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Voto de Frank Booth :
8

Voto de Frank Booth :
8
2018 

Jesse Armstrong (Creador), Adam McKay ...
8,0
19.365
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2018-2023). 4 temporadas. 39 episodios. Serie que sigue a la disfuncional familia del magnate Logan Roy y sus cuatro hijos, que controlan una de las empresas de medios de comunicación y entretenimiento más importantes del mundo. Los problemas llegan cuando se plantea quién será el sucesor del patriarca. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2023
1 de junio de 2023
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la frontera entre lo grande y lo nimio, entre el perdón y la redención, de la búsqueda hacia un reconocimiento inexistente, de los efectos de la autoridad y de las formas para defender una herencia; y en dónde solo los obstáculos dan sentido a los propósitos. Así es Succession, una gran serie televisiva, la cual ha dejado un pozo en los fans de magnanimidad y excelencia inéditas en este tipo de productos.
Personajes muy bien trabajados y bien desarrollados, aunque algunos de ellos, estoy pensando en Conor por ejemplo, tienen más que ver con una caricatura bien hecha que con un auténtico protagonista de una historia. Armstrong juega peligrosamente a acercarnos y alejarnos de ellos, para que entendamos que son inaccesibles para nosotros, pero que a la vez puedan ser familiares y conocidos. Una fórmula que a mí no siempre me atrapa, pero que valoro como perfectamente ejecutada y como soberanamente cautivadora.
La lucha por la aprobación personal, por la construcción de su identidad y por el dominio de su fragilidad, configuran este relato clásico, que fotografía un cambio generacional más preocupante que esperanzador de seres incompletos en constante debate acerca de sus propósitos vitales, en el camino de la crueldad, el patetismo y la insignificancia que propone un bienestar estructural, casi lujoso, pero remotamente satisfactorio.
Esto es una crítica feroz a la cultura del éxito, en el sentido del ser productivo ligado íntimamente a una idea empresarial y del acontecer de unas personalidades que se crean, se desarrollan y mueren a través de un destino sistémicamente tan mercantilizante como impuesto.
Personajes muy bien trabajados y bien desarrollados, aunque algunos de ellos, estoy pensando en Conor por ejemplo, tienen más que ver con una caricatura bien hecha que con un auténtico protagonista de una historia. Armstrong juega peligrosamente a acercarnos y alejarnos de ellos, para que entendamos que son inaccesibles para nosotros, pero que a la vez puedan ser familiares y conocidos. Una fórmula que a mí no siempre me atrapa, pero que valoro como perfectamente ejecutada y como soberanamente cautivadora.
La lucha por la aprobación personal, por la construcción de su identidad y por el dominio de su fragilidad, configuran este relato clásico, que fotografía un cambio generacional más preocupante que esperanzador de seres incompletos en constante debate acerca de sus propósitos vitales, en el camino de la crueldad, el patetismo y la insignificancia que propone un bienestar estructural, casi lujoso, pero remotamente satisfactorio.
Esto es una crítica feroz a la cultura del éxito, en el sentido del ser productivo ligado íntimamente a una idea empresarial y del acontecer de unas personalidades que se crean, se desarrollan y mueren a través de un destino sistémicamente tan mercantilizante como impuesto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El guion es como un alud que te atropella y en donde intentas escapar sin demasiado éxito. Hace gala de momentos absolutamente brillantes y de otros que son imposibles que no te generen desconcierto. Esta es la dinámica de la serie, rozar la excelencia mezclado con momentos de absoluta vulgaridad. Otra fórmula más para destacar lo impenetrable de un mundo que debe ser ajeno al ciudadano mundano.
La trama es confusa, cada temporada da sentido a una tendencia de posible sucesión para cada uno de los hijos del gran líder, el fundador Logan Roy, y de los argumentos más o menos favorables y contextuales para que se produzca. Hasta la cuarta entrega en dónde muere y hay acercamiento y distanciamientos entre estos de forma contigua. Aun así, algún personaje es maltratado por el guion o queda encapsulado en su propio patrón psicológico sin que puede evolucionar hacia una suerte de optimismo tranquilizante. El farsante Ken Roy, es el gran saco de boxeo, el que no consigue la moción de censura, no consigue la OPA hostil, no consigue recuperar el efecto de su exmujer y sus hijos y el que finalmente tampoco consigue no vender la mayoría de acciones de la sociedad.
El argumento queda claro, quién de los hijos o los espectrales terceros es más válido para suceder el trono de Logan Roy, y ostentar el poder absoluto que viene ligado a la marca del conglomerado Waystar Royco. El problema es que nunca se explicitan del todo las relaciones de poder que existen entre la sociedad y la realidad, casi siempre se dan por sentadas. Tampoco se profundiza en el drama humano, más allá del anzuelo de Ken. El resto de personajes se desmoronan y se recuperan sin que las secuelas penetren en el fuelle de su personalidad, son avatares de un juego de estrategia. Y finalmente farsantes, que nunca se han creído dignos herederos al trono.
No es una explicación sobre las relaciones de poder, tampoco es una burla soez a la forma en que viven los superricos, ni siquiera una tragedia humana auténtica al estilo shakespeariano, en el sentido que todo lo que propone la trama tiene más que ver con el orgullo, el ego, el legado y el desarrollo de la personalidad, que en una apuesta vital que suponga el fin del amor o de la vida de sus protagonistas.
Quizá el cierre más acertado en este punto es el de Siobhan que en el último capítulo vende el voto de sus hermanos por recuperar el amor de Tom, quién ha conseguido ascender en la empresa hasta llegar a Consejero Delegado de la misma, e invirtiendo de tal manera el rol de poder entre ambos personajes que se consiga el equilibrio que les permita volver a estar juntos. Aun así, nunca se recuerda que Siobhan es multimillonaria, y aún más habiendo firmado el acuerdo de venta de la mayoría de accionariado de la sociedad, por lo que los problemas en general que se plantean son meramente necedades.
Esta es un poco la tónica de toda la serie, una propuesta de conflictos acertada, con personajes muy carismáticos, pero cuyas conclusiones nunca son del todo relevantes, porque si ganan son ricos y si pierden también lo son. Aquí además hay un vaivén de personajes como Rava, Hosseini, Gerri o Karolina que son utilizados por el guion para modular la percepción del espectador. Pero solo son útiles en contextos y capítulos concretos y luego sus motivaciones y aspiraciones se difuminan o simplemente desaparecen de la pantalla cuándo ya no se los necesita, sin que su subtrama en la saga tenga demasiada importancia en nada de lo que sucederá. Esto que puede justificarse como una genialidad que demuestre el mundo apático, superficial y fugaz de los multimillonarios, a mí me parece muchas veces injustificado y fútil.
Una serie que aunque me ha impresionado, me genera contradicciones, nunca me acabo de creer del todo lo que me quiere contar y siempre encuentro grietas en su trama, sin embargo, quiero seguir viéndola, quiero entender las motivaciones que mueven los hilos de su historia. Hay algo genial y también algo fingido en esto.
La trama es confusa, cada temporada da sentido a una tendencia de posible sucesión para cada uno de los hijos del gran líder, el fundador Logan Roy, y de los argumentos más o menos favorables y contextuales para que se produzca. Hasta la cuarta entrega en dónde muere y hay acercamiento y distanciamientos entre estos de forma contigua. Aun así, algún personaje es maltratado por el guion o queda encapsulado en su propio patrón psicológico sin que puede evolucionar hacia una suerte de optimismo tranquilizante. El farsante Ken Roy, es el gran saco de boxeo, el que no consigue la moción de censura, no consigue la OPA hostil, no consigue recuperar el efecto de su exmujer y sus hijos y el que finalmente tampoco consigue no vender la mayoría de acciones de la sociedad.
El argumento queda claro, quién de los hijos o los espectrales terceros es más válido para suceder el trono de Logan Roy, y ostentar el poder absoluto que viene ligado a la marca del conglomerado Waystar Royco. El problema es que nunca se explicitan del todo las relaciones de poder que existen entre la sociedad y la realidad, casi siempre se dan por sentadas. Tampoco se profundiza en el drama humano, más allá del anzuelo de Ken. El resto de personajes se desmoronan y se recuperan sin que las secuelas penetren en el fuelle de su personalidad, son avatares de un juego de estrategia. Y finalmente farsantes, que nunca se han creído dignos herederos al trono.
No es una explicación sobre las relaciones de poder, tampoco es una burla soez a la forma en que viven los superricos, ni siquiera una tragedia humana auténtica al estilo shakespeariano, en el sentido que todo lo que propone la trama tiene más que ver con el orgullo, el ego, el legado y el desarrollo de la personalidad, que en una apuesta vital que suponga el fin del amor o de la vida de sus protagonistas.
Quizá el cierre más acertado en este punto es el de Siobhan que en el último capítulo vende el voto de sus hermanos por recuperar el amor de Tom, quién ha conseguido ascender en la empresa hasta llegar a Consejero Delegado de la misma, e invirtiendo de tal manera el rol de poder entre ambos personajes que se consiga el equilibrio que les permita volver a estar juntos. Aun así, nunca se recuerda que Siobhan es multimillonaria, y aún más habiendo firmado el acuerdo de venta de la mayoría de accionariado de la sociedad, por lo que los problemas en general que se plantean son meramente necedades.
Esta es un poco la tónica de toda la serie, una propuesta de conflictos acertada, con personajes muy carismáticos, pero cuyas conclusiones nunca son del todo relevantes, porque si ganan son ricos y si pierden también lo son. Aquí además hay un vaivén de personajes como Rava, Hosseini, Gerri o Karolina que son utilizados por el guion para modular la percepción del espectador. Pero solo son útiles en contextos y capítulos concretos y luego sus motivaciones y aspiraciones se difuminan o simplemente desaparecen de la pantalla cuándo ya no se los necesita, sin que su subtrama en la saga tenga demasiada importancia en nada de lo que sucederá. Esto que puede justificarse como una genialidad que demuestre el mundo apático, superficial y fugaz de los multimillonarios, a mí me parece muchas veces injustificado y fútil.
Una serie que aunque me ha impresionado, me genera contradicciones, nunca me acabo de creer del todo lo que me quiere contar y siempre encuentro grietas en su trama, sin embargo, quiero seguir viéndola, quiero entender las motivaciones que mueven los hilos de su historia. Hay algo genial y también algo fingido en esto.