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Voto de Lafuente Estefanía:
3

Voto de Lafuente Estefanía:
3
4,2
24
4 de enero de 2023
4 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía alcanzamos en nuestra infancia a conocer al Coyote de los tebeos en blanco y negro que intercambiábamos los amigos. Las novelas, como las de Don Marcial cuyos apellidos usamos de seudónimo, quedaban para gente mayor que solía alquilarlas o cambiarlas una vez leídas en aquellos venerables quioscos que colgaban la oferta lectora con pinzas en unos alambres.
De ahí nuestro respeto al personaje y a su creador José Mallorquí. También nuestro cariño.
Recordando la emoción de las lecturas coyotescas, el misterio que rodeaba al personaje, la milagrosa aparición en el sitio y en el momento justo en que se requería su presencia, en fin, su inapelable victoria frente al mal; ver ahora a este Coyote que parece el novio de la Barby y cuya personalidad conocemos todos desde el primer fotograma, no deja de producirnos tristeza.
Y eso que la cinta comienza explicando muy bien el contexto histórico, los abusos de aquellos primeros gobernadores norteamericanos que motivarán la presencia del héroe enmascarado.
Pero el guion de esta película es de lo más endeble. Peor aun es la dirección que nos presenta a un César de Echagüe (Coronado) muy bien concienciado de la situación política en lugar del botarate novelesco, en contraste con su padre (Davenport) idealista hasta la bobería, "El interés de California exige que nos sacrifiquemos". Enfrente un malo malísimo y también algo melocotón, Heriberto Artigas (Isbert), un "matafrailes".
Personajes planos, sin matices, que desarrollan un planteamiento de lo más burdo. Por no hablar de los criados y empleados del rancho que llevan a cabo interpretaciones penosas con diálogos pueriles, "Nosotros no hemos hecho nada. Somos pacíficos, Señor", o "¿Podemos disparar ya el cañón? -Haga usted lo que quiera".
Ni tensión dramática, ni ritmo, ni acción. Una sucesión de encuentros y de luchas deslavazadas y poco convincentes.
Leonor de Acevedo (Caselli) brilla aquí por su ausencia, lo que no le impide llevarse alguna que otra perla, "Ninguna mujer llega a tiempo jamás. -Pero un caballero debe saber esperarla".
Al menos vemos que se cuida el vestuario, la ambientación de interiores y los paisajes. Coronado hace el pobre lo que puede por levantar el tono de la obra con su atuendo negro brillante.
En resumen, una versión muy pobre del personaje de Mallorquí que solo recomendamos a los recalcitrantes del Coyote.
De ahí nuestro respeto al personaje y a su creador José Mallorquí. También nuestro cariño.
Recordando la emoción de las lecturas coyotescas, el misterio que rodeaba al personaje, la milagrosa aparición en el sitio y en el momento justo en que se requería su presencia, en fin, su inapelable victoria frente al mal; ver ahora a este Coyote que parece el novio de la Barby y cuya personalidad conocemos todos desde el primer fotograma, no deja de producirnos tristeza.
Y eso que la cinta comienza explicando muy bien el contexto histórico, los abusos de aquellos primeros gobernadores norteamericanos que motivarán la presencia del héroe enmascarado.
Pero el guion de esta película es de lo más endeble. Peor aun es la dirección que nos presenta a un César de Echagüe (Coronado) muy bien concienciado de la situación política en lugar del botarate novelesco, en contraste con su padre (Davenport) idealista hasta la bobería, "El interés de California exige que nos sacrifiquemos". Enfrente un malo malísimo y también algo melocotón, Heriberto Artigas (Isbert), un "matafrailes".
Personajes planos, sin matices, que desarrollan un planteamiento de lo más burdo. Por no hablar de los criados y empleados del rancho que llevan a cabo interpretaciones penosas con diálogos pueriles, "Nosotros no hemos hecho nada. Somos pacíficos, Señor", o "¿Podemos disparar ya el cañón? -Haga usted lo que quiera".
Ni tensión dramática, ni ritmo, ni acción. Una sucesión de encuentros y de luchas deslavazadas y poco convincentes.
Leonor de Acevedo (Caselli) brilla aquí por su ausencia, lo que no le impide llevarse alguna que otra perla, "Ninguna mujer llega a tiempo jamás. -Pero un caballero debe saber esperarla".
Al menos vemos que se cuida el vestuario, la ambientación de interiores y los paisajes. Coronado hace el pobre lo que puede por levantar el tono de la obra con su atuendo negro brillante.
En resumen, una versión muy pobre del personaje de Mallorquí que solo recomendamos a los recalcitrantes del Coyote.