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Ciencia ficción. Aventuras
Treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte (hechos narrados en el Episodio VI: El retorno del Jedi), la galaxia está todavía en guerra. Una nueva República se ha constituido, pero una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. A los héroes de antaño, que luchan ahora en la Resistencia, se suman nuevos héroes: Poe Dameron, un piloto de ... [+]
30 de diciembre de 2015
30 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
STAR WARS, EPISODIO VII, EL DESPERTAR DE LA FUERZA (J.J. Abrams, 2015)
Y se estrenó el capítulo VII de Star Wars. Todo un arsenal de publicidad, noticias, marketing, entrevistas, imágenes, tráileres liberados a cuentagotas, misterios sobre la aparición de los viejos personajes, doodles, etc. etc. en fin, que el que no conozca la existencia de esta película no está en este planeta, pero ¿es para tanto?.
Aunque me niego a pensar que está todo inventado en las películas de acción, no podemos soslayar que los patrones en este tipo de películas se repiten una y otra vez:
Se trata de poner en situaciones extremas a los personajes “buenos”, aquellos con los que sentimos afinidad, que suelen ser bellos, redondos, pequeños y simpáticos (formas que responden a estudios antropológicos y nada casuales, aconsejo leer “El pulgar del Panda” y su capítulo dedicado a Mickey Mouse) frente a los “malos” (que se nos representan como espigados, flacos, feos, deformes, con voces graves).
Ante este planteamiento extremo y sin aparente salida, sólo nos falta ver, cómo nuestros protagonistas logran, a través de sus facultades (poderes, inteligencia, fuerza, sexualidad) conjurar el peligro hasta llegar a conseguir felizmente el objetivo final.
No hay nada nuevo en Star Wars VII, al contrario, todo es previsible en relación al anterior arquetipo y las peripecias fluyen como en cualquier clásico de aventuras de Clark Gable o Burt Lancaster - véase “Las aventuras de Robin Hood” (1939) o “El temible burlón” (1952)- donde quedan finamente precisados quién pertenece a la fuerza oscura y quién defiende la pureza y la fuerza blanca, es decir, en términos más actuales, Mordor y sus orcos frente a los Hobbits y sus adláteres, pero en un escenario galáctico.
Sin embargo esta película no se queda ahí, ni mucho menos. “Star Wars: El despertar de la fuerza. Cap. VII”, tiene el lujo de contener un “superpoder” del que muy pocas pueden presumir, de poseer una “fuerza” atrayente que la distingue de las demás y que va más allá de cualquier visionado objetivo que le demos. Esta película, señoras y señores, tiene NOSTALGIA.
Se nota que J.J. Abrams (que se lleva 20 años con S. Spielberg, 22 con G. Lucas y 15 con Robert Zemeckis) bebió de las fuentes cinematográficas ochenteras de estos genios y si vemos su anterior trabajo “Super 8” (2011) no nos costaría nada clasificarla junto a los Goonies, E.T. o Regreso al Futuro, entre otras.
J.J. Abrams es uno de los nuestros y así es muy fácil retomar la Guerra de las Galaxias y regalar a los de su generación, a los que fuimos al cine cogidos de la mano de nuestros padres a principio de los ochenta, la película que tanto esperamos y que no pudimos ver con los capítulos I , II y III.
Creo, honestamente, que debemos darle las gracias a dichas pelis: La Amenza Fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005). Estas películas mostraron el camino a J.J.Abrams para llegar a los seguidores de la original Guerra de las Galaxias.
La segunda trilogía (Cap. I, II y III), dirigida por el mismísimo George Lucas, quiso dar una vuelta a la trilogía originaria y en mi opinión no lo consiguió de forma eficaz.
Son trabajos barrocos, lentos, repetitivos, abarrotados de detalles, de efectos especiales gratuitos, de intrigas y personajes innecesarios (no me referiré al melifluo Jar Jar) y honestamente, G. Lucas nunca debió distanciarse tanto de su idea primitiva, nos bastaba con volver a ver a soldados blancos del imperio lanzando ráfagas de láser rojo, espadas láser y naves volando hacia un inmenso fondo negro repleto de estrellas, con la música de John Williams a todo volumen, nada más... y nada menos.
Personalmente, reencontrase con muchos símbolos ya, de aquellas películas originarias, me supuso algo así como visitar, tras muchos años, el viejo desván de la casa de la abuela y encontrarme con el “Quién es quién” junto a una Doña Ruperta de plástico llena de polvo o el “Barco pirata” de los Clips Playmobil. Todo un golpe de infancia.
A los jóvenes de la generación Google, esta película seguramente no les supondrá más que otra peli de acción, espacial, sin grandes efectos, algo ligera, con menos humor del acostumbrado y con algún que otro elemento interesante o simpático (BB8 por ejemplo, genialidad del autor, crear un androide-mascota con la forma de balón: objeto de culto casi religioso hoy en día).
Ignoro cómo evolucionarán los capítulos VIII y IX y si JJ Abrams seguirá haciendo guiños al pasado como en “El Despertar de la fuerza”, pero el caso es que ya tenemos nuestra película.
A los que nacieron en mi generación, a esos que al leer este post han sabido perfectamente qué es el “Quién es quién” y quién fue la calabaza Doña Ruperta les encantará reencontrase en 2015 con “La Guerra de las Galaxias”, ahora, que continuamos yendo al cine cogidos de la mano, pero esta vez, de la de nuestros hijos.
Muchas gracias por su tiempo para leerme. Hasta la próxima.
Y se estrenó el capítulo VII de Star Wars. Todo un arsenal de publicidad, noticias, marketing, entrevistas, imágenes, tráileres liberados a cuentagotas, misterios sobre la aparición de los viejos personajes, doodles, etc. etc. en fin, que el que no conozca la existencia de esta película no está en este planeta, pero ¿es para tanto?.
Aunque me niego a pensar que está todo inventado en las películas de acción, no podemos soslayar que los patrones en este tipo de películas se repiten una y otra vez:
Se trata de poner en situaciones extremas a los personajes “buenos”, aquellos con los que sentimos afinidad, que suelen ser bellos, redondos, pequeños y simpáticos (formas que responden a estudios antropológicos y nada casuales, aconsejo leer “El pulgar del Panda” y su capítulo dedicado a Mickey Mouse) frente a los “malos” (que se nos representan como espigados, flacos, feos, deformes, con voces graves).
Ante este planteamiento extremo y sin aparente salida, sólo nos falta ver, cómo nuestros protagonistas logran, a través de sus facultades (poderes, inteligencia, fuerza, sexualidad) conjurar el peligro hasta llegar a conseguir felizmente el objetivo final.
No hay nada nuevo en Star Wars VII, al contrario, todo es previsible en relación al anterior arquetipo y las peripecias fluyen como en cualquier clásico de aventuras de Clark Gable o Burt Lancaster - véase “Las aventuras de Robin Hood” (1939) o “El temible burlón” (1952)- donde quedan finamente precisados quién pertenece a la fuerza oscura y quién defiende la pureza y la fuerza blanca, es decir, en términos más actuales, Mordor y sus orcos frente a los Hobbits y sus adláteres, pero en un escenario galáctico.
Sin embargo esta película no se queda ahí, ni mucho menos. “Star Wars: El despertar de la fuerza. Cap. VII”, tiene el lujo de contener un “superpoder” del que muy pocas pueden presumir, de poseer una “fuerza” atrayente que la distingue de las demás y que va más allá de cualquier visionado objetivo que le demos. Esta película, señoras y señores, tiene NOSTALGIA.
Se nota que J.J. Abrams (que se lleva 20 años con S. Spielberg, 22 con G. Lucas y 15 con Robert Zemeckis) bebió de las fuentes cinematográficas ochenteras de estos genios y si vemos su anterior trabajo “Super 8” (2011) no nos costaría nada clasificarla junto a los Goonies, E.T. o Regreso al Futuro, entre otras.
J.J. Abrams es uno de los nuestros y así es muy fácil retomar la Guerra de las Galaxias y regalar a los de su generación, a los que fuimos al cine cogidos de la mano de nuestros padres a principio de los ochenta, la película que tanto esperamos y que no pudimos ver con los capítulos I , II y III.
Creo, honestamente, que debemos darle las gracias a dichas pelis: La Amenza Fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005). Estas películas mostraron el camino a J.J.Abrams para llegar a los seguidores de la original Guerra de las Galaxias.
La segunda trilogía (Cap. I, II y III), dirigida por el mismísimo George Lucas, quiso dar una vuelta a la trilogía originaria y en mi opinión no lo consiguió de forma eficaz.
Son trabajos barrocos, lentos, repetitivos, abarrotados de detalles, de efectos especiales gratuitos, de intrigas y personajes innecesarios (no me referiré al melifluo Jar Jar) y honestamente, G. Lucas nunca debió distanciarse tanto de su idea primitiva, nos bastaba con volver a ver a soldados blancos del imperio lanzando ráfagas de láser rojo, espadas láser y naves volando hacia un inmenso fondo negro repleto de estrellas, con la música de John Williams a todo volumen, nada más... y nada menos.
Personalmente, reencontrase con muchos símbolos ya, de aquellas películas originarias, me supuso algo así como visitar, tras muchos años, el viejo desván de la casa de la abuela y encontrarme con el “Quién es quién” junto a una Doña Ruperta de plástico llena de polvo o el “Barco pirata” de los Clips Playmobil. Todo un golpe de infancia.
A los jóvenes de la generación Google, esta película seguramente no les supondrá más que otra peli de acción, espacial, sin grandes efectos, algo ligera, con menos humor del acostumbrado y con algún que otro elemento interesante o simpático (BB8 por ejemplo, genialidad del autor, crear un androide-mascota con la forma de balón: objeto de culto casi religioso hoy en día).
Ignoro cómo evolucionarán los capítulos VIII y IX y si JJ Abrams seguirá haciendo guiños al pasado como en “El Despertar de la fuerza”, pero el caso es que ya tenemos nuestra película.
A los que nacieron en mi generación, a esos que al leer este post han sabido perfectamente qué es el “Quién es quién” y quién fue la calabaza Doña Ruperta les encantará reencontrase en 2015 con “La Guerra de las Galaxias”, ahora, que continuamos yendo al cine cogidos de la mano, pero esta vez, de la de nuestros hijos.
Muchas gracias por su tiempo para leerme. Hasta la próxima.