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Voto de Quinto Sertorio:
5

Voto de Quinto Sertorio:
5
2,0
213
12 de junio de 2022
12 de junio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas de serpientes gigantes hay muchas, pero todas son muy malas. Ni siquiera se salva "Anaconda" (1997, L.Losa) la primera y más famosa, que empleaba unos CGIs patateros que heredaron las siguientes de la franquicia y la multitud de imitaciones baratas y quasi-siempre televisivas. Así que no vamos a descubrir nada si afirmamos que los valores fílmicos de estos filmes son inexistentes, dentro de los parámetros gafapásticos. Baste decir que ésta no es de las peores.
Está claro que el tal Richard Clabaugh no es Hitchcock, y que "Python" no es "Los pájaros" ni que pretende hacer un estudio psicológico de los protagonistas y de sus reacciones. Aquí, los parámetros a emplear para valorar la película son el entretenimiento y la entrega de los actores a tan irreal y bizarro guión. Y el film cumple en ambos aspectos. La película entretiene bastante, aprovechando los escasos medios que tiene de manera más que digna, rodando en los socorrido túneles de mantenimiento de algún edificio e incluso en una instalación industrial de-a-saber-qué. Y sí, los efectos son malos, aunque los cadáveres corroídos por el ácido dan un cierto repelús. Y aunque la historia es muy socorrida y previsible, así como las relaciones entre los protagonistas, es de agradecer la presencia de Robert Englund, siempre inquietante. Casper Van Dien hace un papel un tanto extraño, con ese bigotito parece más un proxeneta que alguien del gobierno. Y a Wil Wheaton ni le reconocí.
Película del monstruos del montón, previsible pero entretenida en su tercio final, cuando la megaserpiente está más desatada.
Está claro que el tal Richard Clabaugh no es Hitchcock, y que "Python" no es "Los pájaros" ni que pretende hacer un estudio psicológico de los protagonistas y de sus reacciones. Aquí, los parámetros a emplear para valorar la película son el entretenimiento y la entrega de los actores a tan irreal y bizarro guión. Y el film cumple en ambos aspectos. La película entretiene bastante, aprovechando los escasos medios que tiene de manera más que digna, rodando en los socorrido túneles de mantenimiento de algún edificio e incluso en una instalación industrial de-a-saber-qué. Y sí, los efectos son malos, aunque los cadáveres corroídos por el ácido dan un cierto repelús. Y aunque la historia es muy socorrida y previsible, así como las relaciones entre los protagonistas, es de agradecer la presencia de Robert Englund, siempre inquietante. Casper Van Dien hace un papel un tanto extraño, con ese bigotito parece más un proxeneta que alguien del gobierno. Y a Wil Wheaton ni le reconocí.
Película del monstruos del montón, previsible pero entretenida en su tercio final, cuando la megaserpiente está más desatada.