave del espía más famoso del cine, el triunfo de esta nueva saga de sus películas puede explicarse con una fórmula matemática: el pasado del recorrido cinematográfico de James Bond presentado a modo de homenaje elevado al cuadrado (doble homenaje: a toda la filmografía anterior a Daniel Craig, y a las 3 predecesoras a la que nos incumbe) + una técnica impecable con medios e imágenes que logran posibilidades hasta ahora solamente soñadas + un amplío reparto de actores actualmente potentes = una completísima y más que potente mezcla llena de capas llamada “Spectre” (Sam Mendes, 2015).
Normalmente, la historia de una película te atrae por la estructura narrativa que tiene; en la gran mayoría, planteamiento-nudo-desenlace (si empieza fuerte, si mantiene el ritmo, si el final sorprende…). Por supuesto que encontramos potencia en este apartado, ya que arranca el film con una de las mejores secuencias iniciales vistas, en su duración mantiene ritmo (a pesar de decaer un poco tras la aparición de la chica Bond), el final tiene un ritmo frenético con bastante intriga hasta la decisión final… Pero además, la historia que te cuenta “Spectre” hay que mirarla desde otro punto de vista: el trasfondo, lo que no se cuenta (o casi no se explica) pero que está ahí. El fundamento de la trama es aunar todo lo visto hasta ahora para introducir un nuevo duelo pero, lejos de quedarse en una mera excusa para desarrollar la película, ese espíritu del pasado inunda toda la película con continuas referencias, imágenes, sentimientos que emergen (fantásticas referencias al primer amor de Bond y como contrasta con el aparente nuevo gran amor por el personaje de Lea Seydoux; recuerda al debate interno que sufre Lobezno por dejar atrás a Jean Grey en “Lobezno Inmortal” [James Mangold, 2013]). Con mayor o menor peso en la trama, se aúna ese sentir del pasado tan actual, alejando así la crítica a esta saga de espías de que cada película es independiente, con una chica, malo y trama distinta y sin trascendencia; toma trascendencia. Y como he avanzado en la introducción, no hablamos solo de la saga de Daniel Craig. A lo largo del film, y ya sí en un completo segundo (o incluso tercer) plano, hay continuos guiños a la saga del espía (el famoso esmoquin blanco con la flor roja, el paraje nevado con movimientos particulares, el coche clásico… y demás regalos directos a los más fieles de la saga). Todo esto está muy bien pensado, pero una película tiene que mantenerse por sí misma, y ahí reside la gran dificultad de construir este homenaje: conseguir, a pesar de ello, una identidad propia. Aquí reside de igual manera el gran logro del film.
Hablando de logros, la primera secuencia es una clarísima declaración de intenciones de la calidad que va a estar presente a lo largo de todo el metraje. Seguro que los productores del film se llevaron las manos a la cabeza cuando Sam Mendes les dijo que quería arrancar con un plano secuencia que va desde un plano general de una carroza en medio de un multitudinario desfile en México, hasta tener a Daniel Craig corriendo por la cornisa de un edifico, pasando por un primer plano de su máscara y la entrada a una habitación por la que han subido a través de un ascensor. Los espectadores también se echarán las manos a la cabeza, seguro, pero por la genialidad de este arranque que te atrapa al momento y la perfección que mantiene en todo momento (figuras claramente encuadradas, la profundidad de campo cuando sale por la ventana y camina por la cornisa, el perderse entre la gente, el carácter mujeriego de Bond… y todo sin cortar; bravo). Lo mejor es que esa técnica no se queda ahí, en una promesa, sino que cumple las dos horas y media de duración con juegos tan sutiles (a la par con el carácter de Bond) como puede ser una escena sensual de besos pegados a un espejo con un primer plano de sus caras reflejadas, la oscuridad en la que se sume y de la que surge el personaje tan enigmático del villano o continuos juegos con el enfoque de la cámara para guiar la atención del espectador e indicarnos qué mirar, donde está el truco…
Toda esta técnica no significaría nada sin unos actores sobre los que aplicarla. Salvando al personaje de Dave Bautista que, más que personaje, es un busto peleón al que solo se le ha otorgado una palabra de diálogo (seamos sinceros, ¿esperábamos algo más de él que repartir leches a Bond? Más aún, ¿necesitábamos algo más de él?), el reparto está más que a la altura. Christoph Waltz ya ha dejado más que probado que es el perfecto villano satírico, y aquí no iba a ser menos (el director le ayuda mucho, situándole en las sombras, dándole una voz profunda y regalándole planos más que favorables), pero tampoco es más, la verdad. Después de la brillantez desprendida por Javier Bardem como Da Silva en “Skyfall” (Sam Mendes, 2012), este villano no resulta tan aterrador y, obviando su omnipresencia, apenas tiene armas. Su resolución tampoco resulta nada del otro mundo, pero es significativo con respecto a Bond (ya lo entenderéis al ver el final). Daniel Craig sigue en su tono de gentleman británico, mujeriego, pícaro y enamorado reticente. Aunque al principio parece no haber química con Lea Seydoux, en la escena del tren ya comienza a avistarse lo que está por venir. La actriz francesa cumple a la perfección con su papel, tanto por el estupendo tratamiento que le da el guión (dentro de ese recuerdo de las pasadas entregas), cómo afecta a Bond y cómo se desenvuelve, tanto de chica frágil como fuerte e imponente.
S(IGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO, PERO NO HAY SPOILERS)
Normalmente, la historia de una película te atrae por la estructura narrativa que tiene; en la gran mayoría, planteamiento-nudo-desenlace (si empieza fuerte, si mantiene el ritmo, si el final sorprende…). Por supuesto que encontramos potencia en este apartado, ya que arranca el film con una de las mejores secuencias iniciales vistas, en su duración mantiene ritmo (a pesar de decaer un poco tras la aparición de la chica Bond), el final tiene un ritmo frenético con bastante intriga hasta la decisión final… Pero además, la historia que te cuenta “Spectre” hay que mirarla desde otro punto de vista: el trasfondo, lo que no se cuenta (o casi no se explica) pero que está ahí. El fundamento de la trama es aunar todo lo visto hasta ahora para introducir un nuevo duelo pero, lejos de quedarse en una mera excusa para desarrollar la película, ese espíritu del pasado inunda toda la película con continuas referencias, imágenes, sentimientos que emergen (fantásticas referencias al primer amor de Bond y como contrasta con el aparente nuevo gran amor por el personaje de Lea Seydoux; recuerda al debate interno que sufre Lobezno por dejar atrás a Jean Grey en “Lobezno Inmortal” [James Mangold, 2013]). Con mayor o menor peso en la trama, se aúna ese sentir del pasado tan actual, alejando así la crítica a esta saga de espías de que cada película es independiente, con una chica, malo y trama distinta y sin trascendencia; toma trascendencia. Y como he avanzado en la introducción, no hablamos solo de la saga de Daniel Craig. A lo largo del film, y ya sí en un completo segundo (o incluso tercer) plano, hay continuos guiños a la saga del espía (el famoso esmoquin blanco con la flor roja, el paraje nevado con movimientos particulares, el coche clásico… y demás regalos directos a los más fieles de la saga). Todo esto está muy bien pensado, pero una película tiene que mantenerse por sí misma, y ahí reside la gran dificultad de construir este homenaje: conseguir, a pesar de ello, una identidad propia. Aquí reside de igual manera el gran logro del film.
Hablando de logros, la primera secuencia es una clarísima declaración de intenciones de la calidad que va a estar presente a lo largo de todo el metraje. Seguro que los productores del film se llevaron las manos a la cabeza cuando Sam Mendes les dijo que quería arrancar con un plano secuencia que va desde un plano general de una carroza en medio de un multitudinario desfile en México, hasta tener a Daniel Craig corriendo por la cornisa de un edifico, pasando por un primer plano de su máscara y la entrada a una habitación por la que han subido a través de un ascensor. Los espectadores también se echarán las manos a la cabeza, seguro, pero por la genialidad de este arranque que te atrapa al momento y la perfección que mantiene en todo momento (figuras claramente encuadradas, la profundidad de campo cuando sale por la ventana y camina por la cornisa, el perderse entre la gente, el carácter mujeriego de Bond… y todo sin cortar; bravo). Lo mejor es que esa técnica no se queda ahí, en una promesa, sino que cumple las dos horas y media de duración con juegos tan sutiles (a la par con el carácter de Bond) como puede ser una escena sensual de besos pegados a un espejo con un primer plano de sus caras reflejadas, la oscuridad en la que se sume y de la que surge el personaje tan enigmático del villano o continuos juegos con el enfoque de la cámara para guiar la atención del espectador e indicarnos qué mirar, donde está el truco…
Toda esta técnica no significaría nada sin unos actores sobre los que aplicarla. Salvando al personaje de Dave Bautista que, más que personaje, es un busto peleón al que solo se le ha otorgado una palabra de diálogo (seamos sinceros, ¿esperábamos algo más de él que repartir leches a Bond? Más aún, ¿necesitábamos algo más de él?), el reparto está más que a la altura. Christoph Waltz ya ha dejado más que probado que es el perfecto villano satírico, y aquí no iba a ser menos (el director le ayuda mucho, situándole en las sombras, dándole una voz profunda y regalándole planos más que favorables), pero tampoco es más, la verdad. Después de la brillantez desprendida por Javier Bardem como Da Silva en “Skyfall” (Sam Mendes, 2012), este villano no resulta tan aterrador y, obviando su omnipresencia, apenas tiene armas. Su resolución tampoco resulta nada del otro mundo, pero es significativo con respecto a Bond (ya lo entenderéis al ver el final). Daniel Craig sigue en su tono de gentleman británico, mujeriego, pícaro y enamorado reticente. Aunque al principio parece no haber química con Lea Seydoux, en la escena del tren ya comienza a avistarse lo que está por venir. La actriz francesa cumple a la perfección con su papel, tanto por el estupendo tratamiento que le da el guión (dentro de ese recuerdo de las pasadas entregas), cómo afecta a Bond y cómo se desenvuelve, tanto de chica frágil como fuerte e imponente.
S(IGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO, PERO NO HAY SPOILERS)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Secundarios de lujo como Ben Whishaw (magnífico en su forma de moverse; hay un plano en el que vemos a Bond con la figura del perfecto gentleman controlador con las piernas separadas y la mano en el bolsillo de la chaqueta y a Q con los pies juntos, perfectamente equilibrados, las manos juntas, cual típico informático superdotado), Monica Bellucci (breve pero intensa, con esa postura perfectamente erguida y recta pero con la inseguridad palpable en el rostro), Naomie Harris (buen apoyo aunque un tanto desaprovechada), Ralph Fiennes (digno heredero de M como el que pone las cosas difíciles a Bond pero que cuando no está lucha por él) y un genial Andrew Scott (tan inquietante como en su papel de Moriarty en la serie de TV “Sherlock”, aunque demasiado evidente su rol).
Como decía al principio, son varios y muy valiosos los ingredientes que hacen de “Spectre” una de las mejores películas de James Bond y, quizá, la mejor de la saga de Daniel Craig. Por tanto, ante los rumores de la posible despedida del actor de su papel, ¿qué mejor que hacerlo con la calidad de la que se disfruta en este film y un gran homenaje a todo lo anterior?
Como decía al principio, son varios y muy valiosos los ingredientes que hacen de “Spectre” una de las mejores películas de James Bond y, quizá, la mejor de la saga de Daniel Craig. Por tanto, ante los rumores de la posible despedida del actor de su papel, ¿qué mejor que hacerlo con la calidad de la que se disfruta en este film y un gran homenaje a todo lo anterior?