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Voto de Quinto Sertorio:
6

Voto de Quinto Sertorio:
6
5,0
1.181
Terror
En una oscura sala dos forenses retiran una bala de plata de un cadáver, que vuelve a la vida y mata a los dos médicos. Waldemar Daninsky, el hombre lobo, ha resucitado. Dos jóvenes universitarias que han estado trabajando en un estudio sobre superstición y magia negra creen haber localizado la tumba de la condesa Wandesa Darvula de Nadasdy, la terrible adoradora del Diablo. Las dos jóvenes viajan al norte de Francia en busca de la ... [+]
22 de mayo de 2022
22 de mayo de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sangre y tetas. El cine de terror de la Europa continental de los años 70 llevaba la sensualidad de los filmes de la británica Hammer a secuencias mucho más explícitas y, en ocasiones, muy burdas. Paul Naschy encontró en estas películas su nicho laboral e hizo de las mismas santo y seña del cine fantástico español, un cine con dos versiones, la censurada para España y la integral para el resto del mundo. Las películas de Naschy no contemplaban el historial argumentístico proveniente de los monstruos de la Universal o de la producciones de Hammer. Aunque las respetaba, decidieron empezar de cero, con toda una nueva imaginería, siendo su buque estrella el torturado hombre-lobo Waldemar Daninsky, siempre de cuero negro, romántico y seductor. En sus filmes siempre está rodeado de bellezas - magnífico casting el de esta película- y enemigos paranormales. En "La noche de Walpurgis" se enfrentará a una vampira cuyo nombre parece el pseudónimo de algún personaje de parodia, la condesa Wandesa Darvula de Nadasdy.
Bien dirigida por Leon Klimosvsky, en especial en todo lo relacionado con la aparición de las vampiras. Ruedan en lugares reales abandonados -que lástima de patrimonio español - con muy pocos medios. La transformación a hombre-lobo, gracias a una magnífica planificación de secuencias y un inteligente montaje, es muy notable. En cuanto a la sangre y las tetas, baste señalar el inicio del filme, cuando el hombre-lobo muerde a una desdichada joven, le arranca la blusa y la sangre se desparrama por sus pechos, en primer plano. Que zafio y que simple. Las escenas de desnudos gratuitos estaban rodadas de tal manera que eran fácilmente recortables para países con censura como la España de entonces.
Naschy, aunque con la voz doblada, hace suyo su personaje. No en vano, ya que era una creación propia. Un hombre-lobo que nada tenia que ver con la cinematografía anterior. Aire fresco para un género que buscaba nuevos caminos.
En cuanto a la BSO, de Antón García Abril, es quizás lo más obsoleto del filme. No pegan ni con cola la apertura en los créditos iniciales ni en los créditos finales. No transmite que estamos viendo un filme de terror. Parece la música de una comedia setentera española con Lina Morgan.
Con todo, es un filme de aquellos años, y como tal debe verse. No hay que buscar ni una gran producción ni efectos especiales de postín. Lo suyo eran las sensaciones, no tanto el espectáculo.
Bien dirigida por Leon Klimosvsky, en especial en todo lo relacionado con la aparición de las vampiras. Ruedan en lugares reales abandonados -que lástima de patrimonio español - con muy pocos medios. La transformación a hombre-lobo, gracias a una magnífica planificación de secuencias y un inteligente montaje, es muy notable. En cuanto a la sangre y las tetas, baste señalar el inicio del filme, cuando el hombre-lobo muerde a una desdichada joven, le arranca la blusa y la sangre se desparrama por sus pechos, en primer plano. Que zafio y que simple. Las escenas de desnudos gratuitos estaban rodadas de tal manera que eran fácilmente recortables para países con censura como la España de entonces.
Naschy, aunque con la voz doblada, hace suyo su personaje. No en vano, ya que era una creación propia. Un hombre-lobo que nada tenia que ver con la cinematografía anterior. Aire fresco para un género que buscaba nuevos caminos.
En cuanto a la BSO, de Antón García Abril, es quizás lo más obsoleto del filme. No pegan ni con cola la apertura en los créditos iniciales ni en los créditos finales. No transmite que estamos viendo un filme de terror. Parece la música de una comedia setentera española con Lina Morgan.
Con todo, es un filme de aquellos años, y como tal debe verse. No hay que buscar ni una gran producción ni efectos especiales de postín. Lo suyo eran las sensaciones, no tanto el espectáculo.