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Voto de Don Hantonio Manué:
8

Voto de Don Hantonio Manué:
8
7,3
3.010
23 de marzo de 2025
23 de marzo de 2025
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Tras el cierre de una mina en un pueblo de mala muerte, un minero queda por completo desamparado tanto en lo económico como en lo vital y existencial, condenado a la soledad, a la libertad (para lo bueno y lo malo) y a la supervivencia por todos los medios. En su viaje en busca de su destino encontrará amigos y enemigos, gente aprovechada, y tal vez el amor.
Aquí tenemos mayores dosis de humor negro (ese desopilante suicidio inicial, no por ello menos desolador) y un cruce insólito de géneros; drama social (incidiendo incluso más en problemas como el trabajo ilegal y precario, el cierre de industrias...), cuento de hadas agridulce, cine carcelario (criticando el autoritarismo estatal y cómo las víctimas suelen ser quienes no tienen nada), todo ello contado a pinceladas, con nuestro (anti)héroe como hilo conductor.
Al final incluso deriva en una cosa pulp y de robos, mínima y melvilliana, una buddy movie patosa con un secundario de lujo como es el protagonista de "Sombras..." y actor fetiche de Aki. Una relevancia particular del azar, del ir a la deriva, por ejemplo, con el hallazgo accidental de la tecla para subir la capota del coche (otro elemento surreal y esperpéntico). Nos se libran de los dardos del director ciertas instituciones supuestamente caritativas, en el fondo tan inhumanas como todo lo demás.
Otra vez el omnipresente tabacazo, y de nuevo un barco (el Ariel del título) como única esperanza en un mundo desesperanzador. Gags absurdos, o no tanto, como el del robo del retrato para ponerlo en la pared (el afán de quienes no tienen nada por tener algo propio), así como toques de sensibilidad femenina, con una madre soltera y pluriempleada (quienes peor lo pasan) con un hijo pegado a los tebeos con los que se evade.
Aquí tenemos mayores dosis de humor negro (ese desopilante suicidio inicial, no por ello menos desolador) y un cruce insólito de géneros; drama social (incidiendo incluso más en problemas como el trabajo ilegal y precario, el cierre de industrias...), cuento de hadas agridulce, cine carcelario (criticando el autoritarismo estatal y cómo las víctimas suelen ser quienes no tienen nada), todo ello contado a pinceladas, con nuestro (anti)héroe como hilo conductor.
Al final incluso deriva en una cosa pulp y de robos, mínima y melvilliana, una buddy movie patosa con un secundario de lujo como es el protagonista de "Sombras..." y actor fetiche de Aki. Una relevancia particular del azar, del ir a la deriva, por ejemplo, con el hallazgo accidental de la tecla para subir la capota del coche (otro elemento surreal y esperpéntico). Nos se libran de los dardos del director ciertas instituciones supuestamente caritativas, en el fondo tan inhumanas como todo lo demás.
Otra vez el omnipresente tabacazo, y de nuevo un barco (el Ariel del título) como única esperanza en un mundo desesperanzador. Gags absurdos, o no tanto, como el del robo del retrato para ponerlo en la pared (el afán de quienes no tienen nada por tener algo propio), así como toques de sensibilidad femenina, con una madre soltera y pluriempleada (quienes peor lo pasan) con un hijo pegado a los tebeos con los que se evade.