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Voto de antonio lopez herraiz:
10

Voto de antonio lopez herraiz:
10
7,8
92.638
Cine negro. Acción. Thriller. Drama
Chicago, años 30. Impera la 'Ley seca', que prohíbe la venta de alcohol. El idealista agente federal Eliot Ness (Kevin Costner) persigue implacablemente al gángster Al Capone (Robert De Niro), amo absoluto del crimen organizado en la ciudad. La falta de pruebas le impide acusarlo de asesinato, extorsión y comercio ilegal de alcohol, pero Ness, con la ayuda de un par de intachables policías (Andy Garcia y Charles Martin Smith) reclutados ... [+]
27 de marzo de 2025
27 de marzo de 2025
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Quentin Tarantino cuenta en su libro de críticas de cine -que recomiendo sí o sí- cómo, en cuanto tuvo la ocasión, le preguntó a Robert de Niro por qué tras sus primeras colaboraciones en comedias de guerrilla y nouvellevaguianas -bueno, esos dos apelativos es como las veo yo, al menos- él y Brian De Palma no consumaron más películas juntos antes y después de la que nos ocupa. La respuesta no es rebuscada: es que simplemente no se presentó la ocasión. Hasta que 17 años después, la ocasión se pintó calva, literalmente, para que Bob aplicase el muestrario hoy vigente -el fin de semana pasado, sin ir más lejos- de muecas torcidas de Bob en modo mafias transformándose en el San Pancracio de todos los gangsters italoamericanos: Al Capone. Que los objetivos inequívocamente comerciales y cierto cariz de encargo al adaptar la serie televisiva de la ABC no conduzca a menospreciar la misma propensión de cualquier De Palma a recrearse en la violencia y el exceso, tanto cuando Bobby agarra el bate para zanjar una discusión como cuando suelta la correa de su perro de presa Billy Drago.
Kevin Costner es más Gary Cooper que nunca aunque sea el sustituto de Robert Stack. Andy García cultiva el germen bravucón de Sonny Corleone en el lado de la ley. Y Sean Connery ganó el Oscar por ser Sean Connery, chulo y noble hasta la médula se vista como se vista, luche contra el crimen en la época en que lo haga, y lleve o no -no, afortunadamente- peluquín o coleta. Al pequeño gran hombre Charles Martin Smith ('American Graffiti') le dejan jugar con el rifle y chupar tinta por turnos. Y a Patricia Clarkson le toca ser un ángel, sufrir y cuidar del nido en un debut que anticipaba el grado de estrella secundaria acaparado con el paso de las décadas.
Y De Palma va a lo suyo, gozando de su superproducción en la que no le dejaron rodar en blanco y negro pero sí estrenarse en el western durante el episodio persecutorio a los gangsters codo con codo con la policía montada del Canadá y, en dos momentazos que justifican toda la película, dejarse soplar en la nuca por 'Sabotaje' (1936, Alfred Hitchcock) poniendo material "delicado" en manos infantiles o 'El Acorazado Potemkin' (1925, Serguéi Eisenstein) rodando escaleras abajo.
Ni un algoritmo sabría agitar mejor la mezcla de cómo una película de gangsters y el éxito seguro pueden darse las manos en, no sería la última vez para su director, una serie de la tele adaptada a la pantalla grande con la apertura musical que no se te va de la cabeza ni queriendo: aunque ésta sí es original de su compositor, el gigante Ennio Morricone.
Con leyes secas como ésta da gusto ser abstemio.
Kevin Costner es más Gary Cooper que nunca aunque sea el sustituto de Robert Stack. Andy García cultiva el germen bravucón de Sonny Corleone en el lado de la ley. Y Sean Connery ganó el Oscar por ser Sean Connery, chulo y noble hasta la médula se vista como se vista, luche contra el crimen en la época en que lo haga, y lleve o no -no, afortunadamente- peluquín o coleta. Al pequeño gran hombre Charles Martin Smith ('American Graffiti') le dejan jugar con el rifle y chupar tinta por turnos. Y a Patricia Clarkson le toca ser un ángel, sufrir y cuidar del nido en un debut que anticipaba el grado de estrella secundaria acaparado con el paso de las décadas.
Y De Palma va a lo suyo, gozando de su superproducción en la que no le dejaron rodar en blanco y negro pero sí estrenarse en el western durante el episodio persecutorio a los gangsters codo con codo con la policía montada del Canadá y, en dos momentazos que justifican toda la película, dejarse soplar en la nuca por 'Sabotaje' (1936, Alfred Hitchcock) poniendo material "delicado" en manos infantiles o 'El Acorazado Potemkin' (1925, Serguéi Eisenstein) rodando escaleras abajo.
Ni un algoritmo sabría agitar mejor la mezcla de cómo una película de gangsters y el éxito seguro pueden darse las manos en, no sería la última vez para su director, una serie de la tele adaptada a la pantalla grande con la apertura musical que no se te va de la cabeza ni queriendo: aunque ésta sí es original de su compositor, el gigante Ennio Morricone.
Con leyes secas como ésta da gusto ser abstemio.