Y con esta van… Nueva baticao de aniquilar adolescentes que nos arrojan a la pantalla. No habrá dos iguales (siempre hay ligeros detallitos nuevos) pero no habrá dos distintas, pues el desarrollo al final es el mismo: varios adolescentes, preferentemente universitarios de fiesta y aislados, atacados por una fuerza misteriosa. En este caso, esa fuerza se trata de unos perritos.
Del catálogo de personajes disponible se eligió de manera original al listo, el negrito gracioso, la inteligente, la ligera de ropa y el salido. Lo de siempre. Para colmo, la cinta es lenta y tras una larga y aburrida presentación de personajes con subtramas familiares y románticas de nulo interés, uno espera que salgan ya los perros y se los coman a todos. Y ahí llegan los perritos, que para decepción general, poco miedo dan. Y es que encontramos pastores alemanes, pastores belgas y algún que otro caniche (seguro) que en las persecuciones más bien parece que estén corriendo detrás de un frisbie que intentando destrozar a mordiscos a una persona. El director, que sabe que los perros son entrañables, tiene la genial idea de colocarles a cada uno unas cutres cicatrices maquilladas que dejan mucho que desear. Los actores se limitan a caminar hasta la marca y decir sus frases sin mirar a cámara, exceptuando a Michelle Rodríguez que parece la única que no pone cara de ¿Qué narices hago aquí?
Resumiendo, una prescindible y aburrida película recomendada para perros de todo tipo.

Lo mejor: Michelle Rodríguez.
Lo peor: Los perros.