Los lunes al sol es esa película que nos pone donde no queremos. Nos pone frente a una realidad que preferimos ignorar como si no existiera. Por desgracia, es una película de hace casi 20 años que tiene un discurso que tendría perfecta validez hoy en día y que, aunque ahora estamos sumergidos aún más en una sociedad del consumo y los Lunes al sol no es el Club de la Lucha y no pretende decirte a la cara lo imbécil que eres por ser un borrego del capitalismo, hace que aun así le des alguna vuelta a la situación por la que pasan los personajes.

La historia sigue a un grupo de ex-trabajadores de un astillero en Vigo: José Suárez (Luís Tosar), Santa (Javier Bardem) y Paulino Rivas (José Ángel Egido) entre otros. Parados desde entonces, cada uno se encarga de buscarse la vida como puede: ya sea a través de créditos, de pequeños trabajos temporales o intentando opositar para puestos que es improbable que consigan.

El reparto en general es bastante sobresaliente, siendo Bardem la figura que más resalta y que crea a un personaje que se mueve entre ser un capullo integral, pero a la vez una persona con un buen corazón que se preocupa por los demás. La película trata no solo de la mala situación en la que están, sino también de lo difícil que tienen para mejorar su situación actual, ejemplificado en el personaje de Paulino Rivas que sin ningún conocimiento de informática y con más de 40 tacos a la espalda decide teñirse de negro el pelo y pedirle clases particulares a su hijo para poder conseguir un trabajo en una empresa que busca un perfil más juvenil.

La película plantea una situación cruda, de la que es difícil salir o ver la manera de hacerlo. Pero también te lanza un mensaje optimista de lo importante que es estar bien rodeado para no acabar en sitios de los que no se puede escapar. El mensaje llega como un rayo de sol en medio de una tormenta en el mar y acaba dando un buen sabor de boca que hace que no todo sea tan amargo. En cuanto a crítica social, lo cierto es que Los lunes al sol es una película impecable.