Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with AN for life
0
Listas
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de AN for life:
5

Voto de AN for life:
5
6,6
38.019
Terror. Intriga. Thriller. Fantástico
Sigue la historia de una familia que vive en una casa en el bosque cuidándose de no emitir ningún sonido. Si no te escuchan, no pueden cazarte... (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2020
26 de septiembre de 2020
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una película interesante en el sentido en el que Plan 9 from Outer Space u otras maravillas de Ed Wood y compañeros de género lo son. Como película de terror puede funcionar para determinadas personas, y de hecho ha gustado tano a crítica como a espectadores, en general, pero a mí, amigos, lo que realmente me gusta de la cinta es su cariz cómico y crítico respecto al paradigma natalista que vía impulsos biológicos cristalizados en convenciones sociales ha permitido que yo esté ahora escribiendo estas líneas. Su vertiente como película de género de terror ya ha sido analizada en esta página hasta la extenuación y sus errores de guión están expuestos en algunas de las críticas con mejor porcentaje de votos positivos; por lo tanto, propongo que analicemos la película desde esas otras facetas.
Desde luego, ni el guionista ni el director/protagonista tenían en mente nada de lo que voy a escribir, pero el espectador no es un mero receptor de información sino a su vez también un creador. Para los que no estén familiarizados con el antinatalismo de figuras como David Benatar o Julio Cabrera, resumiré esa postura filosófica en que asigna un valor negativo al nacimiento, o más que al nacimiento en sí, a la creación de seres sintientes en la forma de homo sapiens (dejémoslo en los sapiens; ya hablaremos del "efilismo" otro día). Hecho esto, opino que incluso aquellos que consideran que empezar a existir es mejor que no hacerlo (es decir, prácticamente todo el mundo), también pueden disfrutar de interpretar la película desde esta óptica. Eso sí, para mostrar la ácida crítica y desternillante comedia escondida en "Un lugar tranquilo" necesitaré usar la zona spoiler. ¿Vamos allá? ¡Venga, vámonos!
Desde luego, ni el guionista ni el director/protagonista tenían en mente nada de lo que voy a escribir, pero el espectador no es un mero receptor de información sino a su vez también un creador. Para los que no estén familiarizados con el antinatalismo de figuras como David Benatar o Julio Cabrera, resumiré esa postura filosófica en que asigna un valor negativo al nacimiento, o más que al nacimiento en sí, a la creación de seres sintientes en la forma de homo sapiens (dejémoslo en los sapiens; ya hablaremos del "efilismo" otro día). Hecho esto, opino que incluso aquellos que consideran que empezar a existir es mejor que no hacerlo (es decir, prácticamente todo el mundo), también pueden disfrutar de interpretar la película desde esta óptica. Eso sí, para mostrar la ácida crítica y desternillante comedia escondida en "Un lugar tranquilo" necesitaré usar la zona spoiler. ¿Vamos allá? ¡Venga, vámonos!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ahora que estamos a solas, pasemos de una vez al meollo de la cuestión:
El bebé. Sí, la pareja decide tener un bebé. ¿Por qué? Aparentemente, según declaraciones del director y padre de familia John Krasinski, la trágica pérdida del pequeño de cuatro años al comienzo de la película tiene mucho que ver con ello. Nos dice que la mitad de las parejas que pierden a un niño pequeño se separan y la otra decide tener otro para suplir su ausencia. Pues bien, si ya tener descendencia en el mejor mundo posible es algo que gente como Benatar o Cabrera consideran cruel para con el nacido, hacerlo en un mundo postapocalíptico donde la mayoría de la población ha muerto decapitada por unos aliens llegados desde lo más profundo del especio encaramados en meteoritos (palabras del director), aparentemente invencibles, y una pequeña minoría sobreviven aterrorizados, les parecería una conducta ciertamente curiosa dentro del espectro del sadismo. (Señores, que a falta de anticonceptivos no todo tiene por qué ser sexo vaginal; ¡diversifíquense!). Pero es que además el pobre niño (al cual lógicamente no vamos a preguntarle si quiere ser engendrado en semejante panorama o no, básicamente porque... no existe antes de ser engendrado) llorará, emitiendo unos sonidillos que captarán la atención de estos trituradores de seres humanos, no solo garantizando con un 99% de probabilidades una horrible muerte prematura sino el fin de los otros cuatro miembros de la familia, un final igualmente lleno de vísceras que saltan por los aires.
Una vez somos conscientes de esto, la película se torna en una comedia. Los padres, como la mayoría de gente con corazón, se desviven por sus hijos, aunque determinadas decisiones ya comentadas por otros críticos nos hagan dudar de esto (en realidad sus errores son fruto de la simple torpeza). Somos testigos de cómo hunden su propio barco y ponen en el mayor de los peligros a aquello que más quieren, y todo porque... les dio por ser padres otra vez. Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgarles? Sólo soy un tío con las manos pringosas y llenas de sal de las palomitas (oh, no... el teclado... Voy a por ej Fairy; dadme un minuto).
Pero no es todo comedia. También hay espacio para la crítica social, y tanto, si bien comedia y crítica social son aquí inseparables: esto es humor negro del bueno. El corazón del film reside en lo importante que es la familia y lo importante que es que la especie humana se sobreponga a este pequeño gran traspiés y traiga de vuelta la vieja normalidad. Sobrevivir (en familia); de eso va la película. Claro que cualquier lector que haya llegado hasta aquí se preguntará: ¿Qué es más importante? ¿La vida de nuestros protagonistas, que existen y por lo tanto están sujetos a todo el espectro de emociones, o que dentro de unos 200 años que hoy todavía son ficción, cuando los anteriores ya hayan fallecido de viejos, exista el homo sapiens? ¿Vale la pena crear vida en un infierno con la mínima esperanza de que llueva y todo vuelva a ser como antes, tan solo por satisfacer nuestros instintos darwinianos y nuestra romántica y antropocéntrica visión del universo? ¿Es más, valió la pena alguna vez en la historia del ser humano, reproducirse? Yo no lo sé, pero éstas son algunas de las preguntas que Krasinski nos plantea sin darse cuenta. Interesantes (y muy afiladas) cuestiones que el cine de grandes salas rara vez nos regala.
El espíritu de Ed Wood sigue vivo.
El bebé. Sí, la pareja decide tener un bebé. ¿Por qué? Aparentemente, según declaraciones del director y padre de familia John Krasinski, la trágica pérdida del pequeño de cuatro años al comienzo de la película tiene mucho que ver con ello. Nos dice que la mitad de las parejas que pierden a un niño pequeño se separan y la otra decide tener otro para suplir su ausencia. Pues bien, si ya tener descendencia en el mejor mundo posible es algo que gente como Benatar o Cabrera consideran cruel para con el nacido, hacerlo en un mundo postapocalíptico donde la mayoría de la población ha muerto decapitada por unos aliens llegados desde lo más profundo del especio encaramados en meteoritos (palabras del director), aparentemente invencibles, y una pequeña minoría sobreviven aterrorizados, les parecería una conducta ciertamente curiosa dentro del espectro del sadismo. (Señores, que a falta de anticonceptivos no todo tiene por qué ser sexo vaginal; ¡diversifíquense!). Pero es que además el pobre niño (al cual lógicamente no vamos a preguntarle si quiere ser engendrado en semejante panorama o no, básicamente porque... no existe antes de ser engendrado) llorará, emitiendo unos sonidillos que captarán la atención de estos trituradores de seres humanos, no solo garantizando con un 99% de probabilidades una horrible muerte prematura sino el fin de los otros cuatro miembros de la familia, un final igualmente lleno de vísceras que saltan por los aires.
Una vez somos conscientes de esto, la película se torna en una comedia. Los padres, como la mayoría de gente con corazón, se desviven por sus hijos, aunque determinadas decisiones ya comentadas por otros críticos nos hagan dudar de esto (en realidad sus errores son fruto de la simple torpeza). Somos testigos de cómo hunden su propio barco y ponen en el mayor de los peligros a aquello que más quieren, y todo porque... les dio por ser padres otra vez. Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgarles? Sólo soy un tío con las manos pringosas y llenas de sal de las palomitas (oh, no... el teclado... Voy a por ej Fairy; dadme un minuto).
Pero no es todo comedia. También hay espacio para la crítica social, y tanto, si bien comedia y crítica social son aquí inseparables: esto es humor negro del bueno. El corazón del film reside en lo importante que es la familia y lo importante que es que la especie humana se sobreponga a este pequeño gran traspiés y traiga de vuelta la vieja normalidad. Sobrevivir (en familia); de eso va la película. Claro que cualquier lector que haya llegado hasta aquí se preguntará: ¿Qué es más importante? ¿La vida de nuestros protagonistas, que existen y por lo tanto están sujetos a todo el espectro de emociones, o que dentro de unos 200 años que hoy todavía son ficción, cuando los anteriores ya hayan fallecido de viejos, exista el homo sapiens? ¿Vale la pena crear vida en un infierno con la mínima esperanza de que llueva y todo vuelva a ser como antes, tan solo por satisfacer nuestros instintos darwinianos y nuestra romántica y antropocéntrica visión del universo? ¿Es más, valió la pena alguna vez en la historia del ser humano, reproducirse? Yo no lo sé, pero éstas son algunas de las preguntas que Krasinski nos plantea sin darse cuenta. Interesantes (y muy afiladas) cuestiones que el cine de grandes salas rara vez nos regala.
El espíritu de Ed Wood sigue vivo.