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Voto de Montero:
7

Voto de Montero:
7
7,0
25.139
Drama. Intriga
Francia, 1386. Narra el enfrentamiento entre el caballero Jean de Carrouges (Matt Damon) y el escudero Jacques LeGris (Adam Driver), al acusar el primero al segundo de abusar de su esposa, Marguerite de Carrouges (Jodie Comer). El Rey Carlos VI decide que la mejor forma de solucionar el conflicto es un duelo a muerte. El que gane será el poseedor de la verdad y, en caso de que venza LeGris, la esposa del caballero será quemada como castigo por falsas acusaciones. [+]
24 de diciembre de 2021
24 de diciembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que es una película que merece la pena sentarse a ver. Rodeado de tanto cine insustancial, la película es capaz de generar en el espectador la expectativa de que está ante cine serio, ante una cinta que tiene algo que decir. No obstante, las expectativas no terminan cumpliéndose.
A mi juicio, la película consta de dos partes claramente diferenciadas; la primera y la segunda; el planteamiento y el desenlace, la buena y la defraudante.
En la primera parte, Ridley Scott nos plantea el argumento, un mismo suceso vivido desde la perspectiva de tres personajes diferentes. Una violación desde los ojos del esposo, desde los de la mujer violada y desde los del supuesto violador. Para ello, la cinta se divide en tres capítulos, uno por cada punto de vista. Simple pero original.
Al principio parece que el director va a plantear una tesis relativista, donde la verdad objetiva no existe y cada persona tiene su propia, individual y subjetiva verdad. Grata sorpresa al ver que no, la película sostiene que existe una verdad objetiva e independiente al sujeto, pero que es percibida desde la subjetividad. Y es entonces, cuando la subjetividad la percibe, cuando puede interpretarla, sesgarla o darle importancia a aquella parte de la realidad que le interesa o ve más. Y este es el gran problema de la verdad, que nuestras visiones de ella son siempre parciales y segadas. Scott sitúa al espectador en una reflexión en torno a la dificultad que existe para percibir la realidad en su plenitud, haciéndote participe de la ambigüedad de lo real, viendo cómo cada personaje interpretó la realidad de un modo que tenía sentido pero que, a pesar de todo, no era una visión completa del suceso. De fondo, la delgada, ambigua y contradictoria línea entre una atracción sexual que existe y es correspondida, pero que no busca ser consumada.
La segunda parte, a mi juicio, termina siendo un bluff. Se abandona la reflexión sobre la verdad para dar paso a proclamas sociales. Lo que parecía ser una reflexión en torno a la complejidad de lo real, termina siendo una película épica medieval con tintes feministas, donde el enemigo es la sociedad patriarcal en su conjunto. La película gira y lleva al espectador a vivir la situación que experimenta una mujer inocente en mitad de una sociedad injusta. La mujer es víctima de una violación, y nadie la cree. El hombre ha aprovechado la ambigüedad de la realidad en perjuicio de la mujer.
Recuerda esta segunda parte demasiado al movimiento Metoo, al "no estás sola", al "No es no", al "Yo te creo hermana" y al "sólo sí es sí". Quizás si esta película se hubiese hecho hace 25 años, diría que es genial. Pero como está hecha en 2021, donde este tema está tan manido, usado y repetido hasta la saciedad, pues no puedo más que sentirme defraudado. La película, que tan alto había apuntado en su primera parte, termina por convertirse en aquello que los Oscars quieren, una cinta con innumerables estándares de diversidad. Y es así como una película que podía decir tantas cosas, termina por no decir nada que no sepamos ya.
En lo que a ritmo se refiere, la película no pierde fuelle. La escena del duelo es apoteósica, vertiginosa, seguro merecerá alguna que otra estatuilla, pero yo no puedo evitar pensar en lo que la película pudo ser y no ha sido al final.
PD: Destacar también los clichés y estereotipos que aparecen constantemente; los reyes son peleles; los señores, tiranos. La iglesia, inquisitora y los súbditos, seres inmaculados. Estereotipos que funcionan para la actividad intelectual simple, pero que a algunos, como bien dice la primera parte de la película, nos parece una visión de la realidad demasiado simplificada.
A mi juicio, la película consta de dos partes claramente diferenciadas; la primera y la segunda; el planteamiento y el desenlace, la buena y la defraudante.
En la primera parte, Ridley Scott nos plantea el argumento, un mismo suceso vivido desde la perspectiva de tres personajes diferentes. Una violación desde los ojos del esposo, desde los de la mujer violada y desde los del supuesto violador. Para ello, la cinta se divide en tres capítulos, uno por cada punto de vista. Simple pero original.
Al principio parece que el director va a plantear una tesis relativista, donde la verdad objetiva no existe y cada persona tiene su propia, individual y subjetiva verdad. Grata sorpresa al ver que no, la película sostiene que existe una verdad objetiva e independiente al sujeto, pero que es percibida desde la subjetividad. Y es entonces, cuando la subjetividad la percibe, cuando puede interpretarla, sesgarla o darle importancia a aquella parte de la realidad que le interesa o ve más. Y este es el gran problema de la verdad, que nuestras visiones de ella son siempre parciales y segadas. Scott sitúa al espectador en una reflexión en torno a la dificultad que existe para percibir la realidad en su plenitud, haciéndote participe de la ambigüedad de lo real, viendo cómo cada personaje interpretó la realidad de un modo que tenía sentido pero que, a pesar de todo, no era una visión completa del suceso. De fondo, la delgada, ambigua y contradictoria línea entre una atracción sexual que existe y es correspondida, pero que no busca ser consumada.
La segunda parte, a mi juicio, termina siendo un bluff. Se abandona la reflexión sobre la verdad para dar paso a proclamas sociales. Lo que parecía ser una reflexión en torno a la complejidad de lo real, termina siendo una película épica medieval con tintes feministas, donde el enemigo es la sociedad patriarcal en su conjunto. La película gira y lleva al espectador a vivir la situación que experimenta una mujer inocente en mitad de una sociedad injusta. La mujer es víctima de una violación, y nadie la cree. El hombre ha aprovechado la ambigüedad de la realidad en perjuicio de la mujer.
Recuerda esta segunda parte demasiado al movimiento Metoo, al "no estás sola", al "No es no", al "Yo te creo hermana" y al "sólo sí es sí". Quizás si esta película se hubiese hecho hace 25 años, diría que es genial. Pero como está hecha en 2021, donde este tema está tan manido, usado y repetido hasta la saciedad, pues no puedo más que sentirme defraudado. La película, que tan alto había apuntado en su primera parte, termina por convertirse en aquello que los Oscars quieren, una cinta con innumerables estándares de diversidad. Y es así como una película que podía decir tantas cosas, termina por no decir nada que no sepamos ya.
En lo que a ritmo se refiere, la película no pierde fuelle. La escena del duelo es apoteósica, vertiginosa, seguro merecerá alguna que otra estatuilla, pero yo no puedo evitar pensar en lo que la película pudo ser y no ha sido al final.
PD: Destacar también los clichés y estereotipos que aparecen constantemente; los reyes son peleles; los señores, tiranos. La iglesia, inquisitora y los súbditos, seres inmaculados. Estereotipos que funcionan para la actividad intelectual simple, pero que a algunos, como bien dice la primera parte de la película, nos parece una visión de la realidad demasiado simplificada.