La historia que nos cuenta este metraje, que bien podría contarse en una hora y dejar contento a cualquiera, se estira innecesariamente durante algo más de tres. Y no, no es porque tenga mucho que decir, sino porque parece empeñada en decir lo poco que tiene... muy despacio.

Lo más curioso es que, a pesar de lo pesada que se vuelve, sigue cosechando halagos como si fuera una obra maestra incomprendida. Hay que admitirlo: está MUY sobrevalorada.

Se nota que la película quiere aparentar más profundidad de la que realmente tiene. Y aunque tiene momentos rescatables, en conjunto resulta innecesariamente alargada y pretenciosa.

En resumen: menos es más, y aquí, más es demasiado.